Entrevista

«El ‘Crimen de Los Galindos’ no ha sido un crimen perfecto, sino la impunidad perfecta»

Entrevista a Juan Rada, veterano periodista que estuvo al frente de la dirección del mítico semanario de sucesos El Caso en su etapa final. Experto en ‘crónica negra’, considera que esta especialidad informativa está considerada políticamente incorrecta

03 jun 2019 / 12:56 h - Actualizado: 03 jun 2019 / 12:55 h.
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  • Juan Rada. / El Correo
    Juan Rada. / El Correo

Juan Rada trabajó durante años en el El Caso, fundado por Eugenio Suárez en Madrid en mayo de 1952. El ‘Crimen de las estanqueras’ de Sevilla fue uno de los primeros sucesos sangrientos publicado en su portada. Rada fue redactor, director adjunto, director en funciones y director. También ejerció como responsable de los diarios El Telegrama de Melilla y El Noticiero de Cartagena, siendo subdirector de los servicios centrales del Medios de Comunicación Social del Estado. Ha escrito varios libros entre los que destaca "Tras la huella del crimen" y "60 Aniversario. El Caso. Colabora actualmente como especialista en crónica negra en programas de televisión, como "Cuarto Milenio" (Cuatro) y "La Mañana" (TVE-1) y en RNE en "Esto me suena".

El Caso fue el periódico de mayor número de ventas en los años 50 y 60 en España. ¿Cuál fue la clave de su éxito?

Una publicación innovadora que divulgaba lo que el resto de la prensa ocultaba en gran parte: la España real, oscurantista en muchas ocasiones, frente a la oficial que pretendía mostrar el régimen. Rompió los moldes establecidos, pasó a mostrar la parte más profunda y sombría de una población con muchas carencias, que encontraba un desahogo en los relatos sangrientos. Tras la guerra civil no se divulgaban sucesos. Los periódicos se limitaban a reproducir las notas emanadas de la Dirección General de Seguridad. La aparición de El Caso acabó con ello. Además, creo nuevas secciones como la de tribunales, algo que hasta entonces no existía, y otras de gran calado entre el público. Impactó a base de llamativas portadas y contenidos magníficamente desarrollados y escritos con prosa sencilla.

Se le llamaba peyorativamente "el periódico de las porteras", pero la realidad era que lo leían todas las clases sociales. ¿Quién le puso ese mote tan poco afortunado?

Se autorizó a que se publicase con la condición de que tan sólo incluyera dos sucesos sangrientos por número. Límite que fue reducido a uno sólo ante el arrollador éxito del semanario. Finalmente, el ministro de Información y Turismo decidió que no se editase argumentando que iba contra la moral cristiana, pero el fundador de El Caso consiguió salvarlo in extremis al lograr pasar la censura eclesiástica. Gabriel Arias-Salgado, al ver que habían eludido su prohibición, quiso quitar importancia aduciendo que era “el periódico de las porteras”. Algo falso totalmente, dado que su tirada llega a rondar casi el medio millón de ejemplares con temas como el cuádruple asesinato cometido por Jarabo.

Usted conoció a Eugenio Suárez en su etapa de director, editor y gran empresario de los medios de comunicación que se hizo millonario, pero también cuando ya de mayor -y con mucho menos dinero- se fue a vivir de forma modesta a Salinas, muriendo a los 95 años en el Hospital San Agustín de Avilés. ¿Qué destacaría de esta persona singular, de este periodista, que tanta influencia ha ejercido en la historia del periodismo español de la segunda mitad del siglo XX?

R- Un periodista nato y neto, singular e irrepetible, atípico como profesional y como persona. Fue el más expedientado y sancionado del país. Supo sobreponerse con altura de miras a un sin fin de contratiempos. Peleó a brazo partido con autoridades y censores, con editores que surgían tras su rebufo exitoso y con la canalla de los bajos fondos. Una vida aventurera, brillante y exitosa de triunfos sociales y económicos, no desprovista de amarguras, frustraciones y adversidades íntimas. Una personalidad con matices polícromos de contrastes sorprendentes

Gracias a El Caso Suárez pudo mantener su independencia y crear su imperio periodístico, integrado otras publicaciones como Sábado Gráfico, Velocidad, Discóbolo, Cine en 7 Días, El Cocodrilo Leopoldo y otras más. ¿Se puede considerar que fue el precursor de lo que a finales de los años noventa serían los grandes grupos de comunicación españoles?

Editor pionero, al crear un montón de publicaciones de materias diferentes de las que nuestro país se encontraba huérfano hasta entonces. Precursor en solitario de lo que después serían grandes grupos de comunicación que se enfrentaron a él y ante los que terminó sucumbiendo. Pero su época de gloria y éxito fue indudable.

