Ciega a los 26 años. Licenciada y a punto de ser madre a los 36

"Cuando sales de un hospital ciega y tienes sólo 26 años tienes dos opciones: o hundirte o salir adelante”

13 dic 2018 / 18:35 h - Actualizado: 13 dic 2018 / 18:39 h.
"Entrevista"
  • Ciega a los 26 años. Licenciada y a punto de ser madre a los 36

María Dolores Nogales (15 de mayo de 1982) “celebra” hoy la patrona de las personas invidentes, Santa Lucía, como una más. Como una persona más que, de sus cinco sentidos, no tiene uno, pero con otros cuatro tan activos que desde que hace una década se quedó sin vista, decidió salir adelante nada más abandonar el hospital.

Desde entonces, esta sevillana ha terminado una licenciatura de Fisioterapia, se ha casado, está a punto de ser madre y cada día echa sus piernas fuera de la cama “como una persona más, ni más menos”. El único pero a todo lo que rodea su vida es que 2018 la ha dejado sin su padre, pero lo explica mientras intenta a duras penas aguantar el ímpetu de Rodrigo, su ahijado de año y medio que besa sin parar a Carolina, la niña que lleva en su vientre y nacerá a finales de enero si no hay novedad.

Es ciega, sí, y ya está. Lee con una soltura envidiable, se sienta a ver una película acompañada por si los diálogos no son completos y, ayudada por Antonia, su madre, se desenvuelve en su casa como una persona sin ninguna discapacidad. Y es que, no es discapacitada, es ciega, es bueno apostillarlo de vez en cuando para que el lector se posicione claramente en torno a lo que supone el día a día de personas que no tienen algún sentido plenamente activo.

“O te hundes o sales adelante”

"Cuando sales de un hospital ciega y tienes sólo 26 años tienes dos opciones: o hundirte o salir adelante, y yo elegí salir adelante". Decidió salir adelante y sacar adelante su vida. Y no fue fácil. No había comenzado su carrera de fisioterapeuta cuando salió del hospital sin vista, pero se fue a la universidad y las pocas semanas ya tenía un pupitre ante ella.

Terminó la carrera en 2015, y se puso manos a la obra para la prueba de inglés imprescindible para poder trabajar en un organismo oficial que precise sus servicios. Desde entonces, ella no se viene abajo nunca, esta estudiante de la Universidad de Sevilla, decidió que no quería ir a más entrevistas donde se sorprendieran por ver entrar a una mujer ciega a querer ocupar una plaza para gente “normal”, así que se hizo autónoma y montó en su casa su propia consulta, que retomará en cuanto Carolina se lo permita. No obstante, en cuanto se entera de que hay una plaza a concurso en alguna empresa o administración, ahí se planta ella. Y es que no es discapacitada ¿ha quedado claro?, es ciega. Y como ella, cientos de personas se lanzan cada día a la calle a buscar un trabajo o a levantar la persiana de su empresa, porque ser ciego no es algo voluntario, pero superarlo sí.

Al principio no fue fácil

Pero para llegar a lo que es hoy, ha tenido que superar las trabas lógicas de carecer de la vista. Todo comenzó por un tumor nasal que la afectó inicialmente al olfato. Del tumor fue operada con éxito, pero la repercusión en la pérdida de los sentidos del olfato y la vista fue, de momento, irreversible.

María Dolores explica que "salir adelante cuesta, porque se me fue la vista de un día para otro, y crees que va a volver, tenía esperanzas, pero cuando ves que la situación es la que es hay que poner los medios para vivir con esa limitación, y cuanto antes lo asimiles y saques adelante tu vida, ya estás perdiendo tiempo si no lo haces", señala.

Con todo, bromea. Su marido, Felipe Alberto, fuma. “Claro, como no puedo oler el tabaco, el tío se aprovecha porque no puedo reñirle”. Él no se separa un momento de ella siempre que puede, pero más por sus profundos ojos claros que por su discapacidad, porque ella no es discapacitada, sino ciega. A estas alturas ya ha debido quedar claro y diáfano.

Y lo dice ante su otro gran amor: Pumba, una hembra de Labrador que le fue asignada como perro guía, y que ya es una más de la familia. Mucha gente que va a su casa se va a por ella, a por su inmenso pelo negro. Felipe Alberto bromea diciendo que si algún día se separa de su mujer se llevará a la “morena” (así llama a la perra). Se hace querer, de eso no hay duda (la perra).

Accedió a ella tras una larga espera "porque la demanda de perros guía es muy alta, pero esperar al final merece la pena”. Tiene tanto protagonismo en su vida que fue la portadora de los anillos en su boda.

Ciega a los 26 años. Licenciada y a punto de ser madre a los 36

Soy feliz, hay que serlo

Hoy día, "lo tengo superado. No sé lo que pasará con mi vista, ya que mi nervio óptico no está roto, sino atrofiado, pero no me preocupa y tiro para adelante”.

La tumoración la dejó sin visión en el ojo izquierdo, y con un pequeño resto en el cuadrante derecho superior del derecho, "que me permite distinguir luces, contraste de colores, negro sobre blanco, colores como azul, amarillo, rojo o blanco, o si alguien se acerca por el lado de derecho, pero no defino las caras”.

Cómo puede saber qué ropa trae Rodrigo o si sonríe otro de sus ahijado, Martín, un elemento rubio de casi 15 meses, es un secreto que sólo ella sabe cómo definir. Jimena y Leandro son los otros niños que ha apadrinado y que comparten pasión con los dos últimos, que aún llevan pañales.

“No fue una carrera fácil”

Ojo, volvemos a la Universidad. No fue casualidad que se sacase la carrera de Fisioterapeuta, porque su vida estaba enfocada en cuidar la salud de las personas que le rodean. “Dejé sin terminar los de Farmacia, porque no me llenaba lo que hacía, pero al emplear tiempo y dinero pensé en terminar, además de que tenía problemas de plazas para acceder a Fisioterapia, pero al quedarme ciega me afilié a ONCE, y por la discapacidad tenía plazas reservadas".

Eso sí, la carrera no fue fácil, porque el subconsciente de los profesores hacía que explicasen con frases como "se pone la mano aquí" y no "se pone la mano en la rodilla", lo que le provocaba algunos problemas para seguir las clases, que finalmente fue superando, hasta poder atender a sus pacientes cada día con la misma soltura de una persona sin ningún problema de visión”.

Eso es el pasado, el futuro lo tiene por delante para escribirlo con las letras que ella quiera. En braille, sí, porque así escriben los ciegos, no las personas discapacitadas, porque ella..., bueno, ella es especial.