50 años de orgullo «poligonero»

Una exposición fotográfica en la Avenida repasa los orígenes y evolución de San Pablo, un barrio con identidad propia

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
09 may 2017 / 22:16 h - Actualizado: 09 may 2017 / 22:58 h.
"Barrios","San Pablo - Santa Justa"
  • 50 años de orgullo «poligonero»

Francisco José López fue uno de esos tantos sevillanos que pasaron de la niñez a la adolescencia estrenando hogar en las barriadas construidas para los damnificados de la gran riada de 1961. Aunque su caso difiere un poco –la expropiación del barrio Laffitte para hacer el puente de Los Remedios–, lo cierto es que este joven a punto de cumplir 14 años, su hermana y sus padres cogieron sus maletas para empezar de cero en un incipiente Polígono de San Pablo. Corría 1965 cuando rebasaron la cicatriz de la Carretera de Carmona para instalarse, primero, en «las casitas bajas donde nació todo» y, dos meses después, en el Barrio A.

Las vivencias de aquella mudanza han aflorado en su mente con la exposición fotográfica El gran barrio de San Pablo y el agua como elemento de vida, que con motivo de los 50 años de esta vecindad puede verse hasta final de mes en la Avenida de la Constitución. «Era un vergel. Una auténtica maravilla. No tenía nada que ver de donde veníamos, con calles de terrizo. Aquí estaban asfaltadas, había todo tipo de equipamientos, zonas verdes...», confiesa mientras se le iluminan los ojos recordando aquellos años de «juegos, y charlas en las plazoletas».

Por entonces desconocía los pasos que se dieron antes de poner ladrillo sobre ladrillo. «Fue requisito indispensable que el Servicio Municipal de Aguas de Sevilla construyera con carácter previo una estación de bombeo de aguas. La expansión en este punto planteaba la dificultad de las continuas inundaciones a causa de los desbordamientos del Tamarguillo», apunta la delegada del distrito, Inmaculada Acevedo, y constantan las valiosas fotografías de la Fototeca Municipal con señores de corbatas y gabardinas durante la apertura de la planta en 1974.

Más alegre y entrañable resulta el testimonio gráfico de la inauguración del barrio en ese mismo año. Mantones de Manila, colchas bordadas y colgaduras adornan las terrazas, a las que asoman jóvenes familias, con niños pequeños. La imagen lo dice todo. El cardenal Bueno Monreal bendijo los barrios, construidos o no, durante un viaje de Franco a Sevilla. La tribuna de oradores se colocó junto a la parroquia, en la avenida de la Soleá, y hasta hubo un paseíllo institucional por las calles Tientos, Sevillanas o Carceleras. «A pesar de estar en una dictadura y del cariz político del acto, fue un día de fiesta para todos. Un gran acontecimiento», reseña Francisco José, quien ha publicado un libro sobre la historia el Barrio A y ha terminado de escribir otro sobre el B, los dos que se construyeron en primer lugar. Luego vendrían los barrios D y E, y finalmente el C «sobre las primitivas casitas bajas».

Con ilustres vecinos

Una tradición festiva que se mantiene con los años con la salida de la hermandad del Cautivo y Rescatado en la jornada del Lunes Santo. «Tenemos hasta una cofradía que hace estación de penitencia a la Catedral. Esto es un semillero cofrade», presumen sus vecinos. El buen ambiente también se vive en la velá que se celebra en los primeros días del verano (este año los días 29 y 30 de junio y 1 y 2 de julio). «Antes estaba en la confluencia de la avenida del Greco con la Soleá, que se iluminaban con luces y contaban con pequeñas atracciones y algunas casetillas. Era todo muy modesto».

De aquellas noches salieron grandes artistas locales, como el guitarrista El Poeta, «que cantó la primera misa flamenca en la parroquia de San Pablo», El Turronero o integrantes de Cantores de Híspalis. También glorias futbolísticas como Gordillo y Luis Márquez (Real Betis) y Antoñito (Sevilla FC). Ilustres vecinos de los que presume el barrio que cumple medio siglo con la frescura y la lozanía de sus inicios. «Somos poligoneros. En Sevilla hay muchos polígonos pero ninguno con tanto arte e idiosincracia como este», reconocen mientras tratan de borrar el cartel que trataron de colgarle hace unas décadas. «Esto es un barrio tranquilo, que goza de plena salud y de plena convivencia entre sus vecinos». Añorando esto y también «los jardines y plantas que cuidan sus vecinos», Francisco José regresó hace unos años tras un tiempo de exilio obligado por trabajo. «Lo llevo siempre en el corazón». Normal que esta nobleza vecinal inspirara a Pascual González la siguiente sevillana: «Polígono de San Pablo/ barrio de barrios/ de costumbres populares y corraleras/ ay ay, ay mi gente güena»