Un acebuche y la desidia convierten la Torre de Gibalbín en una ruina BIC

El Ateneo Arbonaida de El Cuervo de Sevilla advierte de su desmoronamiento y espera que la Delegación provincial de Cultura en Cádiz actúe con celeridad

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
12 abr 2019 / 19:09 h - Actualizado: 12 abr 2019 / 19:13 h.
  • Un acebuche y la desidia convierten la Torre de Gibalbín en una ruina BIC

La Torre de Gibalbín, que fue castillo desde el siglo XV, dejará de ser las dos cosas si la Delegación provincial de Cultura de la Junta de Andalucía en Cádiz no actúa ya, como le ha reclamado hace solo unos días el Ateneo Arbonaida de El Cuervo de Sevilla, una institución sin ánimo de lucro sumamente preocupada por el patrimonio histórico que ha comprobado que lo que queda de torre se está desplomando a pasos agigantados por culpa de un acebuche en la cumbre cuyas raíces abren en dos los últimos restos del lienzo sur, que es lo que queda. La caída del último lienzo pudo haberse producido hace dos o tres meses.

Situada en la sierra de Gibalbín, en término municipal de Jerez de la Frontera (Cádiz), esta torre se levantó en pleno siglo XV aprovechando unos restos romanos, aunque existen en el lugar indicios de población prehistórica, tartésica e ibero-turdetana. En realidad, se sabe poco de estos antecedentes arqueológicos porque se ha investigado poco, a pesar de que la Torre superviviente fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 1985.

Los restos del castillo actual, o de lo que queda de él, o de la torre, o de lo que queda de ella, es de estilo almohade, pero la desidia social y administrativa parece condenarlos a la desaparición, como le ocurrió hace un mes a la Torre de Melgarejo, a las afueras de Jerez, y como temen los miembros del Ateneo cuerveño, que apuntan a la desventaja de la Torre de Gibalbín por encontrarse “escondida, entre sierras y laderas” y en propiedad privada, lo que dificulta el acceso a interesados e investigadores.

En rigor, en la zona colindan hasta tres fincas distintas: el cortijo de la sierra de la Sierra, el cortijo La Blanquita y el cortijo La Mazmorra. De hecho, bajo este último se supone que se encuentra una ciudad romana. “Aunque la investigación puede esperar, la conservación es urgentísima”, denuncian en el Ateneo, desde cuyo proyecto histórico arqueológico se pusieron en contacto con el Museo Arqueológico de Jerez de la Frontera. Allí les conminaron a poner los hechos en conocimiento de la Delegación territorial de Cultura de Cádiz, y así lo hicieron, aunque “allí nos indicaron su desconocimiento del tema”, dicen en el Ateneo, y añaden: “Aunque es verdad que enviaron un equipo técnico par estimar las medidas oportunas y urgentes en materia de conservación, y todavía seguimos esperando, sin saber nada”.

Por ley debería ser visitable en horarios acordados con los propietarios, pero la realidad es que la torre es inaccesible y solo puedes entrar sorteando a los guardas de los cortijos”, han denunciado a este periódico varios miembros del Ateneo de El Cuervo.

Aviso de navegantes

“Cuando la última piedra caiga nos arrepentiremos y recordaremos todo lo que podíamos haber hecho y no hicimos. Por suerte, estamos en ese momento en el que todavía podemos hacer mucho, pero ¿estamos dispuestos a hacerlo?”, se preguntan los miembros del Ateneo Arbonaida, que lleva años denunciando infructuosamente la situación a través de conferencias y reuniones.

“Otro tanto se podría decir de los imponentes restos de la ciudad romana sumergidos entre la vegetación y que todavía no han recibido ningún trabajo de investigación público. ¿Cuánto habrá que esperar para poder acceder a nuestro patrimonio y sacar a la luz el potencial de una sierra dormida durante siglos?”, se preguntan preocupados en el Ateneo de El Cuervo, un pueblo -el último de Sevilla hacia el sur- históricamente muy vinculado a la Torre y a la Sierra de Gibalbín. “El patrimonio es de todos y, por lo tanto, su conservación es responsabilidad pública, y somos todos también quienes debemos denunciar si los dueños no afrontan sus responsabilidades, bien por falta de voluntad o bien por falta de conocimiento”, añaden.