Liberan a 21 víctimas de explotación laboral y trata de seres humanos en el ámbito agrícola

Se ha ordenado el ingreso en prisión de tres de los 15 detenidos, principales miembros de una organización criminal formada por dos clanes familiares

Momento en el que los agentes llevan a cabo un registro en el marco de la operación Naeva

Policía Nacional

Carlos Doncel

Carlos Doncel

La Policía Nacional ha liberado a 21 víctimas de explotación laboral que trabajaban en varias fincas agrícolas de la provincia de Sevilla. Su jornada comenzaba a las seis de la mañana y terminaba a las ocho de la tarde, 14 horas en las que no tenían tiempo para comer, beber ni ir al baño. La organización criminal que las captó en sus países de origen, Moldavia y Rumanía, no les pagaba salario y obligaba a estas personas a vivir hacinadas en pisos ocupados en Brenes y Cantillana. En el operativo efectuado hace cuatro meses se detuvieron a 15 responsables, de los que tres permanecen en prisión a día de hoy.

El clan estaba formado por dos familias de nacionalidad rumana lideradas por un cabecilla que ya fue detenido en 2022 en Sevilla por hechos similares. Según las autoridades, conseguían contactar con las víctimas a través de las redes sociales, donde les prometían un empleo con buenas condiciones en España. Una vez que los tenían atados, lo de siempre: les decían que habían contraído una deuda con la organización que debían saldar a través del trabajo. Del trabajo esclavo.

Abortos e intentos de suicidio: la dura realidad de las víctimas

El régimen de explotación en el que se encontraban se acompañaba además de violencia: “Algunos miembros del clan agredían a estas personas para que recolectasen más rápido”, ha comentado en rueda de prensa Fernando González, jefe del Grupo II de la Brigada central de Sevilla, uno de los encargados de la investigación. La angustia que con la que vivían a diario era tal, que una de las víctimas intentó suicidarse: “Necesitaban dinero para vivir y para enviárselo a sus familias, pero no les pagaban el salario. Fruto de esa desesperación, un varón se tiró por la ventana y sufrió heridas graves”.

Como la organización criminal no les proporcionaba sueldo ni comida, debían buscar en los contenedores de basura para poder alimentarse. Al volver a casa, “colchones apilados y sucios, moho en las paredes y cables pelados en las estancias”, según informa la nota de prensa enviada por la Policía Nacional. Incluso una menor embarazada sufrió un aborto como consecuencia de las duras condiciones de vida. Junto a ellos, siempre, un miembro del clan: “Se encontraron armas de fuego y machetes de grandes dimensiones para amedrentar a algunas de las víctimas”, expone Luis García, del Grupo III de la Brigada central contra la trata de seres humanos, otro de los agentes al frente de la operación Naeva, como se ha denominado a esta intervención.

Sociedades pantalla: crimen organizado perfeccionado

“Ha habido un perfeccionamiento del modus operandi: hemos detectado más de 10 empresas pantalla para dar apariencia de legalidad a sus actividades. Es una delincuencia profesionalizada, con su estructura y jerarquía, nada rudimentaria”, afirma Luis García. Tal y como recoge la Policía Nacional en su comunicado, los miembros de este entramado falsificaban la identificación de las víctimas de la explotación laboral, “modificando documentos auténticos de nacionalidad rumana o moldava cambiándoles la fotografía”. “De esta forma, no correspondía la filiación con la imagen, lo que les permitía continuar su actividad delictiva”.

Los propietarios de las fincas hortofrutícolas sevillanas contrataban los servicios de estas compañías a un precio normal de mercado. “Durante la investigación, que ha durado un año y medio, comprobamos que estos empresarios no eran conscientes de la situación en la que se encontraban estos trabajadores”, asegura Fernando González.

En los registros efectuados en las viviendas de Brenes y Cantillana se han intervenido “15 teléfonos móviles de alta gama, tres ordenadores, varios dispositivos de almacenamiento, nueve relojes de alta gama, joyas, más de 37.000 euros en efectivo y diversa documentación relacionada con la investigación”. “Los líderes de esta organización criminal llevaban un tren de vida muy alto, hemos encontrado varios Rolex y vehículos valorados en hasta 300.000 euros. Al no pagar sueldos ni manutención, todo lo que obtenían con estas actividades era dinero limpio”, declaran los agentes a cargo del operativo.

Jornadas interminables a cambio de nada, hombres y mujeres conviviendo en condiciones infrahumanas, mientras otros compraban coches de lujo con los beneficios que generaba la esclavitud. Parece una realidad propia de otros siglos y lugares, pero ha ocurrido hace solo unos meses y aquí, en Sevilla.