Primer balance de Feria: las recepciones están pensadas para sevillanos con mucho aguante. Hay que estar hecho de una pasta especial para saber aguantar el tipo entre tanta gente, en una lucha encarnizada por llegar a picar de las bandejas, y hasta para soportar estoicamente alguna conversación de esas incómodas. De todo eso hay en el Real. Y claro, el que algo quiere algo le cuesta. Así que toca aguantar para disfrutar de esa Feria de mediodía tan peculiar.
Ellos con chaqueta y corbata, como el alcalde Juan Espadas o el presidente de la Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos. Ellas, luciendo traje de flamenca sin complejos. Ahí ganan por goleada la subdelegada del Gobierno, Felisa Panadero, la diputada Alicia Martínez y las ediles Myriam Díaz y Adela Castaño, que ayer presumía de su conjunto carmesí y albero, «como los colores de Sevilla». Luego están los atrevidos, chaqueta mil rayas en ristre, que se ven por la bancada de los populares. Y hasta quien, en pos de la modernidad o de que la Feria ya pasó su ecuador, se dejaron la corbata en casa, como el edil de Cultura, Antonio Muñoz.
Con todo, el de ayer fue el día grande las recepciones en el Real. Todo empezó en la caseta municipal, donde el Ayuntamiento recibió a los alcaldes de la provincia entre los que se encontraban José Luis Sanz (Tomares), Carmen Herrera (Castilleja de la Cuesta) o Raúl Castilla (Sanlúcar la Mayor). A la copa se unieron el Consejo de Cofradías, con su presidente Carlos Bourrellier a la cabeza, y una representación del Cuerpo Consular y las universidades.
Parece sencillo, pero el ritmo era frenético. Una copa aquí, un saludo dos casetas más allá y una tira de choco para calentar el estómago entre tanta charla. De la municipal, a la de la Cadena Cope, donde su director Joaquín López-Sáenz ejercía de anfitrión. Hubo tiempo también, que en la Feria el reloj se detiene, para que el presidente del Mercantil, Práxedes Sánchez, recibiera al alcalde y al responsable de la Autoridad Portuaria, Manuel Gracia, en su caseta de Joselito el Gallo.
¡Qué no pare la fiesta!, pensó más de uno. Era jueves de Feria pero en el Real había ambiente de día de los grandes. Hasta en los populares –que no peperos– que se dejaron ver por Los Remedios. Del torero Francisco Rivera, al periodista Carlos Herrera o el político Adolfo Suárez Illana, apadrinado por el abogado Luis Miguel Martín Rubio. ¿En común? Las ganas de disfrutar de una fiesta que solo en Sevilla es capaz de pasar del glamour a la croqueta en lo que dura una sevillana.