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Todos los jóvenes andaluces de la Escuela de Escritores de 2016. / Cristian González -
Rubén Darío Avalos Flores recoge el diploma tras la estancia en Málaga en la XI Escuela de Escritores. / El Correo -
Es complicado creer que el gusto por la literatura y la escritura entre los más pequeños sea cosa del pasado. Hay lugares en los que aún se puede encontrar la maravillosa prosa de jóvenes talentos que aún son desconocidos pero que en el futuro pueden llegar a ser escritores de prestigio. Para estos chicos que, a veces se sienten como «bichos raros», el Centro Andaluz de las Letras (CAL) arrancó una iniciativa para apoyar y fomentar la creación entre los jóvenes de entre 10 y 20 años de Andalucía.
El Centro Andaluz de las Letras creó hace más de una década una estancia conocida como la Escuela de Escritores Noveles para jóvenes de todas las provincias andaluzas que tienen como afición común la escritura. Dicho centro pretende fomentar con este proyecto la creación literaria emergente y enseñar las técnicas de narración entre las generaciones más jóvenes. Los participantes de la escuela asisten a talleres dedicados a la narrativa y la poesía, dirigidos por poetas y escritores de prestigio. Además, durante esta semana los participantes pueden aprender y realizar actividades con el profesorado. Los mejores textos presentados a las pruebas de acceso de la escuela se publican cada año en la colección Letras de Papel.
Este año se celebra la décimo segunda edición de la Escuela de Escritores Noveles en Mollina (Málaga) entre el 9 y el 15 de julio. En esta ocasión, de los 35 chicos que asistirán al programa 10 participantes provienen de Sevilla y pueblos de la provincia.
Entre los más pequeños se encuentra Rubén Darío Avalos Flores, cuyo nombre ya da una pista del talento de este joven de tan solo 11 años de edad. Rubén es natural de Paraguay pero lleva algo más de cinco años afincado en Sevilla a causa de una enfermedad.
A pesar de todo, el joven no ha abandonado su pasión por la escritura. Ha publicado cuatro libros de relatos, y este año publicará su primera novela histórica. «El año pasado puede ir a la escuela para mejorar mi forma de escribir. He cambiado. Este año espero poder aprender más
y así retocar la estructura de mi futura novela». Rubén Darío espera aprovechar de nuevo al máximo su estancia en la escuela lo que para él supone un reto desde una nueva perspectiva.
Frente al más pequeño de la escuela se encuentra Eliot Pineda, un joven de 21 años de la Puebla del Río. «Conocí este programa por una amiga que fue el año pasado, y tengo muchas ganas de vivir esta experiencia», cuenta emocionado. Para él, la poesía supone todo un «desafío» que espera superar con ayuda de Carmen Camacho, encargada del taller de poesía de la Escuela de Escritores. «Llevo años escribiendo desde que descubrí los juegos de rol, pero nunca he tenido interés en participar en concursos. Después de esta experiencia quizás mandé mis textos a concursos», confiesa Eliot.
Ambos participantes tiene en común la poca práctica con la poesía que esperan solventar este año en Mollina. Aquí reside el interés de la Escuela, en animar a los chicos a abordar estilos y temas nuevos para salir de esa zona en la que se sienten cómodos.
Rubén fue seleccionado en 2016 como accésit en la categoría de cuento de entre 11 y 12 años. Mientras que Eliot ha participado este año en el certamen que organiza el Centro Andaluz de las Letras con un relato de casi 20.000 palabras. La ganadora de la categoría de relato en la que participó Eliot ha sido Clara Palomo, una joven de Morón de la Frontera de 16 años. «Nunca antes había participado en un concurso», explica Clara que se muestra feliz por su reciente victoria. Su relato será incluido en la colección de este año de Letras de Papel que llevará el título de Lo que ocultan sus miradas y otros textos jóvenes y que reúne los relatos, cuentos y poemas de los ganadores.
«Mis padres siempre me han apoyado en mi decisión de dedicarme a la escritura y al mundo editorial, aunque es difícil», añade al hablar de su familia, «con mis compañeros y amigos es distintos. Nadie comparte esta afición».
Casi todos los participantes de la escuela coinciden en este punto, en la incomprensión que reciben por parte de los chicos de su edad. «En España es complicado que se organicen programas como este porque los que escribimos somos un poco marginados», comenta Jesús
Sánchez, un sevillano de 19 años que acude junto a Clara, Rubén y Eliot a la décimo segunda Escuela de Escritores.
Para los antiguos alumnos de las otras ediciones, la escuela supuso un antes y un después en su vida. La mayoría ha cambiado su estilo y considera que ha mejorado. «En mi año de escuela aprendí que hay que leer y conocer a los clásicos y a los grandes para poder escribir con un estilo preciso y de calidad. Pero lo más importante para mí son los amigos que me llevo. Niños que con tan solo 11 años me sorprenden con sus textos y de los que todavía aprendo», explica Laura Jurado de Gines, estudiante de periodismo que acudió a la escuela en 2016.
Todos los chicos que participan en este programa destacan la necesidad de crear otros proyectos como este que fomenten la escritura entre los más jóvenes, que a veces se pueden sentir «apartados».
Desde el Centro Andaluz de las Letras animan a los más pequeños a participar en este proyecto para que desarrollen el talento que llevan dentro y que a veces no son conscientes del potencial que esconden sus obras.