Cómo narrar la Feria sin épica

Martes caluroso y bullicioso en un Real que, como todos los años, mira a unos Remedios que lo contemplan y en donde sigue latiendo su propio pulso

17 abr 2018 / 21:32 h - Actualizado: 18 abr 2018 / 12:49 h.
"Feria de Abril","Feria de Abril 2018"
  • La portada y un conductor de coche de caballos que mira de reojo antes de dejar la Feria. Al frente, unos Remedios que contemplan impasibles, un año más, la gran fiesta que transcurre en el barrio. / Manuel Ibáñez
    La portada y un conductor de coche de caballos que mira de reojo antes de dejar la Feria. Al frente, unos Remedios que contemplan impasibles, un año más, la gran fiesta que transcurre en el barrio. / Manuel Ibáñez

A la literatura periodística de Feria se le puede poner más o menos épica, al gusto. También puede optarse por la lírica costumbrista. O por la pulcra enumeración de las anécdotas informativas que cada jornada va generando. Eso va en la opción de cada uno. Pero de vez en cuando conviene tomar distancia. Sobre todo cuando de lo que se trata de radiografiar es un martes de feria. Un martes que, en realidad, era más bien un viernes porque hoy, miércoles, es fiesta. Ese solo hecho daría para hablar de bullas, atascos, sevillanas en vena, casetas a rebosar, calor modelo primavera hispalense y rebujitos a granel. Pero eso seguro que ya se lo saben.

La Feria es una cosa (una cosa, sí, porque vaya usted a saber qué es en realidad todo esto) que mira a un barrio. O un barrio –Los Remedios– que mira a una Feria, como quieran. Y, a vuela pluma, se diría que el barrio se mimetiza con el Real. Ríos de personas por Asunción, una Plaza de Cuba que parece la pre-portada, un ambientillo así generalizado que cambia la fisonomía. Se diría que si los vecinos no cuelgan farolillos de las terrazas no es más que porque las banderas de España que lucen son tan modelo XL que apenas sí dejan hueco para más nada.

Uno tiene la sensación de que a Los Remedios le pasa como a las calles del centro en Semana Santa. Muchas las descubrimos evitando bullas, persiguiendo atajos. Un poco como aquí, cuando el común de los mortales contempla que hay Remedios más allá de República Argentina. ¿A qué obedece que este martes por la tarde tantos bares estuvieran llenos?, ¿es posible que sea algún tipo de militancia de corbata y cubatazo anti Feria? «Aquí viene la gente a descansar los ojos», expresaba un camarero del London Gin Tonic Club, en Juan Sebastián Elcano. «Yo por mí me quedaba aquí hasta ver venir a la Virgen de la Victoria», prorrumpía un espontáneo, declarándose en ese momento más partidario del Jueves Santo que del martes con disfraz de viernes del Real.

«A ver si pasa pronto», clamaba una vecina en la calle Virgen del Valle. «A mí me gusta más la Semana Santa porque por aquí pasan pocas y se puede vivir», insistía la muy sevillana mujer, tan refractaria a la Semana de Pasión como a la de farolillos. Por contra Eustaquio prefería no mojarse ante las preguntas del molesto plumilla. Callaba prudentemente cuando se le preguntaba por cómo estaba viviendo la Feria, él que vive desde hace una década en la muy remediense calle Niebla. Ni mú decía Eustaquio, concentrado como estaba en levantar la pata y apropiarse con su pipí de un puñado de farolas.

Los Remedios este martes seguía a su ritmo. Que en parte es el de la Feria, pero solo en parte. En el Phoenix Club de la plaza con nombre de isla caribeña sonaba música irlandesa de los Chieftains (y bueno, también de Shakira, c’est la vie!) mientras que los comensales que llenaban el local deglutían nachos con guacamole y se echaban al gañote unas Guiness nada hispalenses. A la misma hora, en el Bingo Los Remedios, Eulalia se disponía a echar «un puñadito de cartones». «¡Si me toca voy a la Feria!», decía. Debe ser la mejor manera de no ir. Y así las cosas, en la Farmacia de Don Jacinto Moreno se despachaba Gelocatil y Loratadina; y en la tetería de la calle Betis un puñado de pubertos plantaban cara a los 16 años fumando cachimba y bebiendo azúcar con té. Un martes como otros tantos. Y, sí, la Feria bullía. Apretaba el calor, llegaba la hora de los buñuelos y de arrimar a los niños a la calle del Infierno. Pero todo eso seguro que ya lo sabían.

DETALLES

¡Rebujito con hierbabuena!

Es el no va más en modernismo ferial. En algunas casetas ya se sirve rebujito con hierbabuena. La tradicional hierba aromática que condimenta el caldito se pasa también al aliño de este brebaje espirituoso. Algo parecido a lo que hicieron en su momento las bayas de enebro cuando algún iluminado descubrió que le sentaban bien al gin-tonic. Si se atreve, láncese a pedirlo, no le pondrán cara rara: Una jarra de rebujito con hierbabuena.

Un Real más sostenible

Hasta ahora se han recogido 84.860 kilos de envases de vidrio (49.380 este pasado lunes), 11.960 kilos de papel y cartón (4.500 el lunes) y 1.820 litros de aceite (1.660 este lunes). Para ello, se han llevado a cabo ya 221 acciones informativas y se están repartiendo 17.000 abanicos y 40.000 chapas en las que se invita a la ciudadanía a colaborar y a conseguir que Sevilla tenga la Feria más limpia.

Esteladas en la feria

Quienes proclaman a los cuatro vientos que en el Real cabe todo el mundo debían haberse pasado este martes por la caseta El Garbanzo Negro, del sindicato CGT. Aquí, en Manolo Vázquez, 39, ondean (es un decir) en forma de pines y llaveros banderas republicanas, comunistas, sindicales y hasta lazos amarillos y esteladas. Diversos miembros del Comité de Defensa de la República en Andalucía acudieron este martes uniendo en sus solapas el independentismo andaluz y el catalán. Ahora sí que estamos todos.