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Imagen de un momento de las votaciones durante el día de ayer, en el colegio electoral situado en el instituto Antonio Machado de Sevilla. / Pepo Herrera
En sólo cuatro años de mandato, Juan Ignacio Zoido ha dilapidado la inmensa y nunca vista mayoría que arrancó para el PP –o más bien para su marca propia, el efecto Zoido– en los comicios municipales de 2011, cuando ganó en nueve de los once distritos de la ciudad –las excepciones: los de Macarena-Norte y Cerro-Amate, incluidos antiguos feudos socialistas. Entonces fue, sí, impresionante. Esos votos obreros prestados que deberían garantizar larga vida a la Alcaldía. Pero su batacazo de ayer no fue menos impresionante por cinco claves. Una, por la recuperación del PSOE de Juan Espadas. Dos, por esa fortísima irrupción de Ciudadanos, que ha hecho mella especialmente en asentados enclaves de la gaviota. Tres, porque la micropolítica desplegada en los barrios, en un continuo prometer y prometer, al final se ha vuelto en su contra tras la microdenuncia de las promesas incumplidas. Cinco, por el batacazo generalizado del partido presidido por Mariano Rajoy tanto en España como en Andalucía. Y cinco, por el fin del bipartidismo, que para la capital andaluza se demuestra en el brillar de Ciudadanos y Participa Sevilla y, en menor media, de Ganemos.
Con este escenario de fondo, los populares se asientan en siete distritos, a saber: Bellavista-La Palmera, Casco Antiguo, Los Remedios, Nervión, San Pablo-Santa Justa, Triana y Sur. El PSOE, por su parte, amarra Macarena-Norte y Cerro-Amate y recupera dos pérdidas que en su día fueron dolorosas: Este-Alcosa-Torreblanca y Macarena.
Como el aceite y el agua es Bellavista-La Palmera, una parte obrera, la otra más elegante y señorial, aunque a efectos de reparto de esta ciudad funcionan como un solo distrito, sin tener en cuenta sus distintas sensibilidades políticas, que las hay. Esto explica que el PP obtenga de nuevo una holgada mayoría, aunque nada que ver con la cosechada allá por 2011. Sin embargo, se produce un claro traspaso de papeletas hacia Ciudadanos, puesto que el PSOE e IU aguantaron, aunque ésta quedó relegada a la quinta posición el colocarse cuarta Participa Sevilla.
El Casco Antiguo revalidó, una vez más, su confianza en el PP, aunque con un porcentaje que dista del labrado cuatro años atrás. Eso sí, los socialistas cedieron papeletas a favor de Participa Sevilla, tercera fuerza en el céntrico distrito, con Ciudadanos cuarta e IU, quinta.
Justo al contrario del Casco Antiguo, el distrito obrero Cerro-Amate volvió a confiar en PSOE, incrementando sus adeptos frente al descalabro popular, con Participa Sevilla arrebatando a IU el tercer puesto, mientras que esta vez la formación de Javier Millán queda en cuarto lugar y la formación de @rojosevillano cierra el quinteto.
El distrito más populoso, Este-Alcosa-Torreblanca, esta ciudad dentro de la propia ciudad aunque lejana, dejó de ampararse en Zoido, en quien depositara su inesperada confianza en 2011, para así volver a las riendas del PSOE. Participa Sevilla se erigió en tercera fuerza, en claro ejemplo de traspaso de votos desde la Izquierda Unida hispalense liderada por Daniel González Rojas, que retrocedió a la quinta mientras Ciudadanos, cuarta, se benefició del descenso del PP.
Ni tuvo ni nada tiene que hacer Juan Espadas en Los Remedios, distrito donde se estanca en el número de papeletas y queda así relegada a la tercera posición. Pero en la incontestable victoria de Zoido, con siete de cada diez sufragios allí, pasando el puente de San Telmo, cabrían dos relevantes matices: uno, que son diez puntos menos que cuatro años atrás; y dos, que Ciudadanos los asume para convertirse en el segundo partido. Participa Sevilla, por su parte, también supera a IU.
Si 2011 marcó el fin de la hegemonía socialista en el distrito Macarena, asumida con dolor, cambian las tornas y la recupera –y con holgura–, en un evidente viraje hacia la izquierda como demuestra el gran desembarco Participa Sevilla y una IU que, pese a dejarse apoyos por el camino, no se desangra. Ciudadanos, cuarta.
A un tiro de piedra, Macarena Norte, uno de los principales bastiones del PSOE, de ahora y de siempre: casi el 45 por ciento de los votantes, 30 puntos más que un PP que se desploma 15. Al igual que su distrito hermano, una enorme pujanza de la izquierda en un área con Pino Montano como cabecera de la rosa: Participa Sevilla e Izquierda Unida, por este orden, superan al nuevo Ciudadanos.
A pesar del revés en papeletas, lo cierto y verdad es que Nervión es coto popular. Zoido arrasa con más de la mitad del electorado frente a un PSOE que casi repite porcentaje. El que pierde el PP pasa, sin duda, a Ciudadanos, que asume el tercer puesto, al que siguen Participa Sevilla e IU, con esta última en estado estable.
San-Pablo-Santa Justa, reñidísimo hasta el final. De hecho, aquí, como en ningún otro enclave, se cumplió la máxima de que los comicios en la ciudad se decantarían por un puñado de votos. Algo menos de un punto porcentual hizo inclinar la balanza hacia los populares, que sufren un severo varapalo, aunque también el PSOE se dejó votos al igual que IU. No todos los del PP han ido a Ciudadanos, ya el tercer partido en el distrito. E Izquierda Unida, también aquí superada por Participa Sevilla.
El distrito Sur es como el de Bellavista-La Palmera: mezcolanza, tanta como resulta analizar Polígono Sur y El Porvenir, y esto en parte explica el triunfo reiterado del PP, varapalo incluido. Nueve puntos más que los socialistas, si bien nada que ver con casi el doble de sufragios que los separaban hasta ahora. El descalabro del PP estuvo muy repartido, y tampoco fue precisamente pequeño el recorte padecido por Izquierda Unida.
Y llegamos a Triana, donde el PP revalida triunfo a pesar de dejarse docena y media de puntos, mientras que los socialistas crecen en porcentaje pero no en votos, pues baja. Ciudadanos, la gran estrella de la jornada electoral de Sevilla, casi roza el 10 por ciento del electorado, superando en dos puntos a Participa Sevilla y cuatro a IU.
Ésta es la radiografía de los once distritos de Sevilla. Queda calibrar, ya barrio por barrio, qué se prometió y cuánto se ha cumplido. Porque ésa es la clave del castigo al PP y el fin del bipartidismo. Y aquí aquel voto prestado ha hablado.