El acceso al centro y las conexiones entre barrios, en el punto de mira

Áreas de conflicto. Un estudio determina una veintena de zonas que es necesario rediseñar para que el peatón gane espacio al tráfico rodado

09 feb 2017 / 07:16 h - Actualizado: 09 feb 2017 / 18:44 h.
"Urbanismo","La Sevilla peatonal"
  • Los accesos al centro son puntos de conflicto para el peatón. / Pepo Herrera
    Los accesos al centro son puntos de conflicto para el peatón. / Pepo Herrera

El clima de la capital hispalense hace que los sevillanos se echen a la calle cada vez que tienen oportunidad. «Por eso resulta paradójico que el espacio público esté tan descuidado», explica Gonzalo Díaz-Recassens, uno de los arquitectos responsable del estudio La ciudad peatonal que mereció recientemente el reconocimiento de la XIII Bienal española de arquitectura.

El trabajo de investigación, desarrollado por el Grupo HUM-411 de la Hispalense –compuesto por Mario Algarín, Carlos Díaz-Recasens, Eduardo Díaz-Recasens, Gonzalo Díaz-Recasens e Indalecio de la Lastra y Javier López Otero–, viene a determinar los 20 espacios de los barrios que atraen a los peatones y diseña cómo adaptarlos para que sean caminables. Basándose en 300 encuestas aleatorias a peatones y en la grabación de vídeos en las áreas de estudio a lo largo de las tres horas punta del día, el estudio señala que estos espacios son, en la mayoría de los casos, los accesos al casco histórico, las zonas próximas a puntos de atracción –hospitales, colegios, lugares donde se localizan intercambiadores de transporte–, y las conexiones entre los barrios. «Los vecinos se mueven con más o menos dificultad por su distrito pero entre los distintos barrios hay una frontera intangible que se materializa en que no hay un fácil acceso para el peatón, con lo que los vecinos recurren al coche para ir de un entorno a otro», explica Díaz-Recassens.

Según este trabajo, desarrollado a lo largo de un año por un equipo en el que han tomado parte diez personas entre arquitectos, geógrafos, urbanistas e ingenieros de camino, los motivos para descartar el itinerario peatonal son de lo más variopinto. Que no haya acerado, su anchura, la cantidad de obstáculos que encuentran, que no exista la suficiente seguridad, que el acceso sea complejo o incluso que no exista la suficiente sombra, el arbolado o el ruido son los más frecuentes.

«De hecho, las grandes avenidas o cruces semafóricos actúan casi como un elemento frontera», asegura. Pone como ejemplo un caso que pone en clase a sus alumnos universitarios. «Los mando a recorrer 800 metros en zonas donde la ruta peatonal es más compleja y ninguno de los alumnos la completa, sin embargo están hartos de pasear por Reina Mercedes, los mismos 800 metros que les pido en el ejercicio y los hacen a diario y sin darse cuenta».

Por ello, el estudio apuesta por dar solución a esta veintena de puntos en los que se concentran los mayores conflictos para el peatón. «Hasta ahora los planes urbanísticos que se han elaborado dejan al peatón a la cola de la movilidad urbana. Esto hay que revertirlo», explica. Las ciudades como Sevilla, que nacieron gracias a los caminos peatonales, se han olvidado de su pasado y han organizado su estructura a partir del coche. Es necesario ponerle freno y repensar las fórmulas que se aplican incluso en los nuevos barrios de la ciudad». Por ello Díaz-Recassens plantea que más allá de las recetas genéricas se hagan estudios de cada espacio a peatonalizar de manera concreta. «No existen fórmulas maestras, lo ideal es adaptar cada espacio a las necesidades que presenta. Ver qué tipo de suelo es el idóneo, el arbolado, el diseño...».

El paseo, las compras cotidianas y las caminatas para comer, la restauración y el ocio son, por este orden, los principales motivos por los que se realizan trayectos exclusivamente peatonales. «En estos trayectos, el viandante encuentra coches, cubos de basura, señales o veladores que dificultan su paso. Si de verdad se quiere apostar por la movilidad sostenible hay que solventar estas zonas de conflicto», dice.

Para ello, Díaz-Recassens es claro: «Hay que cuidar los derechos de los peatones». ¿Y cómo se hace esto? Pues apostando por las plataformas únicas y poniendo dificultades a los coches con un tipo de acerado que no sea tan cómodo, alargando el tiempo de los semáforos para el peatón, restando espacio a los vehículos en las avenidas recurriendo a los carriles reversibles como en el V Centenario. Arreglando estos puntos «se mejoraría mucho la situación y la vida de los ciudadanos. Andar es más sano, se hace ejercicio, se contamina menos... y las cosas están más cerca de lo que parece», concluye».