Cuando desconectar en verano es imposible

La crisis ha empujado a las empresas a ofrecer vacaciones fraccionadas para no cerrar en verano y aumenta la dificultad para olvidarse del trabajo

Manuel Pérez manpercor2 /
18 jul 2017 / 06:47 h - Actualizado: 18 jul 2017 / 06:47 h.
"Veraneando"
  • En España, el 39% de los trabajadores se mantiene conectado al trabajo por iniciativa propia y el 28% reconoce que no es capaz de desconectar. / Pixabay
    En España, el 39% de los trabajadores se mantiene conectado al trabajo por iniciativa propia y el 28% reconoce que no es capaz de desconectar. / Pixabay

Puede que estés leyendo este reportaje en la playa, mientras disfruta de sus vacaciones con su familia, su pareja o sus amigos. También es posible que lo estés haciendo mientras toma un café a media mañana en un pequeño descanso laboral. Sea como fuere, si hay algo cierto es que el modelo del asueto estival ha cambiado en los últimos años. Antes era más frecuente que los trabajadores eligieran el mes de agosto completo para desconectar. Sin embargo, empresas y empleados optan cada vez por la fórmula de las vacaciones fraccionadas.

Como su propio nombre indica, las vacaciones fraccionadas son aquellas en las que el trabajador disfruta de los treinta días que fija el Estatuto de los Trabajadores distribuidos en plazos, normalmente en quincenas, en los que se intercalan los tramos de ocio con los de trabajo. Pero, ¿qué ha pasado para que ya no se hagan las vacaciones de manera continua? ¿Cómo influye esta medida tanto en el trabajador como en el empresario?

Según un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la globalización de la economía ha empujado a las empresas a un modelo que las obliga a mantener la competitividad durante todo el año, factor que ha ganado peso a raíz de la crisis económica. No obstante, el verano es una época en la que los sectores relacionados con el comercio, la hostelería y el turismo ven aumentar su volumen de trabajo, lo cual requiere una mayor mano de obra.

En este sentido, el director de Relaciones Institucionales de Randstad, Luis Pérez, opina que el fraccionamiento de las vacaciones busca un «equilibrio» con el que «se diluye el efecto de parálisis» que puede aparecer en el periodo estival y, además, «se produce una redistribución del trabajo». Algo más escéptico se muestra Carlos Aristu, secretario de Acción Sindical de CCOO-Andalucía, quien afirma que este modelo de vacaciones «puede ser un instrumento útil si viene de la demanda del trabajador», aunque reconoce que el fraccionamiento de las vacaciones responde, mayoritariamente, responde a una «ordenación de las vacaciones al gusto del empresario».

Desde el punto de vista empresarial, el fraccionamiento de vacaciones permite que la actividad siga en funcionamiento. De esta manera, «es evidente que cualquier negocio que esté abierto tiene más opciones de tener clientes que uno que esté cerrado», indica Luis Pérez, quien se muestra convencido de que el fraccionamiento del periodo estival es «positivo para todas las partes». En primer lugar, porque «al trabajador le da libertad» para disfrutar de las vacaciones «cuando le apetezca» y, en segundo lugar, porque permite a la empresa planificar sus jornadas «de una forma equilibrada» con el objetivo de «mantener un servicio al cliente sin necesidad de parar». Sin embargo, Carlos Aristu es más reticente. Reconoce que hay determinados sectores en los que «de forma obligatoria» se adopta el modelo de vacaciones fraccionadas. A juicio, de Aristu, esto es «negativo» porque «la mayor parte de las vacaciones no las comparte con su familia» ya que se encuentra a merced «de las necesidades de la empresa». «¿Qué derecho a la conciliación familiar es ese?», se pregunta el sindicalista.

Luis Pérez, citando un estudio desarrollado por Randstad, apunta que el fraccionamiento del descanso veraniego hace aumentar la productividad del trabajador. Pero Carlos Aristu critica que este estudio obvia una «parte fundamental» y son las nuevas tecnologías. Desde CCOO, denuncian que un gran número de empresas aprovechan estas tecnologías para tener «permanentemente conectado al trabajador, esté o no dentro de la jornada laboral». Tal es así, que el 41 por ciento de los encuestados por Randstad reconoce sentirse presionado por sus superiores para mantenerse conectado.

En este sentido, uno de los problemas que plantea el fraccionamiento de las vacaciones es el relacionado con el propio descanso del trabajador y su capacidad para desconectar del trabajo. Según el citado estudio de Randstad, el 28 por ciento de los trabajadores españoles reconoce que no es capaz de desconectar del trabajo durante sus vacaciones –la media europea alcanza el 25%–, si bien es cierto que el 72 por ciento afirma hacerlo con facilidad y un 39 por ciento reconoce mantenerse conectado por iniciativa propia.

Carlos Aristu, de CCOO, apunta que se ha producido un incremento «brutal» del nivel de riesgos psicosociales derivados de esta «total disponibilidad». Esos riesgos son el estrés, los infartos, los accidentes cardiovasculares, depresiones o el indicador de suicidios. Este problema no se soluciona fraccionando o no las vacaciones, «sino con un cambio en la organización del trabajo que garantice el derecho al descanso del trabajador».

España es, junto a Grecia y Portugal, uno de los países europeos donde más difícil resulta esta desconexión. Aristu cree que ello se debe al elevado nivel de desempleo de estos países y a que «ha habido reformas laborales que han instalado el miedo en el trabajador».

Luis Pérez cree que el fraccionamiento de las vacaciones aumenta la productividad y explica que lo recomendable es organizar «con tiempo» los descansos estivales y sus sustituciones para que el trabajador «pueda irse con tranquilidad y el que entre no se vea perjudicado». Por su parte, Aristu no comparte esta visión y aboga por ganar en productividad «a costa de la mejora tecnológica y de organizar el trabajo de una manera dialogada».

En definitiva, el fraccionamiento de las vacaciones puede llegar a ser positivo siempre y cuando atienda a las necesidades personales del trabajador, sin perjuicio de los intereses de la empresa, y garantice el derecho al descanso de la persona.