El hijo de mis desvelos

Los adolescentes cada vez salen más de marcha. ¿Cómo pueden los padres minimizar los riesgos a los que se enfrentan? ¿Cuáles son?

06 oct 2016 / 07:05 h - Actualizado: 06 oct 2016 / 07:05 h.
"Sociedad","Movida juvenil","Sevilla joven"
  • Jóvenes sevillanos saludan a la cámara de El Correo en la fiesta de la primavera 2014. / P. Herrera
    Jóvenes sevillanos saludan a la cámara de El Correo en la fiesta de la primavera 2014. / P. Herrera
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Alcohol. Es también una droga. De hecho la de más consumo. El 70% de las atenciones en urgencias a menores de edad los fines de semana es por el alcohol.

Sexo. La prevención de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y la integridad es una de las mayores preocupaciones de los padres.

Drogas. Las malas compañías, la curiosidad o sentirse socialmente aceptado pueden inducir al consumo de éxtasis, cannabis o cocaína, entre otras.

¿Qué estará haciendo? ¿Con quién andará? ¿Estará donde me dijo? ¿Beberá? ¿Fumará? ¿Lo probará? ¿Y si le ocurre algo malo? Cada noche de fin de semana miles de padres acaban haciéndose estas y otras preguntas mientras sus hijos adolescentes salen de marcha y ellos no pegan ojo. Es tan inevitable como lógica esa preocupación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a los adolescentes como población de riesgo, calificación basada en que son personas en pleno desarrollo, incapaces de evaluar en su justa medida el riesgo, curiosos por defecto y ajenos a todo tipo de límites. Todo ello se acrecenta de manera exponencial durante las noches de los fines de semana, esto es, cuando los jóvenes salen de marcha.

Hace unos días leíamos en estas páginas que el 70 por ciento de las atenciones a menores de edad en urgencias de los hospitales son causados por el excesivo consumo de alcohol. Es el alcoholismo una de las mayores preocupaciones de los padres respecto a sus hijos cuando estos salen de noche con los amigos. Junto al alcohol, las drogas llamadas duras: cannabis –la más consumida en España–, cocaína, éxtasis, etc... Y el sexo, un tema que en muchos núcleos familiares sigue siendo tabú, porque da vergüenza hablar de ello entre hijos y padres. En este sentido, es menester, según se recomienda desde todas las asociaciones de asesoramiento y orientación familiar, mantener bien educados e informados a los hijos acerca de los riesgos de transmisión de enfermedades y pautas de iniciación al sexo, prevención de embarazos no deseados o concienciación acerca de dignidad e integridad: sexo cuando tú quieras, con quien tú quieras y como tú quieras.

«La comunicación es una herramienta fundamental para que nuestros hijos sepan enfrentarse a determinados problemas», expone claramente una de las guías de asesoramiento educativo que la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía pone a disposición de padres con hijos adolescentes. Los jóvenes quieren salir y salen por la noche más que nunca. En plena crisis, el sector del ocio nocturno sigue generando pingües beneficios. «Mi hija tiene 20 años y sale desde los 17. Mi mayor preocupación es el alcohol, porque sé que bebe pero que no toma drogas. En ese aspecto está muy concienciada e incluso escandalizada. También está centrada en el tema del sexo. Mi marido y yo siempre le insistimos en la necesidad de, llegado el caso, mantener relaciones sexuales con la debida protección para prevenir enfermedades», explica María José, que reconoce que pasó muchas noches en vela cuando su hija empezó a quedar con sus amigas por la noche: «Ahora sigo sin quedarme del todo dormida si no ha regresado. Y la llamo. Y soy capaz de llamar a cualquiera cuando no lo coge».

La forma de negociar o imponer las horas de recogidas es un asunto un tanto espinoso. ¿Mejor la autoridad o la permisividad? Como siempre, un término medio. «Con la transición política hacia la democracia se ha ido imponiendo el modelo del padre dialogante y amigo de sus hijos al que incluso le aterroriza la idea de imponer ciertos límites. Trascurrido el tiempo, los menores de edad nos han comido el terreno tanto a profesores como a padres. Hay que conseguir el equilibrio de autoridad justo», recuerda el célebre juez de menores Emilio Calatayud en su libro Reflexiones de un juez de menores (Dauro Ediciones, 2007). «Nosotros siempre le impusimos los horarios cuando salía y siempre los respetó», indica María José, preocupada igualmente por la inseguridad ciudadana, incrementada en chicas jóvenes, sobre todo de madrugada. «Ella siempre vuelve acompañada», insiste María José, a la que aun así se le tuerce un poco el gesto al hablar del asunto.

Los expertos recomiendan vigilar las amistades, sin que los padres deban intervenir ante las mismas salvo en casos en los que vean de manera evidente que pueden ser perjudiciales para su hijo. En tal caso es necesario cierto intervencionismo. «Cuando era más joven no entendía tanta preocupación de mis padres», reconoce Ángela, de 19 años, que comenzó a salir a las discolight discotecas para menores de 18 años– con 16 pero que ahora entiende «la inquietud de mis padres, pues sé lo que hay por ahí». Ángela también bebe, como la mayoría de adolescentes, pero «de drogas, nada», dice, a la vez que señala igualmente «la inseguridad» como la mayor de sus preocupaciones: «Siempre regreso acompañada de mis amigas, nunca me vuelvo sola».

En ningún caso se trata de demonizar la noche ni de alarmar a los propios adolescentes. El antídoto más eficaz siempre fue y será la educación, acompañada de una comunicación natural. Así se forman adolescentes más preparados, capaces de discernir entre lo que le conviene y lo que no, conocedores del riesgo de determinados actos. Sabedores, hasta cierto punto, de lo que hacen. Y así los padres estarán más cerca de conciliar el sueño, o al menos de responder a las preguntas con las que empezaba este artículo.