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Cuestión de matices y modelos antes que de dinero

Los profesionales destacan el carácter inclusivo de los colegios públicos, el aval de su identidad en los concertados y el esfuerzo como receta del éxito en los privados

26 nov 2016 / 10:45 h - Actualizado: 26 nov 2016 / 14:35 h.
"Educación","Educando para el futuro"
  • Una clase de inglés en el colegio privado San Francisco de Paula, ubicado en la calle Santa Ángela de la Cruz de Sevilla capital. / El Correo
    Una clase de inglés en el colegio privado San Francisco de Paula, ubicado en la calle Santa Ángela de la Cruz de Sevilla capital. / El Correo
  • Uno de los patios del colegio concertado La Salle La Purísima, situado en la calle San Luis. / El Correo
    Uno de los patios del colegio concertado La Salle La Purísima, situado en la calle San Luis. / El Correo
  • Clase de chino en el público Ortiz de Zúñiga. / J. L. Montero
    Clase de chino en el público Ortiz de Zúñiga. / J. L. Montero

Es destacable el interés de quienes trabajan en la enseñanza por no desdeñar a colegios con un modelo distinto al suyo. Es posible, sin embargo, realizar distinciones entre públicos, concertados y privados más allá de la evidente cuestión económica, que también importa.

A falta de una comparativa que la Administración y los centros eluden, lo mejor es acudir a los profesionales.

Javier León es director del Colegio público de Enseñanza Infantil y Primaria Borbolla. Él insiste en que el hecho de valorar la pública no significa restar mérito a concertada y privada, y destaca puntos fuertes de la pública. «A un niño, estudiar en un público le aporta aprender cosas que muchas veces no están en los libros y son transversales: educación en valores, igualdad de género, equidad educativa para superar las desigualdades, porque todos los niños que vienen no están en igualdad de oportunidades».

Destaca León el carácter activo y participativo de la enseñanza en el centro que dirige, y el hecho de que se «implemente metodología basada en las emociones», que trabaje la conciencia emocional y el autoconcepto, que permiten responder «a necesidades sociales que muchas veces no están atendidas en la educación reglada». El director del Borbolla valora de manera especial el trabajo de la enseñanza pública en el principio de inclusión y defiende también la identidad propia de la enseñanza pública. Sobre el profesorado, un dato objetivo: para ser maestro hay que pasar por una oposición. Y «su atención a la diversidad es extraordinaria», resalta.

Es conciliadora respecto al profesorado la directora del colegio concertado religioso La Salle La Purísima, María de los Ángeles Pando: «El magisterio es cuestión de vocación. Todos somos compañeros, los maestros de la pública y de la concertada deberíamos unirnos más». Analiza luego la concertada como «una alternativa», en la que destaca «la educación en un centro con su propia identidad y su forma de hacer. No es mejor ni peor. Es una alternativa que atiende el mismo currículum de la pública, el oficial».

Hay aspectos distintos, eso sí: «Otra cosa es que en determinados colegios, y aquí hablo del mío, no nos quedamos en el nivel mínimo que marca la Junta. Pretendemos que los alumnos saquen fuera todo el potencial que llevan dentro». Pando destaca el esfuerzo del profesorado –«nos quebramos mucho la cabeza», dice– por buscar fórmulas y estrategias para ayudar a los alumnos en su formación, entendida como «desarrollo integral».

Respecto al alumnado, aclara que «la idea que se puede tener de que en los centros concertados hay niños de élite no es cierta. Hay centros privados que sí seleccionan a los niños, pero los concertados se rigen en la escolarización por el mismo proceso que la pública. ¿Quién accede a La Salle?: el que quiere».

Luis Rey es el director del colegio privado San Francisco de Paula. También desde un escrupuloso respeto a públicos y concertados, habla de «diferencias en gestión y, por otro lado, lo que creemos que son los rasgos fundamentales del colegio en los que creo que podemos tener fortalezas».

Destaca que tienen «la libertad» absoluta para contratar a las personas que consideren «idóneas», y en la cantidad que consideren necesaria: tienen cinco bibliotecarias tituladas, dos doctores en ciencias como auxiliares en sus laboratorios, o seis personas en el departamento de orientación.

Rey resalta que desarrollan «una inversión muy alta en formación permanente del profesorado», que se actualiza de manera continua. Sobre cierta posible imagen de colegios estrictos, el director del San Francisco de Paula cuenta que, «en nuestro caso es justo lo contrario», y luego matiza: «Todo depende de a lo que se le llame estricto. Si es el afán de hacer las cosas de forma técnicamente correcta y con rigor, nosotros intentamos hacerlo. Si llamamos estricto una concepción autoritaria y arbitraria, no es para nada nuestro caso».

Más allá del filtro que supone pagar un colegio, Rey insiste en que, «en último término, de lo que se trata es de la concepción educativa que hay detrás: las familias que traen a sus hijos quieren una educación indagadora y basada en el esfuerzo como forma de máximo desarrollo individual y con gran cantidad de personal para atender las necesidades individuales».