Cuaresma 2019

Un viacrucis entre encinas y olivos en Castilblanco

El Cristo de los Vaqueros, obra de Ruiz Gijón, presidió el rezo del viacrucis en los aledaños de la ermita de Escardiel, en plena dehesa de Castilblanco de los Arroyos

11 mar 2019 / 10:24 h - Actualizado: 11 mar 2019 / 10:24 h.
"Cuaresma 2019"
  • Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.
    Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.
  • Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.
    Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.
  • Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.
    Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.
  • Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.
    Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.
  • Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.
    Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.

Entre olivos y encinas, Jesús ora en la finca donde se asienta la ermita de Escardiel, en la primera estación del viacrucis. Piadoso ejercicio que en este domingo primero de Cuaresma hizo vía dolorosa de la dehesa de Castilblanco, con la portentosa imagen del Cristo de los Vaqueros presidiendo la meditación del camino hasta su muerte de cruz. Un viacrucis único, pleno de naturaleza y vida, anclado a la tierra y al sentir profundo de las decenas de devotos que participaron en el rezo comunitario.

Un viacrucis entre encinas y olivos en Castilblanco
Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.

Al filo de la Vía de la Plata, donde en tiempos floreció una advocación al aliento de una lamparilla de aceite, mantenida siempre encendida por los ganaderos que por allí trashumaban, el Cristo de los Vaqueros volvió a salir a los campos para bendecir con el rezo de su pasión a estas tierras y sus gentes. Devotos deseosos de acercarse a esta santa casa, donde también habita la Virgen de Escardiel y que tan escasamente puede visitarse, lo agasajaron con oraciones y cantos penitenciales.

Un viacrucis entre encinas y olivos en Castilblanco
Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.

La primera talla documentada de Ruiz Gijón procesionó por los verdes campos de la dehesa

Bajo un sol primaveral, la talla de Ruiz Gijón salió de la ermita para recorrer en una procesión de recorrido circular sus aledaños. Los olores y sonidos de la dehesa impregnaban el rezo de cada estación. Los verdores del campo brotando vida amplificaban los perfiles lineales de los rasgos del Cristo, su nariz recta y la contraposición de los ojos almendrados sobre sus prominentes pómulos. Su piel descarnada, en partes policromada y en partes en la madera, acrecentaban la narración del dolor, los castigos y las heridas infringidas al Salvador en su camino hacia la muerte de cruz.

Un viacrucis entre encinas y olivos en Castilblanco
Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.

Obra del genial escultor de Utrera, el Cristo de los Vaqueros es su primera talla documentada, precursor del Cachorro de Sevilla. Desaparecido en un tiempo de inactividad de la hermandad, fue hallado en una parroquia sevillana y devuelto a su lugar de origen en 1995. Y desde el costero que ocupa en el altar mayor, cada año baja a bendecir en Cuaresma estos encinares.

Un viacrucis entre encinas y olivos en Castilblanco
Viacrucis del Cristo de los Vaqueros, en Castilbanco de los Arroyos. / F.J.D.

Completadas las catorce estaciones, el Cristo retornó de nuevo a la ermita, para quedar depositado ante la Virgen de Escardiel y completar la penitencia con rezo de una salve. Ella fue la que, en palabras del párroco castilblanqueño Pablo Colón, "ha regalado un día de Pascua como señal de que las promesas de Cristo siempre se cumplen". Porque la Virgen "confió en que la luz llegaría", es el ejemplo con el que el sacerdote animó, en este inicio de la Cuaresma, a esperar esa luz prometida con la que no triunfará la muerte sino la resurrección.