El impacto obligará al ‘reseteo’ de especies

La biodiversidad sevillana se verá afectada en pocos años. Algunos animales y plantas desaparecerán, otros se desplazarán...

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
30 ene 2017 / 22:05 h - Actualizado: 31 ene 2017 / 08:27 h.
"Medio ambiente","Cambio climático","Alerta cambio climático"
  • Aspecto resquebrajado de la marisma de Isla Mínima, tras sufrir los rigores del termómetro el pasado verano. Las sequías se prevén más abundantes en los próximos 50 años. / Txetxu Rubio
    Aspecto resquebrajado de la marisma de Isla Mínima, tras sufrir los rigores del termómetro el pasado verano. Las sequías se prevén más abundantes en los próximos 50 años. / Txetxu Rubio
  • Una cigüeña sobrevuela un arrozal inundado en las marismas del Guadalquivir. / Javier Cuesta
    Una cigüeña sobrevuela un arrozal inundado en las marismas del Guadalquivir. / Javier Cuesta

Insectos polinizadores que no encuentran las plantas que polinizan, encinas que florecen dos veces en el año, aves migratorias que ya no migran o llegada de nuevas especies que nunca habían visitado estas latitudes... Los efectos del cambio climático en la flora y fauna están afectando a la biodiversidad sevillana. Los expertos apuntan que hace falta una secuencia mayor en el tiempo que uno o varios años para atribuir estas variaciones al cambio climático, pero lo cierto es que cada vez se dan con más frecuencia y podría tratarse, como indican otros, de los primeros efectos de un cambio climático que no es un problema del que debamos hablar en futuro sino en presente. Unos cambios que están creando un nuevo sistema operativo de una biodiversidad nueva que empieza a resetearse para adaptarse a los cambios.

En Sevilla, la biodiversidad se puede agrupar en cuatro grandes grupos de ecosistemas: el urbano, el rural, el río Guadalquivir y su ribera y las zonas forestales protegidas, según explica el catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla, Enrique Figueroa. En cualquier caso, explica este experto en ecología, «las previsiones sobre el cambio climático en Sevilla apuntan a una mediterranealización, es decir: una exageración de las condiciones del clima mediterráneo, con más calor en verano, precipitaciones torrenciales más acusadas, sequías más largas y, en definitiva un déficit hídrico». Una reducción de los recursos hídricos que afecta de pleno a las especies de flora y fauna más sensibles. El agua para muchas especies supone la disponibilidad de alimento y su reducción en las zonas más sensibles, como los humedales más pequeños (charcas o lagunas temporales) puede llevar consigo una extinción de especies de anfibios y reptiles, que necesitan estas láminas de agua para completar su ciclo vital, y de manera encadenada causaría efectos en las aves que no encontrarían recursos alimenticios.

«En efecto los humedales son los ecosistemas más amenazados por el cambio climático», explica Carlos Dávila, representante de la SEO BirdLife en Doñana. Para este experto en aves, la reducción de la disponibilidad de agua que suponen los humedales lleva acarreada inexorablemente un declive de poblaciones de especies muy vinculadas a estos ecosistemas que residen en estas lagunas andaluzas, como la focha moruna, la cerceta pardilla o el pato malvasía, por citar los más comunes. Pero, como indica Dávila y otros expertos, el panorama no es de extinción, sino de cambio: algunas especies más oportunistas o más generalistas se beneficiarían del cambio climático en la ciudad, como es el caso de la cigüeña blanca, que si bien antes era una migradora ya no lo es tanto y con el cambio climático podría asentarse de manera permanente en la ciudad. Sin embargo, las especies que son dependientes de un recurso más específico, como sucedería con el cernícalo primilla, se verían perjudicados y deberían acudir a climas más propicios y similares a los que hoy ofrece Sevilla. «Habrá extinciones de especies, habrá otras que se desplacen y otras probablemente lleguen desde otras latitudes», explica Dávila.

En efecto, en la Sierra Norte de Sevilla, según ha confirmado Antonino Sanz, el director de ese Parque Natural que es el espacio verde de mayor extensión de la provincia sevillana, ya se están avistando especies que nunca se habían visto por esos cielos. Es el caso del buitre moteado, cuya tarea de distribución está en el África subsahariana; o del vencejo cafre, un ave también subsahariana y cuya aparición en la península se considera por la SEO BirdLife como un a señal inequívoca: «Las aves son un excelente indicador del impacto del calentamiento global en un país tan sensible a la desertización como es España y la situación del vencejo cafre es un buen ejemplo», explica el coordinador de Seguimiento de SEO/BirdLife, Juan Carlos del Moral.

Pero los cambios en los espacios protegidos como la Sierra Norte de Sevilla no se quedan sólo en el aire. «Se han registrado cambios en la fenología (los cambios biológicos asociados al clima) de especies como la encina, que este año ha tenido dos floraciones», explica Antonino Sanz. El descorche, por ejemplo, según indica el director del Parque Natural, se está adelantando en el tiempo y ahora se realiza a primeros de verano mientras que antes se producía a finales de la estación. En los escenarios previstos sobre el cambio climático la Sierra Morena Sevillana también se vería afectada con un desplazamiento de la vegetación a más altitud.

