El Centro de Estimulación del Buen Fin estrena ampliación

El arzobispo inaugura las nuevas instalaciones en el convento de San Antonio

28 sep 2017 / 06:31 h - Actualizado: 28 sep 2017 / 10:50 h.
"El Buen Fin","Discapacidad"
  • El Centro de Estimulación del Buen Fin estrena ampliación
  • Las viejas estancias monacales del convento de San Antonio de Padua se han llenado ahora de luz, de color y de juegos infantiles. / Reportaje gráfico: Jesús Barrera
    Las viejas estancias monacales del convento de San Antonio de Padua se han llenado ahora de luz, de color y de juegos infantiles. / Reportaje gráfico: Jesús Barrera
  • El Centro de Estimulación del Buen Fin estrena ampliación

En las estancias monacales del convento franciscano de San Antonio de Padua resuenan ahora las sonrisas infantiles y las antiguas celdas de sus frailes se han llenado repentinamente de luz y de color. El Centro de Estimulación Precoz Cristo del Buen Fin, uno de los principales estandartes de la acción social que desarrollan las hermandades sevillanas, estrena nuevas dependencias después de 35 años de funcionamiento. Del local contiguo a la casa de hermandad, situado en el número 6 de la calle Cristo del Buen Fin, sus instalaciones se han trasladado desde el pasado 1 de septiembre al número 91 de la calle San Vicente, anexo al convento franciscano donde tiene su sede la cofradía del Miércoles Santo.

Sólo seis meses después de la colocación de la primera piedra de las obras de adaptación, el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo Pelegrina, inaugurará este jueves el remodelado Centro de Estimulación Precoz, cuyas estancias se distribuyen por parte del que fue convento de San Antonio de Padua, cedido para tal fin por la Orden de Frailes Menores.

Una inversión aproximada de 400.000 euros, entre obras y mobiliario, y «la seriedad y profesionalidad» de la empresa constructora, TwinArt, han hecho posible que se cumpla en tiempo récord este «anhelo» de los hermanos del Buen Fin, según destaca su hermano mayor, José Luis Foronda.

Distribuido en tres plantas (baja y dos más), el nuevo centro dispone de un espacio casi cuatro veces mayor al que contaba hasta ahora –pasa de 150 a 550 metros cuadrados–, lo que ya está permitiendo aumentar el número de sesiones de tratamiento a los más de 250 niños atendidos actualmente en sus instalaciones. «Hemos llegado a dar asistencia hasta a 350 niños, pero la demanda asistencial ya se ha visto reducida y no hay lista de espera gracias a que la Junta de Andalucía también se ha puesto las pilas en la cobertura de este tipo de centros en el campo de la atención temprana», explica el máximo responsable de la hermandad.

El nuevo recinto cuenta con diez salas de tratamiento, el doble de las que disponía hasta ahora, una sala de formación que permitirá organizar cursos de perfeccionamiento y reuniones para orientación a los padres, así como una completa red informática de última generación y otras tres salas de dirección, psicomotricidad y de terapeutas. Algunas de estas salas han sido bautizadas con el nombre de las empresas e instituciones que han contribuido a financiar las obras, caso de La Caixa, Cajasol, la Caja Rural y la Real Maestranza de Caballería.

Las viejas instalaciones del centro se habían quedado pequeñas y no reunían ya las condiciones necesarias para ser un centro puntero en el campo de la atención temprana. «La deseada ampliación de las instalaciones nos va a permitir dar un salto de calidad y dispensar un tratamiento más eficaz a los menores» de cero a seis años atendidos en el centro por un equipo técnico de 12 profesionales, entre los que se cuentan licenciados en Psicología y Atención Temprana, fisioterapeutas y logopedas. «Inicialmente, el centro sólo atendía a niños con síndrome de down cuyas familias no dispusieran de medios económicos para acudir al tratamiento privado de estimulación precoz, pero el campo se ha ido ampliando y ahora también se atiende de forma gratuita a niños con trastornos de comportamiento, autismo, espina bífida o síndrome de asperger». El tratamiento de cada uno de estos niños se estima en un coste anual de 1.500 euros, explica José Luis Foronda, quien subraya el «orgullo» que para una modesta hermandad de 2.200 hermanos supone sostener una obra social que el próximo 1 de octubre cumplirá 35 años de funcionamiento.