Con la única ausencia del consejero de Justicia, Emilio de Llera, la calle Pepe Luis Vázquez se transformó en las horas centrales de este miércoles de Feria en una suerte de Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía colorido y caluroso. Primero en la caseta municipal y luego, a eso de las tres y media, en la caseta de la cadena SER, donde no cabía un alfiler en una recepción que reúne cada año en el Real a lo más escogido de la clase política andaluza.
Susana Díaz no necesitaba presentación. Su entrada en cada caseta se anuncia en forma de tropel de cámaras y comitiva política que, milagrosamente, encontró acomodo en las apreturas de la caseta de la radio. El paseíllo oficial que realizó escoltada por su portavoz Miguel Ángel Vázquez y el consejero de Empleo, José Sánchez Maldonado, además de por el alcalde, Juan Espadas. La esperaban allí varios de sus consejeros, como el de Economía y Conocimiento, Antonio Ramírez de Arellano, o la de Educación, Adelaida de la Calle. Se sumaron el de Medio Ambiente, José Fiscal; la de Agricultura, Carmen Ortiz; la de Cultura, Rosa Aguilar; la de Asuntos Sociales, María José Sánchez Rubio; y, seguramente la más tardía, la de Hacienda, María Jesús Montero. Aquilino Alonso, el consejero de Salud, optó por no entrar en la bulla feriante y guarecerse en la poca sombra de uno de los árboles de la calle. Pero, salvo ese detalle, el Consejo de Gobierno estaba dentro, en varias mesas agrupadas en un rincón de la caseta que daba a la calle, al fresquito de la calle.
En esas lides anduvo listo el líder del PP andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, que estuvo un rato antes de que la presidenta acaparara la atención, al igual que el líder autonómico de C’s, Juan Marín, acompañado de los ediles sevillanos Javier Millán y Francisco Moraga y la parlamentaria Marta Escrivá. Los cargos institucionales tampoco faltaron a una cita clásica en el Real: el subdelegado del Gobierno, Ricardo Gil-Toresano compartía mesa, y charla, con el delegado del Gobierno, Antonio Sanz, y con la secretaria general de UGT en Andalucía, Carmen Castilla. Su representante en Sevilla, Juan Bautista Ginés, también asomó por Pepe Luis Vázquez, al igual que el secretario general de CCOO en Sevilla, Alfonso Vidán.
El presidente del Parlamento de Andalucía, Juan Pablo Durán, se sumó al rincón que, poco a poco, se quedaba pequeño. También se hallaba allí el director de Radio Sevilla y anfitrión de la fiesta, Antonio Yélamo, el rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro y el concejal de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Sevilla, Antonio Muñoz.
Para no faltar, hasta llegaron pedristas. Si las primarias se celebraran ayer en el Real, Susana Díaz ganaría por mayoría, pero no por unanimidad. Pedro Sánchez se quedó ayer en Linares –hoy Dios dirá–, pero no su fiel cuadrilla sevillana: su voz en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, la edil Inmaculada Acevedo y la exconcejal capitalina Encarnación Martínez tomaron la voz, cordial pero crítica, en medio del oficialismo socialista.
Esto pasó desapercibido para la dirigente trianera, que antes, en la caseta municipal, se dio un baño de multitudes por la plana mayor de su partido en Sevilla, a la sazón, Verónica Pérez, el propio Espadas y Fernando Rodríguez Villalobos, que también ejercía de anfitrión al ser la recepción de alcaldes de la provincia, que se congregaron ayer bajo la pañoleta del No&Do. Ya dentro, el grupo De Caramelo, de Huévar, le dedicó una sevillana «a la señora presidenta», mientras la presidenta andaluza se fotografiaba con alcaldes y, sorpresa, con el socialista madrileño Antonio Miguel Carmona.
El efecto Díaz moviliza a las masas del PSOE sevillano, cuya fuerza está en unos alcaldes a los que ayer no les importó el cuentakilómetros. Los más tempraneros fueron los alcaldes de Camas, Rafael Recio; San Juan de Aznalfarache, Fernando Zamora; y La Algaba, Diego Manuel Agüera; además del gerente del Consorcio de Aguas de Sevilla, Blas Ballesteros. Se sumaron a la fiesta –que lo era– las dirigentes más flamencas: la alcaldesa de Alcalá de Guadaíra, Ana Isabel Jiménez (traje amarillo); la de Gelves, Isabel Herrera (de lunares blancos); la delegada del Gobierno en Sevilla, Esther Gil; o las ediles Clara Macías, Adela Castaño y Myriam Díaz.
En ese enjambre estaban, entremezcladas con el cuerpo consular, diputados provinciales, la comisionada del Polígono Sur, María del Mar González; el presidente del Sevilla F.C., José Castro; el presidente del Real Betis Energía Plus, Fernando Moral; el presidente del Puerto, Manuel Gracia...y más y más regidores: Javier Fernández (La Rinconada), Juan Manuel Rodríguez (Morón), Francisco Molina (Bormujos), Ángeles García (Cantillana), María del Mar Romero (Marchena); Carolina Casanova (Santiponce) Carmelo Cubero (El Real de la Jara), José de la Rosa (Villamanrique), Manuel Sánchez (Martín de la Jara), Carmen Herrera (Castilleja de la Cuesta), Rosalía Moreno (Los Molares), Agripina Cabello (Almensilla) o Manuela Cabello (Aznalcázar).
Todos estaban teñidos por el color de la rosa y el puño. Bueno, casi todos. Ni rastro de los regidores de IU, cuyos mandatarios ya han mostrado su rechazo a lo que tildan de postureo de recepciones. También se ausentaron los alcaldes de El Coronil (Podemos) o Espartinas (C’s).
El PP sí que trajo a un alcalde: Martín Torres, de Villanueva del Ariscal. Aunque la cosa estaba más en comprobar la hermandad –o mejor dicho, la falta de ella– de un partido hecho añicos desde las recientes votaciones que han dado lugar a un relevo al frente de los populares sevillanos. El oficialista Alberto Díaz llegó, con Amidea Navarro y el tomareño Eloy Carmona. Al poco, se sumaron a la caseta la nueva lideresa del PP sevillano, Virginia Pérez, con Beltrán Pérez, Evelia Rincón,... Ambos sectores inmortalizaron su llegada, cada uno por su lado, con los amigos de C’s. Pero la argucia de un periodista elevado a pregonero, y de los buenos, Alberto García-Reyes, logró engatusar a unos y otros y conseguir la estampa de vencedores y vencidos en el mismo retrato. Juntos pero ni revueltos ni de buen rollo. Tras los pertinentes flash, cada uno fue por su lado.