En la ciudad, los cambios en la que tal vez sea la especie arbórea más emblemática de Sevilla, el naranjo, también son evidentes. Este pasado año los naranjos florecieron dos y hasta tres veces, cambiando por completo su ciclo biológico.

Aunque puede parecer que no tiene importancia el hecho de que una especie florezca antes o después de lo que lo hacía antes del cambio de temperatura, se trata de un problema esencial para la vida, ya que el tiempo para los polinizadores es diferente: «Para especies cuya vida puede ser de tres o cuatro semanas, que se adelante la floración un mes puede ser letal», aclara Ignasi Bartomeus, científico de la Estación Biológica de Doñana y especialista en polinizadores. Este experto explica que la consecuencia más grave es que se produzcan asincronías, es decir, que cuando la especie polarizadora acude a la flor de la que se alimenta y poliniza, esta no esté en periodo de floración o al contrario: florece cuando no hay polinizadores. «En Sevilla hay una estacionalidad muy marcada de enero a junio, que es cuando se produce la polinización; si un año se produce una asincronía no pasaría nada, pero si se repite en el tiempo pueden empezar a desaparecer especies», aclara.

Tal vez la abundancia de especies diferentes de abejas (existen más de mil y en Sevilla hay catalogadas más de doscientas) ha permitido que unas especies solapen a otras compensando los años en los que se ha producido la asincronía, pero en todo caso hay que tomar medidas para evitarlo, ya que no sólo se ha dado un año, el pasado, con este fenómeno causado por el cambio de temperaturas, sino que los años 2010, 2012 y 2013 también se produjeron asincronías. Pero la pérdida de polarizadores no está sólo relacionada con el cambio climático, según apunta este investigador, sino también con el tipo de usos agrarios: aplicación de insecticidas, grandes extensiones de monocultivos... que limitan la biodiversidad y reducen esa capacidad de afrontar las asincronías.

Como sucede con las aves, en el mundo de los insectos también los hay que se beneficiarán del cambio climático, aunque se trata de las especies que tienen menos valor biológico, como el mosquito Ochlerotatus caspius, que según los estudios del investigador de la Estación Biológica de Doñana, Jordi Figuerola, están ya incrementando en número.

Precisamente es la llegada de nuevos insectos, que actúan como vectores de enfermedades en muchos casos, una de las cuestiones que más preocupan a los biólogos, según explica el investigador y ex director de la Estación Biológica de Doñana Juan José Negro: «Hay enfermedades como el virus del Nilo que ya están matando a caballos». Los transmisores de las enfermedades suelen ser mosquitos, que no sólo aumentan en número sino que empiezan a colonizar zonas donde antes no existían. Por eso, como indica el que fuera máximo responsable del principal centro de investigación biológica que existe en Sevilla, hay alertas sanitarias que están abiertas en Sevilla y se están tomando constantemente muestras para determinar si empiezan a aparecer enfermedades que eran propias del continente africano. «Hay temores incluso de que vuelvan enfermedades que afectan al ser humano, como la malaria, que fue erradicada de nuestro país en 1964, pero que con el cambio climático podrían volver a aparecer».

Juan José Carmona, de WWF-España, hace especial mención al carácter marítimo de Sevilla. Para este portavoz ecologista, la previsión de subida del mar en Sevilla podría acarrear graves problemas en los ecosistemas fluviales. «El informe sobre cambio climático y costa, elaborado por el Magrama, pone de relieve que hay dos zonas especialmente sensibles: el delta del Ebro y el estuario del Guadalquivir, donde está Sevilla y muchos pueblos ribereños como Coria del Río, La Puebla del Río, Isla Mayor... que tienen una rica biodiversidad que se vería afectada por los nuevos efectos mareales». Por eso, Juan José Carmona incide en que es necesario recuperar ecosistemas fluviales para la biodiversidad, como las zonas de inundación del río y, por otro lado, ante la futura escasez de agua, replantearse el uso que se hace de este cada vez más limitado recurso, regulando de manera efectiva los regadíos intensivos.

Los cambios que produce y va a producir el clima crean nuevas relaciones de competencia, como indica el catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla. Para Enrique Figueroa, la escasez de agua en los espacios rurales y naturales podría ocasionar que las ciudades, donde el suministro de agua sí está garantizado, terminen siendo el foco de atracción de las aves, que se refugiarían en la capital. Un escenario que no contempla una ciudad como Sevilla, que en realidad no contempla ningún escenario para las aves, como apunta Figueroa, ya que la ciudad carece de un plan estratégico para las aves urbanas.

Un nuevo escenario en los cielos del que ni los científicos saben cómo se podría reconfigurar. Lo único que parece que sí está claro es que si se cumplen las previsiones del cambio climático se va a producir todo un reseteo de la biodiversidad y cambiarán especies, relaciones y ciclos. Algunos ya han empezado a producirse, como explica Juan José Carmona.

El portavoz en Doñana de WWF-España sentencia: «El cambio climático no es algo del futuro, los estadíos iniciales ya se están produciendo y no se puede aplazar más la toma de decisiones para hacerle frente». Como indica el exdirector de la Estación Biológica de Doñana, Juan José Negro, «el cambio climático nos está sacando de la zona de confort ambiental en la que vivíamos».