¿Durante cuánto tiempo ejerció usted de director de El Caso y cómo se organizaba el trabajo periodístico en esos años?

Tuve una relación guadiana durante un par de décadas con dicha publicación. Estuve al frente de la misma en la etapa final. Para entonces revistas como Interviú y los grandes diarios nacionales habían captado a lo más granado de su redacción, como la famosa reportera Margarita Landi. En cuanto a la forma de trabajo, se estaba pendiente del teletipo y, lógicamente, de los avisos de los corresponsales sobre todos los crímenes que ocurrían en la geografía nacional. Se elegía el más impactante y se desplazaban allí uno o dos redactores y un fotógrafo para cubrir el suceso. En ocasiones había que acudir a distintos puntos en la misma semana. Y desde Madrid se hacía el resto de labor de redacción, con reportajes, crónicas, entrevistas y demás sobre otros casos de actualidad.

Nombres como Enrique Rubio, Mariano R. Boix, Pedro Costa o Margarita Landi marcaron un referente en la información de sucesos. Junto a otros redactores y periodistas, dieron un estilo propio a este semanario, basado en los reportajes “de calle” y en el periodismo de investigación. ¿Crearon escuela en España?

Es un género informativo a veces un tanto menospreciado pero difícil, sufrido y meritorio. Refleja como ningún otro la esencia y miserias de la naturaleza humana. Es preciso tratar temas duros en exceso, escudriñar el rostro de familiares damnificados en momentos de intensa emoción y codearse con tipos de la peor calaña. A la par, hay que impactar en el corazón del público, causándole latidos de emoción. Fue una auténtica escuela de periodismo. Empezando por Suárez, hubo destacados profesionales que dejaron su impronta en el semanario y, en suma, en la crónica negra. Como bien decía el fundador, «este tipo de informador siempre se encuentra en esa frontera donde se da el último paso. Tiene que asumir el caso, ponerse en los zapatos del criminal, si lo hay, y de las víctimas, del policía o guardia civil que ha arriesgado la vida o el de ambientes, en general, desconfiados».

El 29 de agosto de 1987 salió a la calle el último número de El Caso, pese a tener una tirada de 142.914 ejemplares, según la última difusión controlada de la OJD. ¿El negocio periodístico antes rentable acabó en ruina? ¿Las causas de su desaparición fueron tanto económicas como derivadas de problemas familiares'

Fueron pasando los años y la empresa de Suárez, que había lanzado destacadas cabeceras –Magazine del Hogar, Sábado Gráfico, Velocidad, El Burladero, Tendido 13, Discóbolo, Cine en 7 Días, El Cocodrilo, La Bota, La Semana en Madrid, Aire libre, Nuestra Salud, Defensa del Consumidor, etc.–, empezó a dar tumbos. Tanto la salida al mercado de revistas competidoras, pertenecientes a nuevos grupos periodísticos con grandes medios económicos, como problemas personales con alguno de ellos, propiciaron el inicio de un declive acelerado del suyo. El Caso, nave nodriza de la escuadrilla, no podía seguir tirando del resto de la formación. Las ventas habían comenzado a decrecer. La imagen en movimiento, a través de la televisión, fue acaparando el mercado del crimen. La sangre da mucho mejor en la pequeña pantalla. A esto se unieron problemas familiares de Suárez tras un par de separaciones.

El 12 de septiembre de 1987 el periodista y empresario almeriense Joaquín Abad puso en marcha El Caso Mundial, que más tarde se llamaría El Caso Criminal y, por último El Caso a secas, dejando de publicarse el 24 de septiembre de 1997. Era un nuevo semanario de sucesos, similar al anterior que se imprimía en Almería, pero realmente se trató de otra cabecera diferente a la de Eugenio Suárez. ¿No es así?

El Caso tuvo que cerrar a causa de embargos judiciales. El público de sucesos quedó huérfano. Pero la marca seguía siendo muy comercial y de inmediato fueron apareciendo en el mercado otros títulos como El Caso Mundial (1987), El Caso Criminal (1989), La Crónica de El Caso (1989), El nuevo Caso (1994), etc. y algún otro título usando el reclamo de tan mítica cabecera. Todas de corta trayectoria, al igual que otras que, con títulos diferentes, intentaron ocupar un espacio en la crónica negra española que nadie ha sabido o acertado a cubrir.

