{En Los Palacios y Villafranca, entre el solano de la despreocupación y los intereses particulares, se han barrido para siempre demasiadas joyas patrimoniales, empezando por aquel castillo de Pedro I El Cruel que coronaba y da nombre al municipio.
Pero aún queda sensibilidad ciudadana para salvar los últimos vestigios culturales, a pesar de tanta desidia pública y privada. Una plataforma integrada en principio por 11 personalidades del mundo de la cultura local, pero abierta a cuantos ciudadanos quieran adherirse al proyecto, registró el pasado jueves en la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía una solicitud para la incoación de un expediente de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) para la hacienda Mejorada Baja, un representativo edificio del siglo XVIII, de naturaleza agropecuaria con la tipología arquitectónica característica de las denominadas haciendas de olivar que lleva tres décadas en ruina, y cada vez peor. Ya ha perdido las techumbres, se han caído algunos de sus muros, han sido expoliadas y maltratadas sus dependencias, convirtiéndose incluso en refugio de gamberradas y toxicómanos.
No obstante, aún es «salvable», a juicio del adalid de esta plataforma, el historiador Fernando Bejines, que tiene la esperanza de que la Junta catalogue el edificio como «Monumento y/o Lugar de Interés Etnológico con su correspondiente inscripción específica en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz», según reza en la solicitud que firman, además, exconcejales como Abraham Armenta (PA) o José María Hormigo (PP), arquitectos como Evaristo Román o líderes culturales como Victoriano Rosal, entre otros.
El edificio constituye un conjunto patrimonial distribuido en torno a tres patios, compuesto por señorío, torre mirador, atarazana, capilla de culto público, tres almazaras con sus correspondientes dependencias, además de gañanía y otras unidades constructivas. Actualmente, la vegetación campa a sus anchas. En la solicitud razonada dirigida a la Consejería –que se acompaña de documentos como el registro de la hacienda en la base de datos del Patrimonio Inmueble de Andalucía o en la Lista Roja del Patrimonio de la asociación Hispania Nostra–, se apela a la ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, del año 2007, que considera, literalmente, que «las personas que observen peligro de destrucción o deterioro de un bien integrante del Patrimonio Histórico Andaluz deberán, a la mayor brevedad posible, ponerlo en conocimiento de la administración competente, que llevará a cabo las actuaciones que procedan».
Es lo que ha hecho este grupo de palaciegos, si bien no es la primera vez que se intenta. Ya se hizo, infructuosamente, en 2012, a través de una propuesta redactada por el propio Bejines y llevada a pleno por el PA. Aquel expediente ya caducó. A día de hoy, aunque no sirva de mucho, el edificio se encuentra protegido por el PGOU del Ayuntamiento palaciego. La Junta tiene ahora tres meses para contestar, y la plataforma piensa «luchar» para que la respuesta sea positiva.
El objetivo de la plataforma es que, una vez considerado BIC, sea la administración andaluza la que vele por la integridad del edificio, ya que ahora ni las instituciones públicas se ocupan de él –aunque determinados partidos locales llegaran a prometer en alguna campaña electoral convertirlo en un hotel– ni sus dueños tampoco. «La situación de la hacienda es consecuencia de una herencia muy complicada», explica Bejines, pues «hoy debe de tener muchos herederos, entre ellos las familias sevillanas Fontán y Leiva». Los propietarios solo se ocupan de las tierras de labor que rodean el edificio, que mantienen alquiladas, y los inquilinos son exclusivamente agricultores.
La hacienda, objeto de supersticiones y leyendas, y situada entre el conocido como Lago de Diego Puerta –una excavación artificial normalmente inundada desde que en 1970 se construyera la AP-4 y convertida hoy en importante humedal de aves–, el Canal de los Presos y la autopista, a casi dos kilómetros del núcleo urbano de Los Palacios y Villafranca en dirección a Sevilla, se cae literalmente a trozos, mientras la observan cuantos deportistas la rodean a diario andando o bicicleta. ~