Curarse a bordo del ‘Enterprise’

La Unidad de Medicina Nuclear del Macarena ‘’decora’ una de sus máquinas de gammagrafía como nave espacial para hacer más cercana esta prueba diagnóstica a los pacientes pediátricos

Iñaki Alonso @alonsopons /
25 abr 2017 / 06:45 h - Actualizado: 25 abr 2017 / 08:43 h.
"Salud","Hospital Virgen Macarena"
  • El doctor Castro (a la izquierda), con parte del personal de su unidad y miembros del servicio de mantenimiento del Virgen Macarena en su universo para niños. / Manuel Gómez
    El doctor Castro (a la izquierda), con parte del personal de su unidad y miembros del servicio de mantenimiento del Virgen Macarena en su universo para niños. / Manuel Gómez
  • Los planetas se concibieron en el aula Diver con niños ingresados. / Manuel Gómez
    Los planetas se concibieron en el aula Diver con niños ingresados. / Manuel Gómez

¿Qué niño diría que no a subirse a una nave espacial y viajar por el espacio? ¿Y si, con ello, además de divisar el cielo estrellado y disfrutara de un tour por los planetas del Sistema Solar, encontrara la tecla para tratar de sanar su enfermedad? No hay más que hablar. Toca personarse en la plataforma de lanzamiento situada en el sótano del Hospital Macarena. La Unidad de Medicina Nuclear, dirigida por el doctor Juan Castro, ha reciclado una máquina de gammagrafía para hacerla más humana a los ojos de los niños, que para realizarles esta prueba diagnóstica deben permanecer quietos durante un espacio prolongado de tiempo.

El germen de la iniciativa surgió del propio Castro, cuando le notificaron la llegada de una tercera máquina de gammagrafía al Virgen Macarena. En vez de pensar en criterios de rendimiento, se puso en la piel de abuelo –que lo es– y cómo sería la mejor fórmula para que los niños no estuvieran incómodos en esta máquina, más si cabe cuando son jóvenes que ya llevan un complicado peregrinaje de pruebas diagnósticos y consultas para enfermedades complejas, como las de afección renal, que requieren de estas pruebas. Pensó en una nave espacial que fascina a jóvenes y mayores. Sólo hay que palpar la fascinación por el Enterprise de Star Trek o el Halcón Milenario de Star Wars, que vuelve a estar de moda por la continuación de la saga.

Castro quería eso y buscó a su artista en el hospital. Lo encontró en Curro Borrajeros, autor de otras innovaciones como las ilustraciones del libro El Principito que embellecen las fachadas de la Unidad de Pediatría. Primero se detuvo en ver cómo disipar el pavor de tener que estar a oscuras al ser una prueba de contraste. «Si ya la prueba da miedo a un niño, más si está con las luces apagadas», reconoció. Así que lo primero fue, además de decorar la máquina como una nave, pintar las paredes de la sala con pintura luminiscente, que a oscuras resalten a modo de cielo estrellado. Para ello, se ofreció de manera voluntariosa el personal de mantenimiento: Luisa, Jorge, José Luis y al compañero al que todos conocen como El Bisbal por sus rizos a modo del afamado cantante recibieron el encargo con ilusión, ya que «salían de la rutina y se les daba su espacio dentro del hospital». Así y a suaves brochazos a distancia y con sumo mimo, decoraron su rincón del universo.

Pero no hay galaxia sin sol y sin planetas. Un cometido que Borrajeros encomendó a los encargados del aula hospitalaria del programa Diver, que desde la quinta planta del hospital trata de hacer las tardes más amenas a los niños ingresados en el área de pediatría del Macarena. Fueron estos pacientes los que, de la mano de voluntarios, crearon, cual Dios, los planetas. Como Antonio, un chico de Córdoba que permaneció 24 horas ingresado por pruebas médicas, y que, aquella tarde de marzo, se animó en darle pinceladas a los anillos de Saturno, ante la mirada de sus padres, que ya estaban contentos por ver a su hijo animado con los planetas, sino . Otro pequeño se estrujaba los sesos en conseguir que el sol fuera «lo más real posible, con muchas llamaradas». Todo bajo la atenta mirada de voluntarios venidos de todos los ámbitos. Desde jóvenes estudiantes de Medicina que empezaron como prácticas y que, tres años después, continúan en este aula con su aventura del voluntariado, hasta Reyes Rizo, madre con hijos ya mayores que dedica un día a la semana a hacer un rato más ameno a estos niños. Entre todos –y una mano extra de mantenimiento– concibieron el Sistema Solar que rodea a esta nave espacial que, desde hace dos semanas, transporta a los pacientes del Hospital Virgen Macarena.