A principios del siglo XX la explotación de la faja pirítica llevó a cabo su revolución industrial y económica en El Castillo de las Guardas. Transformó el interior de la tierra y modificó su superficie para construir líneas de ferrocarril para transportar el mineral. Abandonadas con el cese de la actividad minera, hoy son la oportunidad para una nueva revolución local, gracias al proyecto de vía verde.
El tren recorría El Castillo de las Guardas, desde un extremo a otro, comunicándolo con la provincia de Huelva por el oeste y enlazándolo con El Ronquillo hasta San Juan de Aznalfarache por el este y el sur. El trazado lo componían dos líneas independientes pero complementarias, con una extensión en el término municipal de 26,6 kilómetros. Era un tren de vía estrecha, de poco más de un metro de ancho, para el que primero se construyó el ramal para unir Peña del Hierro al ferrocarril de Cala –y dar salida al mineral por Riotinto y Huelva–.
Posteriormente se le agregó la conexión con Minas del Castillo hasta El Ronquillo, enlazando con el ferrocarril hasta San Juan de Aznalfarache. Ante la complicada orografía fue necesario construir puentes, viaductos, túneles y trincheras, así como sus correspondientes apeaderos, talleres y cocheras. Al uso industrial se añadió más tarde una concesión para el transporte de viajeros.
En los años 60 del siglo XX, con el cese de la actividad minera y la extinción anticipada de la concesión, el trazado, despojado de las vías, permaneció abierto y sin uso entre unos parajes de gran belleza y riqueza ambiental. Jalonado de edificios, que hoy día son fantasmas, pero que evocan una esplendorosa arquitectura y que suponen un gran potencial, además de un amplio abanico de posibilidades para su reutilización. Estas son las bases desde las que el Ayuntamiento castillero quiere crear su vía verde, una ruta para el turismo y el ocio de naturaleza y deporte. Una vía hacia el futuro y el desarrollo de la localidad.
«El futuro está en el turismo activo», señala el alcalde, Gonzalo Domínguez. Y lo afirma para defender un proyecto que, si bien ya se venía trabajando, con el incendio del pasado verano ha pasado a protagonizar las expectativas de la localidad. «El incendio ha sido el más grande de Andalucía. Ha cambiado el panorama económico, ha deprimido más la zona, con una tasa de paro de las más altas –36 por ciento–. Necesitamos un revulsivo, un impulso para volver a salir a flote».
La vía verde de El Castillo de las Guardas aunará tres entornos naturales distintos –dehesa, sierra y paisaje minero– a través de una ruta prácticamente sin desniveles, puesto que el ferrocarril necesitaba de recorridos llanos. Ello la hace totalmente accesible y apta para transitar a pie o en bicicleta. De aquellos restos mineros mantiene –en buen estado de conservación– tres túneles, dos de ellos con bóvedas de ladrillo y otro excavado en la propia roca; tres puentes monumentales, uno de ellos en el interior de la reserva, por cuyas instalaciones discurre un tramo. Los restos de Villa Emilia, un cortijo obra de Aníbal González con su propia plaza de toros, se ubica junto a la vía. Los pequeños núcleos rurales de las pedanías, como La Aulaga o Minas del Castillo, donde incluso existe una pequeña iglesia abandonada confieren un atractivo especial. Un trazado «con un potencial increíble, palpable y al que hay que dedicar mínimos recursos para ponerla en funcionamiento», asegura Domínguez. Su interés, además, radica en que «vertebra no solo la comarca, sino que une las provincias de Sevilla y Huelva».
Para su puesta en funcionamiento ya han establecido conversaciones con las consejerías de Medio Ambiente y Turismo, que han identificando fondos de distinta procedencia a los que optar. Hay contactos con inversión privada para regenerar los edificios existentes –cocheras y apeaderos– y convertirlos en centros de recepción de visitantes, restaurante, alojamiento y otros servicios, como alquiler de bicicletas. Para ser transitada, la vía requiere limpieza, desbroce y aporte de zahorra donde sea necesario, colocación de protecciones en puentes y zonas con ganado bravo, iluminar túneles «y que vengan visitantes». Con su uso turístico –«en torno a 900 personas semanales transitan una vía verde», explica el alcalde– se atraerá inversión para ir sumando las infraestructuras y servicios complementarios, y conseguir así crear empleo, tan necesario para El Castillo.
Pero para todo ello es necesario clarificar la titularidad de la vía y acordar, en los tramos que sea pertinente, cesiones para el paso y el uso. Con la desaparición del ferrocarril, los terrenos revirtieron a sus antiguos propietarios. En el registro catastral la propiedad al completo se otorga al Ayuntamiento. Sin embargo hay propietarios que esgrimen la titularidad privada, siendo ese el escollo a superar para poder dar inicio a este proyecto.
«Nuestra intención siempre es sumar. Apostamos por el diálogo con los propietarios, que conozcan el proyecto y se unan», aclara Domínguez. Así ha ocurrido con la reserva y con otros propietarios, que tras el incendio «han cambiado su actitud» y se han unido a apoyar la consecución de la vía. El siguiente objetivo es poder cerrar igualmente esos acuerdos con los propietarios de las dos fincas de ganaderías bravas por las que discurre el trazado, Juan Pedro Domecq y Gabriel Rojas. Para ello, el proyecto contempla «construir cuantas protecciones, túneles o separaciones se requieren» para dar seguridad a los usuarios e igualmente no afectar a los animales.
El alcalde se muestra convencido además del «beneficio mutuo del uso de la vía, puesto que podrá conocerse la crianza ecológica del toro en la dehesa y aportar una visión positiva». Ambas ganaderías han aportado «riqueza y empleo» al pueblo, por lo que el gobierno municipal pretende «acuerdos y contar con todos, no vamos a llegar a expropiaciones ni pleitos».
A ello además hay que añadir el coste de su adecuación, que si bien aún no está cuantificada la inversión necesaria, el Consistorio es incapaz de asumirla con sus propios medios. «Estoy convencido de que con la unión de las administraciones este proyecto puede ser una realidad en poco tiempo», afirma Domínguez. La inversión supondrá un impacto económico positivo no solo en la localidad, sino que revertirá en toda la comarca: «Es una apuesta por Andalucía, por la comarca, por los pueblos de interior y la Sierra Norte. Estamos sufriendo una despoblación importante, carecemos de proyectos de futuro. Hacen falta ideas como esta que consoliden el futuro, y el atractivo natural puede ser el gran empujón turístico y económico que necesitamos».
Mientras los acuerdos y el apoyo institucional llegan, los vecinos apuestan por la vía verde y muchos aficionados al ocio en la naturaleza están dándole visibilidad a través de las redes sociales.
El Ayuntamiento no ceja en su empeño y sigue trabajando en la red municipal de senderos a través de los planes de empleo estable y de fomento del empleo agrario, para sumar atractivos a la vía verde. Estudian cómo incluirla en EuroVelo la iniciativa europea que recorre el continente mediante rutas en bicicleta, «y que podría atraer millones de ciclistas de toda Europa hasta nuestro pueblo». En breve incluso comenzará la construcción de un aparcamiento para autocaravanas para aumentar el atractivo y los servicios en la localidad. Todo recorriendo un camino claro y apostando por «conectar naturaleza, vía y municipio» y asegurar así un futuro para la localidad.