Donde se baila y se canta con 40 grados

Los vecinos de San Pablo toman el fresco al compás de unas sevillanas o unas alegrías en las tertulias flamencas de la plaza la Toná

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
21 jul 2017 / 09:28 h - Actualizado: 21 jul 2017 / 09:33 h.
"San Pablo - Santa Justa","Flamenco","Ocio"
  • La profesora Reyes Vargas en un momento del espectáculo que se organiza ahora en verano dentro de las concurridas tertulias flamencas. / El Correo TV
    La profesora Reyes Vargas en un momento del espectáculo que se organiza ahora en verano dentro de las concurridas tertulias flamencas. / El Correo TV
  • La artista Mercedes Pérez Torres —primera por la izquierda– cantando dentro de la peña flamenca Manuel Mairena del Polígono de San Pablo. / El Correo TV
    La artista Mercedes Pérez Torres —primera por la izquierda– cantando dentro de la peña flamenca Manuel Mairena del Polígono de San Pablo. / El Correo TV

Nada puede con el duende de este barrio. Ni los años ni la alerta roja de un calor de récord que cae a plomo sobre sus calles. «¿Llevas los palillos?» «¿Vas a cantarte algo?» «Venga, ¿quién quiere unos churros con chocolate? Que está la tarde, muuu fresquita». A la barra de la peña flamenca Manuel Mairena va llegando gente cabal. De esa que sabe disfrutar de un tablao al compás de unas alegrías o unas bulerías «cantadas por derecho». A algunos le viene de familia y otros (los menos) lo han aprendido en los talleres que imparte esta entidad cultural con sede en la plaza la Toná. Cada semana –incluido en estos meses de estío– se organizan concurridas tertulias flamencas, en las que se canta y se baila aunque el termómetro marque los históricos 40 grados.

«Tanto en invierno como en verano estamos luchando en pro del flamenco. En verano siempre aprovechamos un poco más la noche para evitar la altas temperaturas. Nosotros siempre estamos aquí, haciendo lo que nos gusta», explica Miguel Ortiz, presidente de la peña que ejerce de patriarca de estos vecinos que llevan el compás en el ADN. Sí, como lo están leyendo. Mientras se montan los listones del tablao sobre el firme de la plaza, la delegada del distrito San Pablo-Santa Justa da la explicación a estos orígenes con arte de un barrio que está cumpliendo 50 años de historia: «Cuando se crea en 1967, aquí vienen a vivir familias de Triana, la Macarena y el centro. De ahí que sus habitantes tengan tanto arte. También se puede encontrar en sus calles, muchas con nombres de palos de flamenco». Inmaculada Acevedo saluda cariñosamente a cada uno de los integrantes de este improvisado espectáculo que comienza a reclamar la atención de los vecinos que se asoman a la plaza. «Hay mucha afición. Se pudo ver hace unas semanas en el Festival Flamenco que se organizó dentro de la programación especial del 50 aniversario del barrio. Como ha sido un éxito y este barrio se lo merece, el certamen va a tener una continuidad», anuncia la delegada, a quien se le van los pies con los primeros compases que se marcan.

La voz de Pilar Vera pone el primer pellizco en la garganta acompañada por el guitarrista Antonio Benítez. Tiene un color que recuerda a las cantaoras antiguas. «¡Qué arte mi arma, venga vamos allá!», arenga con gracia Chiquito de San Bernardo que le acompaña con las palmas desde uno de los laterales. En un abrir y cerrar de ojos se hace la magia del flamenco. Reyes Vargas sale a bailar acompañada de una pequeña de seis años. Ambas dibujan en el aire el quejío hondo que envuelve el momento. La diminuta bailaora acapara la atención de todos. «Lleva poco tiempo pero se maneja bastante bien. De hecho, ya tiene nombre artístico: Eva Jackson porque también es muy fan de Michael Jackson», explica Reyes, que es una de las profesoras de los talleres. Sin apenas aliento por el esfuerzo, Reyes Vargas relata orgullosa sus raíces: «Vengo de una familia de artistas: Los Vargas. Mi prima era Manuela Vargas, la bailaora y mi tío, Naranjito de Triana. Casi ná». Ahora ella se dedica a «enseñar sevillanas, tocar los palillos, a bailar por bulerías, tango, alegrías o incluso baile clásico español». Otra profesora, La India, toma el relevo y pone el alma en el baile.

La segunda parte del espectáculo la protagoniza una artista local muy querida. Mercedes Pérez Torres canta «de todo» aunque, en esta ocasión, se arranca «por la Jurado» y su Qué no daría yo. «Este tema lo canté en hace cinco años en el programa La Voz», dice mientras comenta que siempre le ha gustado cantar, incluso cuando tenía su propio negocio en el barrio: «He sido peluquera. Ahora están mis hijas. Yo peinaba cantando y bailando. Hacía de todo. Cogía el secador de mano como si fuera un micrófono y me ponía a cantar por Marifé, por sevillanas, por rumbas... por la Pantoja menos y, sobre todo por la Jurado». Lógico su gran voz recuerda a la chipionera más internacional.

Se hace ya la noche en la plaza y llega más arte. En este caso por parte de otro gran artista que vive en el barrio. Cobijado con un sombrero blanco, Jesús Heredia protagoniza un final de fiesta por todo lo alto. Independientemente de la edad, todos terminan marcándose «un bailoteo» entre risas y alguna copa para refrescar el gaznate. «Esto es un espectáculo impagable. El barrio tiene un tesoro con esta peña. ¡¡Qué grandes!! Ya se nos ha olvidado hasta el calor», comentan los vecinos que no dejan de sumarse a la convocatoria.

Más aún cuando canta Jesús, ganador de La Lámpara Minera en el año 1992. «Me costó mucho trabajo. Al año siguiente la ganó Poveda», concluye mientras muestra el cedé que recoge algunos de sus temas más conocidos.