Correr en la calle o matricularse en el gimnasio para lucirse en bañador

La Operación Bikini llena los centros deportivos tanto como el 1 de enero. Además, Sevilla desarrolla sus primeros cricuitos señalizados para los ‘runners’

08 jun 2017 / 18:31 h - Actualizado: 08 jun 2017 / 22:40 h.
"Desmontando la operación bikini"
  • Ejercicios en una instalación deportiva de Sevilla. / Antonio Acedo
    Ejercicios en una instalación deportiva de Sevilla. / Antonio Acedo
  • El ‘running’, antes llamado ‘footing’. / Juan Carlos Cazalla
    El ‘running’, antes llamado ‘footing’. / Juan Carlos Cazalla

Los estudiosos –los repasa Inmaculada de la Puente-Herrera en su entretenido estudio El Imperio de la moda– dicen que en nuestra época más que los adornos y el vestido lo que cambiamos cada temporada es el cuerpo. En concreto, solo con un cuerpo joven y más o menos atlético podemos considerarnos en el privilegiado grupo que marca tendencia.

Esta autora sostiene que la operación bikini tiene un preludio: la del traje de flamenca. Es un traje tradicional sujeto a los avatares de la moda «que no oculta ya la tripita como hacía el traje cortado a la cintura y con muchos volantes y vuelo propio de los 80».

Pero ¿Por qué Operación Bikini? «El cuerpo tiene que adaptarse al traje y no viceversa. Es lo que llamó George Simmel la tiranía de la moda. Ese cuerpo ya construido en la primavera tiene que mantenerse y perfeccionarse en verano para ser objeto de los baños de sol, símbolo actual de estatus: tener tiempo y dinero para el dolce fare miente en la costa. El moreno ya no es lo propio de la mujer campesina, no es símbolo del trabajo, sino del ocio. Pero lo del moreno es importante con lo peligroso que está el sol. Es un ejemplo de como la tiranía de la moda atenta contra la salud, sin caer en ejemplos extremos como anorexia y bulimia», explica esta estudiosa de los fenómenos de la moda.

Así que cuando llega el buen tiempo hay que prepararse para lucir palmito cuando el verano nos permita ir a la playa. Quien bautizó este proceso como Operación Bikini dio una lección de cómo poner un buen titular: corto, concreto, contundente. Y todos lo entienden.

Una de las opciones para recuperar el cuerpo perdido consiste en correr. Sevilla es una ciudad idónea para eso, con 11 metros de desnivel entre sus zonas más bajas y las más altas. Un portavoz municipal explica que el Instituto Municipal de Deportes (IMD) cuantifica en 50.000 personas los inscritos en las carreras populares en sus diferentes categorías, lo que da una idea de la popularidad de la idea de mantenerse en forma. Hoy apenas nadie se atreve a presumir de despreciar el ejercicio.

Además, el IMD ha creado ya cuatro circuitos de running (correr, pero a la moda, incluso conectados a un móvil que registra el ritmo cardiaco y el consumo de calorías) municipales en sendos parques y junto al Guadalquivir. Ha significado una inversión de 65.588 euros en señalizaciones «que no sólo indican las distancias recorridas sino también diferentes equipamientos biosaludables, puntos de agua o espacios de estiramientos», indica el IMD.

Las rutas para corredores se extienden desde la orilla del Guadalquivir (calle Jándalo, a la espalda de la estación de autobuses de Plaza de Armas), hasta el Parque de San Jerónimo, en el llamado Huevo de Colón, y por tres parques: Miraflores, Tamarguillo y Amate.

La ruta del Parque de Miraflores, con 3,5 kilómetros, es la de mayor extensión. Parte de La Pirámide, punto de encuentro frecuente para los corredores que entrenan en este entorno.

El circuito del Parque Amate también cuenta con un recorrido circular de 2,4 kilómetros para una o varias vueltas en el perímetro del parque, con el fin de evitar zonas concurridas. Su punto de partida está situado en la entrada del parque por la avenida de la Revoltosa. El circuito del Parque del Tamarguillo parte de la avenida de Séneca y se extiende a lo largo de 2,8 kilómetros.

En cuanto a las carreras populares, las cinco que organiza el IMD son las Carrera Popular de Miraflores, las pruebas Nervión-San Pablo y Parque de Maria Luisa, la Carrera Parque Triana y la Carrera Popular Casco Antiguo, que se celebrará el 22 de octubre y donde se puede batir el récord de participación del año pasado, cifrado en 48.500 corredores.

De hecho, el concejal de Deportes, David Guevara, presume de contar con un circuito 10K «que sigue siendo la referencia como el mejor de país» gracias a las condiciones de la ciudad para practicar el running, ya que se encuentra a nivel del mar, prácticamente carece de desniveles y está protegido del viendo.

Pero no todo el público opta por lo efectivo y económico de correr al aire libre para tonificarse. Eva Cañizares, directora del Centro Deportivo Fundición, también dependiente del IMD y ubicado en el Casco Antiguo, explica que el año tiene tres épocas doradas para las matriculaciones en los gimnasios: tras las navidades (los famosos propósitos de Año Nuevo), las vísperas del verano por el temor a reventar el bikini y después del verano, una época en la que a pesar de tanto esfuerzo por no hacer el ridículo en bañador la mayoría de las personas se relaja con los kilos gracias a la ausencia de preocupaciones laborales y a que comen más y más fuera de casa.

Pero hay una diferencia. En Navidad no hay urgencia por bajar de peso. Antes del verano, sí. Y los ejercicios que reclama el público son de más intensidad. En el caso del Centro Deportivo Fundición, ciclo indoor (bicistática, pero con toda la intensidad) y body pump (coreografías). «Aquí se apuntan a la operación bikini mitad hombres, mitad mujeres y tenemos una media de edad de 39 años», explica Cañizares. La edad media para apuntarse a la operación bikini baja un poco porque la estética pesa más que la salud.

Quienes se matriculan el 1 de enero, en cambio, optan por GAC (ejercicios de glúteos, abdominales y caderas), zumba, pilates o yoga.

«En realidad, quienes llegan mejor al final de la operación bikini son quienes han sido constantes todo un año y no han hecho ejercicio solo un mes antes», completa la directora del gimnasio. «Estos últimos vuelven tras el verano con más kilos porque tampoco se ejercitan mucho en verano, y aprovechan los días librer para comer y beber. Los esperamos en septiembre», dice con cierto tono de profesora que acabará examinando a malos estudiantes.