En ausencia de banderas oficiales, una estelada ondea en el mástil de la Casa Consistorial de Marinaleda, localidad sevillana de la Sierra Sur a mil kilómetros de Cataluña. Desde hace ya varios días, el Ayuntamiento de esta localidad sevillana de poco menos de 3.000 habitantes ha iniciado su propio apoyo al procés catalán, una adhesión que no solo consiste en la exhibición de la enseña independentista que cuelga del Ayuntamiento, sino a la que se añade la gira catalana que su alcalde, el peculiar Juan Manuel Sánchez Gordillo, realizó el pasado fin de semana, en el que fue protagonista en mítines organizados en favor de la secesión.

El histórico líder del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) y de la CUT-BAI (Colectivo Unitario de Trabajadores-Bloque Andaluz de Izquierda) reapareció tras unos meses alejado de la esfera pública irrumpiendo en el proceso de ruptura catalán, y en el terreno, en dos mítines organizados por la CUP catalana en Gramanet y Terrasa, sábado y domingo, respectivamente. El líder jornalero y alcalde marinaleño desde hace casi cuatro décadas alabó con su conocido discurso insurgente y rebelde el movimiento independentista, alentando a la ruptura, «una acción profundamente revolucionaria». En el acto de Gramanet fue especialmente contundente con la idea de llegar al referéndum, animando a votar aun a expensas de la ilegalidad: «El referéndum se tiene que celebrar aunque sea votando por las esquinas y en los campos que nos rodean».

Misivas de insurrección que repitió el domingo en el acto que la CUP llevó a cabo en Terrasa, donde acompañado de la líder del partido anticapitalista e independentista, Anna Gabriel, avanzó en sus tesis pro secesionistas: «La lucha nacional y la lucha de clases son dos caras de una misma moneda. Alguna izquierda parece que no se entera», al tiempo que apeló a la desobediencia, hito conocido en una trayectoria política que atravesó fronteras mediáticas locales gracias a la ocupación de fincas o el saqueo de supermercados. «El Constitucional es un tribunal al servicio de una clase, las leyes no son neutras ni tampoco quién las aplica. ¡Hay que desobedecer!», bramó en mitad de la tormenta separatista catalana, a la que preguntado por su participación pese a su procedencia andaluza respondió estar «con mi familia, con mis hermanos de clase, de lucha que pretenden un mundo distinto, que no quieren monarquía sino república».

Rechazo soterrado

Mientras la vorágine secesionista parece aterrizar también en este rincón agrícola sevillano, pocas voces contradicen de forma pública el polémico comportamiento del Ayuntamiento, donde Sánchez Gordillo gobierna con suficiencia –80% de los votos y 9 de 11 concejales en las municipales de 2015–. El portavoz socialista marinaleño, Mariano Pradas, sí denuncia que el regidor se sume al desafío soberanista y añade que son «muchos» los vecinos que a él directamente se quejan de la situación, no así ante el Consistorio: «Aquí nadie se significa, no lo manifiestan públicamente porque hay miedo», sentencia el socialista. Incide Pradas en que en Marinaleda no suelen ondear banderas desde el mástil oficial, «solo para expresar motivos políticos». Hace unos años era la enseña palestina la que podía verse alzada, y en momentos clave, lo suele hacer la andaluza, «pero no la oficial, sino la de la estrella roja». Se refiere el portavoz socialista a la bandera nacionalista andaluza, seña de la CUT-BAI.

Urnas andaluzas para el 1-O

El SAT, sindicato del que Sánchez Gordillo es máximo adalid, ya se posicionó semanas atrás a favor del referéndum, hasta el punto de ofrecerse a colocar urnas en las ocho provincias andaluzas para que «los votantes catalanes que se encuentren en Andalucía puedan ejercer el derecho democrático y soberano de autodeterminación». De esta idea, lanzada por el portavoz nacional del SAT Óscar Reina, nada se ha sabido en fechas próximas. Junto a ella, el sindicato jornalero ofreció a mandar «delegados y observadores internacionales andaluces», con el fin de hacer «más garante y dar más validez y apoyo al referéndum y proceso de independencia».