El ejercicio como arma teraupéutica

La práctica de una actividad física es la mejor medicina que tienen los pacientes cardiacos para controlar los factores de riesgo cardiovasculares

23 oct 2016 / 00:28 h - Actualizado: 22 oct 2016 / 21:31 h.
"Salud","Salud pública","Las secuelas tras la enfermedad"
  • Pacientes cardiacos que han completado este año un tramo del Camino de Santiago. / El Correo.
    Pacientes cardiacos que han completado este año un tramo del Camino de Santiago. / El Correo.

«Un paciente infartado lo primero que debe abandonar es el tabaco y después controlar todos los factores de riesgo cardiovascular: la hipertensión y la diabetes, el colesterol, la obesidad, el sedentarismo y el estrés laboral». Margarita Reina es una de las profesionales sanitarias andaluzas con más años de experiencia y dedicación con los pacientes cardiacos. No en vano, fue la coordinadora de la primera Unidad de Prevención y Rehabilitación Cardiaca que se constituyó a finales de 1992 en Andalucía, concretamente en el Hospital de Valme, un dispositivo pionero y referente andaluz en la potenciación del movimiento asociativo en torno a esta patología.

Ella mejor que nadie conoce cómo le cambia la vida a las personas que han sufrido un infarto agudo. «Haber sufrido algún episodio de insuficiencia coronaria no tiene por qué impedir a las personas seguir desarrollando una vida normal, si bien adaptada a sus capacidades y limitaciones».

«En Sevilla –cuenta con orgullo la actual directora de Enfermería del Hospital Universitario de Valme– existen ya unas quince asociaciones de pacientes cardiacos», dos de ellas en Sevilla capital y el resto distribuidas por buena parte de la provincia, caso de Morón, Arahal, El Viso, Dos Hermanas, Paradas, Lebrija, Los Palacios, Alcalá de Guadaíra, Las Cabezas, Marchena... «La próxima en constituirse será en Utrera, el próximo 10 de noviembre».

Todas estas asociaciones promueven actividades para que los pacientes venzan el miedo, aprendan a conocer a fondo y a convivir con la enfermedad y sean capaces de modular sus esfuerzos. «El fin último es conseguir que estos pacientes puedan vivir de una forma más activa y desarrollen la mayor calidad de vida posible», explica Margarita.

Para ello, una de las actividades claves de la rehabilitación pasa por la práctica habitual del ejercicio físico. «Deben adquirir el hábito del ejercicio físico y desarrollarlo como la mejor herramienta terapéutica para controlar todos los factores de riesgo. La práctica continuada del ejercicio físico es la mejor arma para mantener bajo control el colesterol, la tensión, la diabetes, la obesidad y también de liberar estrés», un mal asociado a nuestros días que puede actuar como desencadenante de dolencias cardiacas.

Después de haber sufrido un infarto o una angina de pecho, de verse sometido a una intervención quirúrgica para la colocación de un bypass o stents que ayuden al corazón a seguir funcionando, el gran temor de los pacientes cardiacos es si su gran órgano vital aguantará el día a día. En contra de la creencia de que con una cardiopatía se acabaron los esfuerzos físicos, lo cierto es que los profesionales sanitarios dejan claro que el ejercicio físico es para estos pacientes «la medicina que no les puede faltar».

De esta forma, además de promover hábitos cardiosaludables como el de la alimentación sana, desde las asociaciones de pacientes cardiacos se organizan durante todo el año actividades relacionadas con la práctica del senderismo y la realización de rutas culturales.

Dentro de las actividades de promoción del ejercicio físico hay una gran aventura denominada Corazones en camino que este año ha cumplido ya su séptima edición: realizar un tramo del Camino de Santiago como actividad rehabilitadora para los pacientes coronarios.

De esta froma, un grupo de 49 personas, entre pacientes, familiares y sanitarios, partió el pasado mes de agosto en autocar desde Sevilla rumbo a Oviedo, donde la expedición se hizo la primera foto ante la catedral de San Salvador. Entre los días 23 y 29, los peregrinos completaron 124 kilómetros a lo largo de siete etapas –casi 18 de media diaria– en las que visitaron localidades como Grado, Salas, Tineo, Borres, Puerto del Palo y La Mesa.

«El de este año ha sido un camino precioso entre montañas», explica Margarita Reina, que impulsó esta actividad en el año 2010 y que la coordina desde entonces. «Estos pacientes conocen sus limitaciones y su nivel de esfuerzo y están preparados para hacerlo».

«Más que una rémora, el evento coronario debe ser una oportunidad para vivir más intensamente y tener un compromiso personal», concluye Reina.