Juan Carlos Arias, colaborador habitual de El Correo de Andalucía, escribe en sus artículos temas de criminología y sucesos en Sevilla. Fue el segundo corresponsal andaluz entre 1983 y 1985 de El Caso, tras suceder al malogrado Paco Aguilar Utrilla. Cubrió temas de todo tipo, tanto hechos curiosos como criminales: el ‘Caso Torreblanca’, de pederastia donde estaban implicados en Sevilla tres jesuitas; las apariciones en El Palmar de Troya y el Papa Clemente; homicidios, violaciones o casos extraordinarios como una entrevista que le hizo a un señor que tenía 118 años. ¿Qué crímenes recuerda de mayor impacto cometidos en Andalucía y publicados en El Caso?

El primer suceso sangriento que publicó, apenas salido al mercado, fue precisamente el brutal asesinato de las estanqueras de Sevilla. En el interior de un establecimiento de la Puerta de la Carne fueron encontrados los cadáveres de un par de ancianas, las hermanas Matilde y Encarnación Silva Montero. Les metieron 29 puñaladas pero, lo más curioso, no robaron nada. Tres vulgares ladrones fueron ejecutados por dicho doble crimen. Al tiempo se supo, cuando Pedro Costa preparaba su exitosa serie La huella del crimen (TVE), que eran inocentes. Su pecado fue moverse en los bajos fondos. Tiempos de caciquismo, hambre y desesperación. Las autoridades trataban de mantener por todos los medios sus principios de orden, fortaleza y paz. Y alguien tenía que pagar, a la mayor brevedad, por tan execrable delito. Una injusticia que conmovió a la sociedad sevillana de la época.

El 'Crimen de Los Galindos', ocurrido en un cortijo de Paradas (Sevilla) el 22 de julio de 1975, sigue sumido hoy en el más absoluto de los misterios. En 1995, este quíntuple asesinato, prescribió judicialmente y no se sabe quién o quiénes fueron los autores de la masacre. Francisco Gil Chaparro, periodista de sucesos y autor de un libro sobre este caso -elaborado con los reportajes de investigación que publicó en El Correo de Andalucía-, ha comentado que se trata de uno de los crímenes más importantes y mediáticos de la España negra, apuntando a un posible móvil económico. ¿Cuál es su opinión sobre este crimen sin resolver?

Se han barajado diversas teorías. Cultivo de estupefacientes, doble contabilidad camuflada sobre la producción agraria de la finca, temas sentimentales... Lo único cierto es que fue un chasco investigador –se contaminó por completo el escenario del crimen desde el inicio– y judicial. Demasiados fallos y errores. Hasta la pérdida del sumario. Casuales unos, puede que intencionados otros. Gracias a ello seres protervos han mantenido su inmunidad. Para muchos no ha sido un crimen perfecto, sino la impunidad perfecta.

¿Cómo ve el periodismo de sucesos que se hace ahora con respecto al de los años de El Caso?

Han cambiado los tiempos y, lamentablemente, para peor en el sector de la crónica negra. Por un lado, los editores de los medios son mayormente empresarios ajenos al sector: bancos, constructoras y otra gente al servicio de intereses privados y políticos. No quieren invertir dinero en el periodismo de investigación ni molestar al poder. Eso hace que cada vez se trabaje menos el periodismo de sucesos. Y la llave para estrangularlo es cerrarle el grifo de los ingresos publicitarios. Ya no se informa en profundidad al respecto. Y por otro lado, esta especialidad informativa no está considerada políticamente correcta en los tiempos actuales. Una lástima.

¿Los sucesos son la esencia del periodismo?

La vida es un gran suceso. Y quienes se dedican a este difícil género, auténticos combatientes de la información. No demasiado bien vistos pero siempre imprescindibles, en primera línea de choque, luchando con la bayoneta calada de su pluma. Periodismo mosqueteril de barricada donde se encuentra la auténtica esencia de la información, ajeno a ideologías y colores políticos. Dirigido esencialmente a los impulsos más básicos y primitivos del ser humano, pero también más sensibles y profundos. De ahí su aceptación masiva a nivel mundial.

¿Dónde colabora actualmente?

A pesar de mi avanzada edad continúo inmerso en el periodismo. Desde hace varias temporadas intervengo todos los viernes en Radio Nacional (Esto me suena). También acudo cuando me llaman de programas como La mañana (TVE), Cuarto Milenio (Cuatro) y otras cadenas. Escribo en prensa –durante un tiempo lo he venido haciendo en el diario El Español– y cada año suelo sacar al mercado un libro de crónica negra. El último ha sido Complot escarlata.

Tengo entendido que está elaborando otro libro, ¿sobre qué temática?

Siempre sobre crónica negra. Tengo terminados otros dos ensayos, el primero de los cuales verá la luz después del verano.