Una peregrinación grabada a fuego y frío en Los Pajares

La hermandad de la Divina Pastora de Cantillana celebró una multitudinaria peregrinación hasta la aldea con motivo de la fiesta de la Candelaria

03 feb 2018 / 20:50 h - Actualizado: 03 feb 2018 / 20:51 h.
"Tradiciones"
  • Cientos de vecinos rodean la gran hoguera encendida a las puertas de la ermita de la Divina Pastora. / F.J.D.
    Cientos de vecinos rodean la gran hoguera encendida a las puertas de la ermita de la Divina Pastora. / F.J.D.

La luz era el destino. La de una gran hoguera a las puertas de la ermita de la Divina Pastora en la cantillanera aldea de Los Pajares, que reunió a cientos de devotos en la tarde del sábado. Una hermandad en camino, en una multitudinaria peregrinación invernal para celebrar la fiesta de la Candelaria.

Ronda esta celebración las dos décadas, surgida al trasladarse la tradición de las hogueras del pueblo a Los Pajares. El fervor pastoreño ha sabido darle cariz de fiesta principal y convertirla en una auténtica romería de invierno desde su institucionalización por parte de la hermandad el sábado más cercano al 2 de febrero, empujón y auge definitivo que ha conseguido –desde el año 2005– que la Candelaria no haya parado de crecer.

Aún en la sobremesa, con frío a pesar del radiante sol, la hermandad de la Divina Pastora se puso en marcha. Atuendos romeros invernales en un cortejo donde no faltaron muchos de los elementos característicos de la muy conocida romería de septiembre. El cuerpo de caballistas portando las insignias pastoreñas abría una comitiva donde el coro y la escuela de tamborileros de la corporación iban desgranando muchas de sus composiciones más populares. Peregrinos a pie, a caballo, en coches, carriolas y enganches discurrían entre la Casa de Hermandad, inicio del camino, y la aldea de Los Pajares, en un ambiente alegre y festivo donde hubo tanto momentos de recogimiento como tiempo y lugar para desgranar sevillanas a la Virgen.

Centenares de peregrinos y devotos componían una multitudinaria y extensa comitiva, que transitó por escenarios tan comunes en los caminos romeros de la Pastora como la calle de Martín Rey, el Llano, Polvillo y las avenidas de Andalucía y del Guadalquivir. Si una de las estampas más propias de la Romería es el paso por el río Viar –el Jordán pastoreño–, en esta peregrinación se atraviesa por el puente –como en las primeras de septiembre en los años 50–, evitando cruzar las aguas en una tarde fría como esta, y regalando igualmente imágenes espectaculares con el cortejo abarrotando toda la vía.

Llegados a la aldea, la gran hoguera comenzaba a arder en la explanada frente a la ermita, engalanada con banderas, abierta de par en par y con las campanas de su espadaña repicando sin cesar. Congregada la hermandad en torno al fuego, el párroco cantillanero procedió a su bendición, repartiéndose la candela entre el gentío, que portaba velas. Con ellas, una procesión alrededor del templo sirvió también como simbólico encendido de las hogueras que se repartían por las distintas calles de Los Pajares.

El origen de la fiesta es la conmemoración de la presentación del Niño Jesús en el templo y la purificación de la Virgen tras el parto. En esta fiesta de la Candelaria, los pastoreños nacidos en el último año fueron también presentados en el santuario romero, ofrecidos y consagrados a la Santísima Virgen, en su advocación de Divina Pastora de las Almas, y admitidos en su redil con la imposición de la medalla de hermano. Un entrañable y emotivo acto acompañado por los cantos del coro de la hermandad.

Pero la fiesta no quedó aquí. Las candelas ardían en la aldea, repartidas por sus calles de arena, contribuyendo a crear un ambiente acogedor y de convivencia. Casas abiertas de par en par, donde rebosaban la comida, la bebida, el cante, el baile y la hospitalidad paradigmática de los pastoreños. Una aldea en fiesta, que se extendió hasta bien entrada la madrugada, con el fuego y la Divina Pastora como protagonistas.