Tirana, una cerveza con tirón

Dos jóvenes emprendedores moriscos ganan el premio del concurso de ideas innovadoras de La Puebla de Cazalla con una ‘rubia’ artesanal elaborada con productos cien por cien naturales

María Montiel marmondua /
13 jun 2017 / 06:04 h - Actualizado: 13 jun 2017 / 06:04 h.
"Sociedad"
  • Alejandro Cabello y José Javier Romero posan con su cerveza Tirana. / M.M.
    Alejandro Cabello y José Javier Romero posan con su cerveza Tirana. / M.M.
  • Tercios de la cerveza Tirana. / M.M.
    Tercios de la cerveza Tirana. / M.M.

En los días de calor siempre refresca una buena cerveza bien fría. Una bebida que crece como la espuma durante estos meses de verano. En La Puebla de Cazalla, dos jóvenes emprendedores se han lanzado a la aventura de innovar con la cerveza Tirana, un producto elaborado con ingredientes cien por cien naturales.

Fue hace algunos meses cuando conseguían alzarse con uno de los premios del concurso de ideas innovadoras organizado por el Ayuntamiento de La Puebla de Cazalla. Todo un espaldarazo para esta espumosa, que presentaron bajo el nombre provisional de Copérnica. Sin embargo, han optado por cambiar su denominación por otro con más fuerza: Tirana.

La casualidad hizo que estos dos jóvenes veinteañeros entrasen en el mundo cervecero. José Javier Romero tenía en mente fabricar cerveza y Alejandro Cabello, por su lado, también le picaba la curiosidad, mientras estaba centrado en su trabajo fin de grado en la carrera de Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Algunos amigos en común los pusieron en contacto y nació la chispa de este negocio, por el que están luchando desde hace más de un año.

Previamente no tenían ni idea de la elaboración de esta bebida, sin embargo, la curiosidad ha hecho que se empapen de información, hasta tener ya algunas recetas preparadas. Mediante sus propios equipos y ayudados por la empresa familiar de calderería de José Javier, fueron creciendo con varias elaboraciones, que están aún perfeccionando.

Aunque sus preferidas son la belgian pale ale, larger y Kölsh –está más fresca para los calores veraniegos de la zona– su objetivo es centrarse solo en una con la que quieren salir al mercado.

Actualmente fabrican de manera artesanal en dos habitaciones familiares donde tienen las calderas, tienen las calderas, resistencias y termostatos y demás elementos, diseñados por ellos mismos.

No obstante, sus elaboraciones ya han traspasado frontera, recibiendo peticiones para poder comercializar su producto, algo que realizarán a partir del mes de septiembre.

Quieren ir paso a paso. De ahí que hayan rechazado esas proposiciones puesto que «nuestro abastecimiento podría ser de unos 200 litros mensuales». Una cantidad que subirá en varios ceros cuando ya comiencen la comercialización como nómadas –término acuñado para los productores de cerveza que usan fábricas ajenas para dar salida a sus creaciones–.

Tras ganar el premio del concurso, las cooperativas San José y las Virtudes les otorgaron el premio en metálico de 3.000 euros, más ayuda en back office durante los próximos dos años. Para ellos, este galardón ha supuesto todo un punto de inflexión ya que «es un reconocimiento que implica un apoyo importante. Nos han querido decir que sigamos con lo que estamos haciendo y que no vamos mal encaminados».

El apoyo de las cooperativas locales durante dos años será básico para el crecimiento de su microcervecería. El primer paso de asesoramiento ha sido cambiar el nombre por Tirana, «una denominación que nos representa por ser diferente y por tener fuerza», comentan.

Hace tan solo una semana fue su prueba de fuego en el II Mercadillo Ecológico Morisco. Allí llevaron dos variedades en un puesto ubicado a las puertas del parque Corbones. Fue tal el éxito que casi arrasaron con las existencias, bebiéndose más de 1.000 litros de Tirana embotelladas en tercios.

Mediante este primer testeo, pudieron comprobar que los paladares más exigentes de la zona se inclinaron por «los sabores más sutiles y menos agresivos al paladar», detalla Romero.

Sus familias, al principio escéptica con la ideas de los niños, los apoyan incondicionalmente.

De hecho, Alejandro llegó a reconocer el afianzamiento del proyecto cuando, al primer trago de su abuela, le asombro que «nos dijera que incluso tiene espumita», comenta.