Campanal II, el mejor futbolista-atleta

En 1954 recibió la Medalla al Mejor Deportista de España por votación popular, por delante de Kubala y Zarra

04 sep 2017 / 08:00 h - Actualizado: 02 sep 2017 / 22:27 h.
"Hemeroteca El Correo"
  • Ningún defensa central saltó más alto que él, superando siempre a los delanteros. / El Correo
    Ningún defensa central saltó más alto que él, superando siempre a los delanteros. / El Correo
  • Atleta por vocación. El 18 de marzo de 1952, en el estadio Macarena, Campanal II franqueó el listón a 1,83 centímetros del suelo. / El Correo
    Atleta por vocación. El 18 de marzo de 1952, en el estadio Macarena, Campanal II franqueó el listón a 1,83 centímetros del suelo. / El Correo
  • 1954: mejor jugador español. / El Correo
    1954: mejor jugador español. / El Correo
  • Con su tío Guillermo, Sánchez-Pizjuán y Ramoní. / El Correo
    Con su tío Guillermo, Sánchez-Pizjuán y Ramoní. / El Correo

Marcelino Vaquero González del Río, Campanal II (Gijón, 13 febrero 1932), con ochenta y cinco años cumplidos y cuarenta y tantos desde que colgó las botas, sigue en la mente de los sevillistas y aficionados al fútbol que lo vieron jugar, como un jugador de leyenda. Las fotografías que acompañan nuestras líneas sintetizan una manera de jugar que marcó un antes y un después en el fútbol europeo, como dijo Óscar Crucci, entrenador del Independiente argentino, en 1953, después de verle jugar en Nervión contra su equipo. Campanal II volaba por encima de los delanteros. Lo recordamos superando con autoridad a jugadores de la talla de Kubala, Di Stefano, y Bonelli, en Nervión, y a los delanteros del Valencia en Mestalla. La desgracia de Campanal II, catorce veces internacional, fue no vestir la camiseta madrileña o barcelonista. Y la mala suerte que a veces le persiguió en forma de lesiones. La más grave de su vida se la produjo el madridista Gento, en el Bernabéu.

Ninguno de los equipos que pretendió a Campanal II, entre ellos el Real Madrid, obtuvo el visto bueno de la directiva sevillista ni del propio jugador, que siempre dijo que terminaría como futbolista en Nervión, y así lo hizo en la temporada 1964-1965. Campanal II fue pretendido por los clubes grandes, sobre todo, después de que en 1954 recibiera el título de mejor jugador de fútbol español, concedido por votación popular organizada por el Ministerio de Información y Turismo, seguido de Kubala y Zarra; triunfo refrendado en 1956 por la Real Federación Española de Fútbol con la concesión del Trofeo Patricio Arabolaza, para premiarle su nobleza deportiva, su profesionalidad y entrega al club de sus amores.

Si la envidia, dicen el Ripalda y el Astete, es tristeza del bien ajeno, el Real Madrid de los años cincuenta la padeció hasta extremos ridículos. De la capital de España no sólo surgió la leyenda negra de la supuesta dureza de Campanal II, sino que en el colmo de la arrogancia y prepotencia, llegó a exigir a la Real Federación Española de Fútbol que le prohibiera jugar en la Liga Española. Sucedió que en un partido contra el Real Madrid, su jugador Santisteban se cruzó con el Huracán de Avilés y salió rebotado. Se formó la bronca. Los jugadores madrileños exigieron al árbitro la expulsión del sevillista presionando con que ellos abandonarían el campo. Y luego vino la campaña en los despachos, como siempre. Pero aunque entonces no hubiera televisión que perpetuara su juego excepcional, queda el recuerdo de quienes lo vieron jugar con su fuerza y nobleza características, y le valoran justamente como el mejor defensa central de todos los tiempos, como leyenda sevillista. Y con motivo del centenario del club decano, se presentó la oportunidad de rendirle el homenaje que se merece y que fue seguido por los sevillistas y todos los aficionados al fútbol.

Marcelino Vaquero Gon-zález del Río nació en una familia que ya estaba marcada por el fútbol. Su padre, Ovidio Vaquero Álvarez, había sido lateral izquierdo en el Sporting de Gijón; su tío Santiago Vaquero Álvarez también jugó en el Sporting, destacando en este caso como interior por ambas bandas.

