«No se puede vivir así. La electricidad ya es un bien de primera necesidad. Es inaceptable que vivamos con más apagones que en Cuba». Así se tajante se mostraba ayer Zita Márquez, una de las vecinas afectadas por los cortes de luz intermitentes que se producen en la zona de la calle Feria. De hecho, más de 40 vecinos presentaron ayer una denuncia ante la Policía Nacional y alrededor de un centenar planean, según Márquez, presentar en breve una demanda colectiva contra la compañía eléctrica por «sufrir cortes de luz sin previo aviso que duran entre tres y diez horas ya casi todos los días». Y es que estos vecinos se vienen quejando del mal servicio desde que en el verano de 2015 un transformador se incendió.
«Hay vecinos con los aires acondicionados estropeados por las subidas de tensión, mis medicamentos los he tenido que llevar a casa de un familiar para su refrigeración correcta, hay familias con bebés y personas electrodependientes y ni siquiera podemos comprar comida porque se nos estropea. Y los perjuicios para los comercios de la zona son muy graves», apostilla Márquez.
Ante esta situación, Endesa aseguró ayer a esta redacción que ya se están arreglando los fallos y que la normalidad volverá a estos hogares hoy mismo.
Según fuentes de la compañía, surgieron una «serie de averías» el pasado sábado. Un cable de media tensión se rompió y al repararse se localizó otro en mal estado. A eso se añaden varios fallos en la línea de baja tensión, que al ser tan larga «dificulta la localización de la incidencia». Con todo, ayer mismo los técnicos de Endesa –40 en total– estaban reconfigurando la línea. Para ello han revisado, según la empresa, ocho centros de transformación en cuatro zonas: Feria, Montesión, San Luis y Alameda. En total, 4,3 kilómetros de cableado. Para la eléctrica, el problema ha estado en la coincidencia de las averías en las líneas de baja y media tensión, así como en la doble acometida encontrada en la Alameda, donde un bar se enganchó ilegalmente a la red.
Para los vecinos, en cambio, el problema es que las líneas con «obsoletas» y la compañía «no deja de firmar contratos, cargando aún más un sistema que está viejo».
Entre los comercios afectados se encuentra Lizarrán y Joyería Salvador, «que no puede ni abrir porque su persiana es eléctrica y teme que no la pueda bajar», asegura Márquez. «Incluso se me estropeó el ordenador con un trabajo a enviar. Tuve que ir a hablar con el profesor y no me creía», lamenta.