Los policías locales de Castilleja de la Cuesta que atendieron la pasada madrugada a un conductor ebrio no salían de su asombro ante su petición. Sin poder ponerse de pie casi, sin la posibilidad de sacar el coche de donde lo había empotrado, y sin casi tener la capacidad de articular palabra, el conductor cogió el alcoholímetro y se puso a interpretar una marcha de Las Tres Caídas que un rato antes había sonado en las calles de Triana como culminación del traslado de la imagen del mismo nombre a la capilla de Los Marineros.
Eran poco más de las dos y media de la madrugada, y el conductor no era capaz de sacar el coche del bolardo donde lo había incrustado. La primera prueba, con muchas dificultades, arrojó 0,81, cuatro veces más del máximo legal. La segunda ya no pudo hacerla, porque fue en ese momento cuando decidió usar el alcoholímetro como trompeta y volcar su pasión cofrade, ante la mirada atónita de los agentes. El conductor había comentado a su acompañante que se atrevería a hacer lo que hizo, pero no se le dio credibilidad hasta que se puso a ello.
Sin poder terminar la prueba, el conductor fue detenido y puesto a disposición judicial. Tendrá que responder a un doble delito, contra la seguridad vial y por negarse a realizar la prueba.