El AVE celebra su cumpleaños con 72 millones de viajeros

Dos horas menos de viaje, compromiso de puntualidad y comodidad. La alta velocidad Sevilla-Madrid cumple 25 años con 3,23 millones de pasajeros en 2016, un 1,8% más respecto al año anterior

19 abr 2017 / 06:48 h - Actualizado: 19 abr 2017 / 10:15 h.
"Infraestructuras","Exposiciones","Historia de la Expo"
  • Imagen de archivo de un niño que se asoma por la barandilla de la primera planta de la estación de Santa Justa para ver dos trenes del AVE Sevilla-Madrid. / Pepo Herrera
    Imagen de archivo de un niño que se asoma por la barandilla de la primera planta de la estación de Santa Justa para ver dos trenes del AVE Sevilla-Madrid. / Pepo Herrera
  • Protesta de algodoneros ante dos AVE en Santa Justa en 2002. / Emilio Morenatti (Efe)
    Protesta de algodoneros ante dos AVE en Santa Justa en 2002. / Emilio Morenatti (Efe)
  • Tren de Alta Velocidad que conecta Málaga. / David Estrada
    Tren de Alta Velocidad que conecta Málaga. / David Estrada

¿Es usted uno de los 72 millones de pasajeros que han viajado en el AVE Sevilla-Madrid? Si no lo es, será porque no tiene la necesidad de ir a la capital española, ya que el tren de alta velocidad se ha convertido en la opción más utilizada para hacer este trayecto. Incluso los que prometieron no subirse nunca en el «rapidillo», como Javier Arenas, han tenido que sucumbir. Tras un cuarto de siglo, el AVE triunfa.

Incluso venció al Metro. ¿Por qué? Porque el AVE a Madrid era «la preferencia» del Gobierno socialista de Felipe González y, según Manuel del Valle (alcalde de Sevilla entre 1983 y 1991), él paró las obras de la línea 1 del metropolitano porque, entonces, los técnicos no garantizaban que los cimientos de la Catedral no se tambaleasen y «no había dinero para todo».

Aparte de la anécdota, la historia de estos 25 años de AVE Sevilla-Madrid, o viceversa, empieza mucho antes. El 23 de diciembre de 1988 el Consejo de Ministros adjudicó el llamado contrato del siglo, valorado en 85.383 millones de pesetas (513 millones de euros) y convocado por Renfe para modernizar su material rodante, mediante la adquisición de 24 trenes de alta velocidad y 75 locomotoras de gran potencia.

La francesa Alstom y la alemana Siemens AG se llevaron el concurso, que incluía acuerdos para la fabricación en España de al menos el 85 por ciento del material. Una cuarta parte del presupuesto fue sufragado por los Fondos de Cohesión y Desarrollo Regional de la Unión Europea.

Las obras, iniciadas el 2 de octubre de 1989, tardaron cuatro años y medio en terminar. En 1990 Renfe lo bautizó como AVE por ser las iniciales de Alta Velocidad Española y por aludir al vuelo rápido de los pájaros.

El 10 de octubre de 1991 Alstom entregaba a Renfe el primer tren de alta velocidad y seis años después, en 1997, las líneas AVE empezaron a tener beneficios netos, un año antes de lo previsto por la compañía. Pero no adelantemos acontecimientos.

La inauguración institucional de la línea fue el 14 de abril de 1992. Los entonces vicepresidente del Gobierno Narcís Serra y el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, fueron los protagonistas. Ese día, a las 07.00 horas, partieron dos trenes AVE simultáneamente desde Atocha y Santa Justa y, en dos horas y 55 minutos, con una velocidad de 250 kilómetros por hora, cubrieron un trayecto de 471 kilómetros. El tiempo de viaje se redujo dos horas. Fue la primera vez que España, coincidiendo con la inauguración de la Exposición Universal de Sevilla, adoptaba el ancho de vía ferroviario del AVE, sistema empleado en Japón, Francia y Alemania.

El 21 de abril de 1992, la línea Madrid-Sevilla comenzó su funcionamiento para pasajeros, entre los que se encontraban los ahora reyes eméritos, don Juan Carlos y doña Sofía. Fue la inauguración real de un servicio que, hasta ahora, ha transportado a 72 millones de personas.

Se ponían en marcha trenes con una velocidad máxima de 300 kilómetros por hora que cambiaron el modo de viajar por tierra y recorrer los 471 kilómetros que separan ambas ciudades, a 2 horas y 45 minutos en una primera fase y a 2 horas y 30 minutos en una segunda.

