El año en el que bulle la calle

El multitudinario 8 de Marzo y la manifestación por las pensiones, la protesta contra la sentencia de la Manada, los interinos en huelga o el otoño caliente que preparan los sindicatos indican que la protesta vuelve al calendario político

25 may 2018 / 17:41 h - Actualizado: 29 may 2018 / 08:44 h.
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  • Manifestación por el Día de la Mujer. / Manuel Gómez
    Manifestación por el Día de la Mujer. / Manuel Gómez
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Los interinos han sido los penúltimos en hacer oír su protesta en las calles de Sevilla, con su irrupción en el pleno del Parlamento andaluz el jueves. Los pensionistas, los últimos tras volver a manifestarse este sábado.

La capital autonómica no es ajena al pulso que muchos colectivos están haciendo este año, recuperando un espacio, la calle, que tomaron entre 2011 y 2014, los años más duros de la crisis, pero que abandonaron los cuatro años siguientes. El 8 de marzo y la multitudinaria protesta feminista, así como el 17 de marzo y la protesta de los pensionistas han sido los dos hitos del primer semestre del año, pero puede haber mucha más contestación en la calle: los sindicatos hablan entre líneas de una huelga general en otoño si no comienzan a revertirse los recortes salariales que trajo la crisis y no se ha llevado la recuperación solo para grandes empresas que ha seguido a la recesión económica.

Movilizaciones como las que mantienen los interinos, que reclaman contratos estables; o las espontáneas como la protesta por la sentencia de la Manada el mismo día del fallo, el 26 de abril, dan la impresión –en la Delegación de Gobierno no tienen todavía recopilados o públicos datos anuales o semestrales– de que en 2018 hay más agitación en las calles que en mucho tiempo.

En todo caso, desde esta sucursal de la Moncloa en la Plazas de España explican que en las concentraciones y manifestaciones en Sevilla no ha habido «ningún incidente de consideración».

«Seguramente a nivel numérico no hay tantas movilizaciones», explica el profesor asociado del Departamento de Psicología Social de la Universidad de Sevilla Francisco Santolaya. «Hay más sensibilidad social y nos parecen más de lo que hay, y por contra, que el año pasado hubo menos de lo que realmente hubo».

En todo caso, sí hay un movimiento de fondo de mayor participación social, que atribuye el profesor a una «mayor madurez democrática» y por el que cualquier persona con inquietudes encuentra más fácilmente espacios y estructuras donde participar, conocer más personas con sus mismas inquietudes y organizarse de forma rápida. «Y si a eso se le suma un contexto sociopolítico inquieto» tenemos la «ocupación democrática del espacio».

Un facto más son los medios de comunicación, ahora muy sensibles a contar «historias personales de superación, que gente que ha conseguido evitar que la desahucien, por ejemplo, y se visibiliza así el movimiento asociativo que hay detrás».

Y vuelve a su idea: «Es en las sociedades democráticamente avanzadas donde la gente participa, se coordina, se asocia y se mueve».

Eso sí, se mueve de forma diferente ahora. Por ejemplo, las movilizaciones de los pensionistas las están protagonizando «personas mayores, que se organizan conforme al modelo clásico que han conocido toda la vida y ocupan el espacio social de la calle, porque se han criado sin internet, aunque ahora lo utilicen. Los jóvenes no es que no se muevan. Es que huyen de asociaciones permanentes como la pertenencia a un partido o a un sindicato y ocupan el espacio social de las redes sociales e internet. Los medios de comunicación sois muy sensibles a estos modelos tradicionales y menos a la influencia social y a los espacios de los jóvenes, que van de internet al voluntariado», expresa el sociólogo.

Eso sí, si hay un referente de movilización juvenil reciente es el 15M, del que nos separan justo ocho años. ¿Ha desaparecido en un partido político?

«No», responde Santolaya. «Se ha diversificado. Parte ha cristalizado en un partido, parte en otros y parte en la calle: ahí está la espontaneidad e inmediatez con la que se reaccionó en la calle a la sentencia de la Manada, pero también el movimiento antitaurino, o las movilizaciones de barrio». Ojo a esto: «Cuando percibimos que nuestra comunidad geográfica está amenazada, nos movilizamos más. Pero puede que haya muchas manifestaciones en el registro de la Delegación de Gobierno. Muchas serán fragmentadas. Los problemas de los interinos no tienen nada que ver con los de los enfermos de leucemia. Y no solo hay movilización en la calle: hay recogidas de firmas a través de plataformas digitales, donaciones o cuestaciones por internet...».

En el futuro, expone, «se debe consolidar la madurez democrática y la organización y expresión sociales, más allá de la reacción a un problema puntual. Me encantaría decir que no hay vuelta atrás y que cada vez hay más coordinadoras y coaliciones de grupos ante situaciones y problemas que quieren resolver con la participación ciudadana, porque ni las empresas, ni los políticos no los pueden resolver solos».

Además, ya han desaparecido muchas fronteras entre la movilización digital y la de la vida real. «Las redes son un espacio social más. Quien es activista en sui vida física lo es también en las redes sociales, con el matiz de que lo que diga en internet deja huella y que el perfil de acceso a internet es de gente más joven. Pero aunque los mayores hayan dado el salto a movilizaciones como las de siempre, han utilizado las redes sociales. Estas redes sociales solidifican las relaciones reales. ¿Quién no se whatsappea con su pareja más que con nadie, aunque se vean todos los días?

En el uso práctico de las redes sociales, Cristóbal Raez, portavoz de la Coordinadora Estatal por el Mantenimiento del Sistema Público de Pensiones en Sevilla, explica que su receta ha sido el uso moderado, «sin machacar» y veraz, difundiendo sus comunicados.

Para Charo L. Gálvez, portavoz de la Plataforma 8 de Marzo, las redes nunca podrán sustituir al debate y la reflexión, ni siquiera el paterarse asociaciones de mujeres y barrios. «La sociedad no se transforma con titulares, sino con la reflexión, y las redes sociales en parte llevan a la irreflexión», certifica, pese a que fueron cruciales para sacar a las mujeres jóvenes a la calle contra el fallo de la Manada en muy pocas horas.