Brotes verdes en el movimiento vecinal

Diagnóstico. Las asociaciones enfrentan una época de cambio y nuevo impulso de sus demandas. En los últimos dos años se han constituido hasta 12 nuevas entidades

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
29 nov 2016 / 08:20 h - Actualizado: 29 nov 2016 / 08:25 h.
"Barrios","El auge del movimiento vecinal"
  • Un grupo de vecinos en la plaza de la Media Luna del barrio de San Jerónimo, una de las localizaciones de referencia para el movimiento vecinal de esta zona norte de la ciudad. / José Luis Montero
    Un grupo de vecinos en la plaza de la Media Luna del barrio de San Jerónimo, una de las localizaciones de referencia para el movimiento vecinal de esta zona norte de la ciudad. / José Luis Montero

Todos coinciden en una cosa: «lo peor ya ha pasado». No hay tanta unanimidad, sin embargo, en cuanto a si hay una recuperación del movimiento asociativo vecinal de Sevilla conformado en estos momentos por 160 organizaciones y entidades repartidas por todos los barrios.

La Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos Unidad de Sevilla, a la que están afiliadas en torno a un centenar de asociaciones, ha iniciado una nueva etapa con la renovación de su equipo directivo encabezado desde hace un año por Paco Velasco. Su antecesor y curtido líder vecinal de Pino Montano, Francisco Delgado de los Santos, Pacorro, está convencido de que hay cierta mejoría tras años de decadencia y penurias motivados por «los recortes» y «la falta de ayudas por parte de las administraciones» dentro del contexto económico de la crisis. «Hemos dejado atrás una etapa muy complicada, casi de supervivencia, sin recursos, en la que si bien las entidades no han echado el cierre pero muchas se han visto obligadas a ralentizar su actividad. Ahora se está recuperando poco a poco». Unos brotes verdes que, a falta de conocer los resultados oficiales del estudio actual que está realizando la federación, se sustenta en las cifras alentadoras de que en los últimos dos años se ha creado al menos una docena de asociaciones, comunidades e intercomunidades nuevas. «Hay zonas en las que ha surgido una nueva organización además de la histórica y otras que dan cobertura a vecindarios donde no había aún», añade Pacorro, quien asegura que sus localizaciones están muy repartidas por todo el mapa de la ciudad: «la Alfalfa, Los Bermejales, Sevilla Norte...»

¿Por qué se invierte la tendencia? Los líderes vecinales más veteranos creen que este resurgir del tejido asociativo viene motivado principalmente por «las nuevas necesidades» que tienen los sevillanos de organizarse para buscar soluciones a sus problemas. Es el caso, por ejemplo, de la entidad Alfalfa Degradada o la de Los Remedios, surgidas ante el nuevo fenómeno de la movida nocturna; o de Bermejales Activa, que clama contra la falta de plazas públicas de guardería en uno de los barrios sevillanos que tiene mayor índice de natalidad.

Sin embargo, hay quien difiere de esta teoría optimista y mantiene que «no estamos en un buen momento» y que se atraviesa un periodo de cambio en el que las entidades buscan un nuevo rumbo para redimensionar un colectivo que ido perdiendo fuelle. El portavoz vecinal de Triana Norte, Diego Parra, señala que «si bien es cierto que existe una cultura consolidada de asociaciones de vecinos –con al menos una por barrio–, como ha ocurrido en muchas otras organizaciones, el nivel de afiliación es pequeño si se compara con la población del distrito». Otro aspecto que destaca es el cambio de modelo que se está imponiendo en un alto porcentaje con «reivindicaciones de nivel bajo, como colocar un semáforo o arreglar un bordillo», y otras cuestiones «más sociales o lúdicas, como organizar una velá o promover excursiones culturales». El mayor exponente lo encontramos en la asociación Asistente Arjona, que promueve hasta exposiciones en la sede que tiene en el entorno de la plaza del Pan.

El que hasta hace poco fuera presidente de la asociación vecinal Triana Norte –«que no vecinos para representar a todos independientemente del género»–, lamenta que en los últimos tiempos haya disminuido la conciencia crítica. «No tienen nada que ver estas asociaciones vecinales con el movimiento que nace a finales de los años 70 y principios de los 80, donde además había una reivindicación de democracia. Con el paso de los años han cambiado las cosas, y ya no se lanzan tantas propuestas de modelo de ciudad o propuestas de mejora de los servicios públicos, como el transporte o la limpieza».

Tanto Parra como Rafael Pertegal, de la asociación de vecinos Martínez Montañés en Las Tres Mil, reconoce que «por interés de la propia administración local y de las fuerzas políticas» se ha ido desmontando el asociacionismo en los últimos años. «Los políticos se arrogan la representatividad del pueblo al ganar las elecciones y, en contra, se quita el protagonismo a estas entidades, relegándolas a un nivel de reivindicación bajo y enfocándolas a otras cosas más secundarias».

Pese a todo, los representantes vecinales defienden «el papel fundamental» de estas asociaciones en la sociedad actual. De hecho, insisten en que «la democracia no es solo votar cada cuatro años, sino que el pueblo participe de forma directa». Es en este punto donde las organizaciones ciudadanas cumplen la misión de «mecanismo de control» de la actividad administrativa y de las fuerzas políticas. «Las asociaciones de vecinos suponen otro punto de vista y son la única herramienta que tiene el ciudadano de a pie para ver a diario qué cosas se hacen y si se cumple lo que se aprueba. Esto es algo que solo se puede hacer a través de estas entidades», concluyen.