Y lo que desde el primer día llamó la atención, además de su rapidez, fue su compromiso de puntualidad. El AVE fue el primer sistema ferroviario del mundo que se comprometió con los pasajeros a mantener su puntualidad con la promesa de devolver el importe del billete si el retraso era superior a cinco minutos.

«Al principio creíamos que eso sería una oferta inicial, pero los empresarios como yo que viajamos mucho a Madrid nos dimos cuenta de que era un compromiso real y, con el paso del tiempo, hemos visto como esta puntualidad es un valor añadido de un servicio que, para nosotros, es fundamental. No podemos perder tiempo, nuestros negocios no lo permiten. De hecho, el AVE tiene esa ventaja frente al avión, no hay que llegar una hora antes al aeropuerto, es más rápido y cómodo. Incluso ahora ya hay wifi para poder trabajar por el camino y las llamadas telefónicas no se cortan», subraya Antonio Ramírez, industrial sevillano. Y es que empresarios, estudiantes y turistas son los pasajeros más habituales de unos trenes que «hacen la vida más fácil». Un ejemplo: Soles y Mario. Son pareja, ella trabaja en Madrid y él en Sevilla. «Si no fuera por el AVE no sé qué haríamos», comentan.

En la actualidad son 32 los trenes AVE que cada día comunican Sevilla y Madrid y, según Renfe, la cifra anual de viajeros supera los tres millones de viajeros.

En cuanto al recorrido, Córdoba fue desde el principio parada intermedia en el trayecto Madrid-Sevilla, y posteriormente, en 1992, se incorporó Málaga. Tras el éxito de esta línea, la red se ha extendido a Toledo, donde llegó en 2005; a Zaragoza y Lleida en 2003; en 2006 a Tarragona, en 2008 a Barcelona y en 2013 a Girona.

En 2007 se inauguró el servicio de AVE Madrid-Segovia-Valladolid y en 2015 en Palencia y León.

Desde el comienzo de la alta velocidad en España, unos 128 millones de viajeros han utilizado los distintos servicios con origen o destino Andalucía, según las estadísticas de Renfe.

Durante el pasado año, más de 3,23 millones de viajeros utilizaron los servicios de alta velocidad que unen Sevilla y Madrid, con un incremento del 1,8 por ciento respecto año anterior.

«Se trata de un servicio que ha situado al tren de alta velocidad con una cuota de mercado frente al avión que supera el 89 por ciento», indica Renfe, que añade que sumados los viajeros de los actuales servicios lanzadera (Avant) entre Madrid y Ciudad Real el pasado año, 1,08 millones, la cifra de viajeros que utilizan los servicios de alta velocidad comparables con 1992 (Madrid-Ciudad Real-Córdoba-Sevilla) se sitúa en 4,31 millones, con una media mensual de 360.000 viajeros, lo que supone una diferencia del 119 por ciento frente al dato de 1992.

Pero no todo ha sido de color de rosa en estos 25 años. La línea de AVE ha vivido situaciones complicadas que han provocado suspensiones temporales del servicio, en dos ocasiones a consecuencia de atentados terroristas.

En 2001 ETA hizo estallar dos bombas causando destrozos en las proximidades de la estación de Ciudad Real y, en abril de 2004 entre las localidades toledanas de Mocejón y Villaseca de la Sagra. Con anterioridad, durante las obras, el GRAPO colocó dos artefactos que provocaron daños materiales.

Además, hay una visión verde. El ferrocarril es clave para una economía baja en carbono y el impacto de los servicios de alta velocidad en España durante los primeros 25 años lo certifican. La actividad de Renfe entre 1992 y 2016 de alta velocidad en larga y media distancia (346 millones de viajeros) ha permitido un ahorro estimado en 4.286 millones de euros si se evalúa en términos económicos el impacto sobre el cambio climático, la contaminación y la tasa de accidentes que habría tenido realizar este transporte por otros medios.

El 89 por ciento del volumen de transporte de viajeros y mercancías de Renfe se desarrolla por redes electrificadas y está, por tanto, parcialmente descarbonizado en base al actual mix eléctrico (53 por ciento sin emisiones y 33 por ciento renovables). La empresa ya ha reducido su huella de carbono un 56 por ciento desde 1990 hasta situarse en 24,2 gramos de CO2 por unidad transportada.