Por su parte, Guillermo González del Río García resultó ser un gran delantero y bajo el nombre de Guillermo Campanal o Campanal I formó parte de la que probablemente haya sido la mejor delantera de la historia del Sevilla, la delantera Stuka. Campanal sigue siendo a día de hoy el máximo goleador de la historia del Sevilla con 217 goles. Dos copas y una Liga le avalan. Ovidio perdió la vida en la Guerra Civil, y al pequeño Marcelino que ya destacaba en el Real Avilés por su fortaleza física, en cuanto cumplió 16 años lo metieron en un barco carbonero procedente de las minas asturianas y le enviaron a Sevilla donde su tío Campanal ya ejercía como entrenador. Marcelo Campanal jugaba de central en el CD Iliturgi y tenía 19 años.

La temporada siguiente, se lesionó el central Antúnez, y su tío volvió a tirar de él para suplirlo, y ya no soltó el puesto. Con 21 años le llegó el sitio en la selección, esta vez fue Navarro, lateral diestro del Real Madrid el que se lesionó, y ahí estaba Marcelo Campanal para tapar el hueco. El día antes de debutar, le dijo al seleccionador que tenía fiebre y no podría jugar, esperaron al mismo día, le tomaron la temperatura y con 40º C debutó frente a RFA.

Marcelo Campanal como buen central de la época era contundente y duro si la ocasión lo requería. «Campanal el ogro» le llamaban, prueba de ello fue el partido que España jugó en Turquía el 14 de marzo de 1954, en el que España acabó con ocho jugadores, ningún expulsado, tres lesionados y el propio Campanal con siete puntos de sutura, pero repartió como todos los turcos juntos.

Aunque lo más duro lo hizo Gento, el gran Paco Gento durante un partido le dio una patada por la espalda y aunque Campanal aguantó todo el partido, se retiró orinando sangre. La lesión renal provocada le ha acompañado toda su vida. Con el Sevilla jugó numerosos partidos, titular indiscutible siempre, incluido el amistoso que se jugó en Oporto contra el equipo local, la Batalla de Oporto como se conoció en la época aquel partido, acabó con una tángana de las que nunca debe haber en un terreno de juego: «A Romero le partieron la nariz, así que me acerqué al portugués y le tumbé de un puñetazo», al poco estaba en la esquina rodeado de jugadores que se abalanzaban sobre él, y no tuvo otra idea que defenderse con el banderín de córner (que no era flexible como los de ahora); dos días en la cárcel tuvo como recompensa «si no es por el consulado español, aún estoy allí».

Con la selección también lo era, pero jugó menos y sus internacionalidades se quedaron el 14 partidos. Jugó menos porque el 31 de agosto de 1958, durante un Sevilla-Madrid final del trofeo Carranza, Santiago Bernabéu bajó al campo a pedirle al árbitro que Campanal no podía seguir jugando en esa posición, ante la negativa del colegiado y del entrenador sevillista, en el descanso habló con Ramón de Carranza para exigirle que si Campanal no era cambiado, el Madrid se retiraba. El Sevilla accedió al cambio, pero Campanal, el jugador que a los 22 años era el capitán del combinado español, el central al que querían el Inter, el Torino, el Barcelona y hasta el propio Madrid, el capitán Maravillas ya no volvió nunca más con la selección.

Dejó el Sevilla (o simplemente le invitaron a irse) tras 16 temporadas en 1966, para retirarse dos años después en el Deportivo de La Coruña. Se retiró del fútbol, pero del deporte nunca lo ha hecho. Marcelo Campanal fue elegido en 1954 mejor jugador español del año y está incluido en el once ideal de la selección española de fútbol.

Son días intensos para Marcelino Vaquero. Pese a tener 86 años, Campanal II, como se le conoce, sigue haciendo deporte. Muestra de ello es que hace unas semanas se proclamó campeón de España de salto de altura y de lanzamiento de peso en la categoría de mayores de 85 años y suma ya 104 entorchados nacionales. Campanal II es uno de los grandes jugadores de la historia hispalense, donde acumula más de 400 partidos que le hicieron ganarse un hueco en la fachada del Sánchez Pizjuán. En la década de los 50 era uno de los exponentes de aquel gran Sevilla, que alcanzó en la temporada 57/58 los cuartos de final de la Copa de Europa.