El Falla ‘inmortaliza’ a ‘Manué’

En una final para la posteridad, la chirigota de La Rinconada No te vayas todavía se conformó con la medalla de bronce del jurado del COAC y el oro de un público entregado en el corazón y los aledaños del Gran Teatro Falla de Cádiz. El grupo de Antonio Álvarez, El Bizcocho, veló en su última noche a Manué, el protagonista de una formación que se ha consagrado como la auténtica revelación del certamen de las coplas. En una sesión, la última de 2017, de más de 12 horas de duración y que amaneció con la comparsa La Eternidad sobre las tablas, Manué y sus correligionarios regalaron un pase con giros graciosos, aunque con menor ingenio que en la ronda de semifinales. La tercera plaza final adquiere aún más notoriedad después de que la chirigota del Selu haya sido cuarta.

La respuesta del graderío, al grito de campeones en el interior del Falla y con una aclamación absoluta en el pasacalles del ataúd, no influenció al jurado, que finalmente entregó la condición de ganadora a la chirigota de Vera Luque, Los del planeta rojo... pero rojo, rojo, que no causó la admiración de la mítica Los hinchapelotas pero que reunió 1.024 puntos. La plata fue para el veterano Manolito Santander y el grupo Los de Cádiz Norte, que consiguieron la segunda plaza con 1.015 puntos. No te vayas todavía sumó finalmente 994 y Mi suegra como ya dije, del Selu, 956.

La comparsa que se alzó con el triunfo fue Los irracionales, aunque una de las mayores exhibiciones del concurso fue del cordobés Rafa Taleguilla, que brilló con luz propia en un desgarrador y crítico pasodoble a Andalucía de Los Equilibristas. El mayor espectáculo del mundo se impuso en coros, mientras que el cuarteto elegido para lucir la vitola de campeón fue Lo que el viento se llevó, de Ángel Gago y que no sorprendió con su repertorio.

Descomunal Martín

Uno de los protagonistas de la noche no aspiraba a los premios finales. En semifinales, el jurado había decidido que su concurso había finalizado, aunque fue invitado por la organización para despedirse del público después de una vida dedicada al Carnaval de Cádiz. El comparsista Antonio Martín regaló, sin duda, uno de los momentos más emotivos de la irrepetible velada. Junto a su grupo interpretó, en primera línea y con su característica voz rasgada, un repertorio clásico y elegante. Y, cuando la juventud y la experiencia se fusionaron bajo el aplauso sincero del Falla, Martín cantó a Cádiz una copla para la posteridad. Con amor a la Tacita de Plata.

Bajo la tierna mirada de su nieta y mientras su hija no era capaz de contener las lágrimas, el veterano coplero interpretó un emotivo pasodoble, El día que yo me muera. Con el público entregado y las familias de sus compañeros y amigos en el escenario, la comparsa Ley de vida cantó en una finalísima, aquella que el destino negó al genio de La Viña en 1980, la inmortal Caleta, sin duda una de las mejores coplas de la historia contemporánea del carnaval. Al compás del tres por cuatro. Un gaditano de corazón que se fue entre aplausos, lágrimas y vítores para contagiar de amor a la fiesta por antonomasia a los chiquillos de aquel patio de la calle San Vicente. El adiós de un viñero. De Cádiz. De Cádiz. De Cádiz...