Dos profesionales de gran nivel –Javier Barnes, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Huelva; y Fernando Faces, experto en Macroeconomía de la Fundación San Telmo– se metieron en el espinoso jardín del enchufismo (endogamia fuera del lenguaje popular) moderados por Carmen Baena, directora de I+D del Instituto Andaluz de Tecnología.

Lo hicieron en la Fundación Cruzcampo, sede donde la iniciativa Sevilla Abierta desarrolla el ciclo Sevilla a Debate. Los responsables de la mesa redonda Causas y consecuencias del estancamiento de la ciudad: la endogamia se preguntaron si la endogamia «es la costumbre para hacer carrera en los estamentos de Sevilla» y no hace posible lograr el puesto que uno se merece por su propio esfuerzo. Y definieron esta Sevilla estamental: «universidades, corporaciones, patronales, entidades profesionales, organizaciones sociales, asociaciones, clubes, etcétera». «¿Impera la estrategia de la camarilla y el enchufismo, aun a costa de taponar a las personas más válidas?», resumieron.

«¿Es verdad que en muchos ámbitos de Sevilla quien destaca por sus cualidades y su capacidad de iniciativa tiene que avanzar fuera del sistema de relaciones sociales y en el ostracismo porque sufre barreras e inquinas urdidas por quienes defienden su estatus y su notoriedad mediante complicidades endogámicas? La escasez de cultura emprendedora, de internacionalización y reformas, y la lentitud en los proyectos de modernización, ¿están causados por un predominio de la endogamia como patrón de conducta?»

A estas preguntas respondió Faces con otra «¿Por qué se mantiene un sistema que bloquea el talento, fomenta la corrupción y garantiza el inmovilismo?» Y se respondió: «Todo el mundo ve lo que pasa, pero nadie se atreve a denunciar porque se va a encontraron más obstáculos que nunca como sea señalado. Es la ley del silencio, la omertà» [el código de silencio de la mafia siciliana]. Pero al mismo tiempo extendió el terreno contaminado: «El enchufismo no es una cosa de Sevilla. Impera en España y afecta a todos los ámbitos. Es la gran lacra que impide renovar y competir. Está en la Administración, en los Gobiernos y en las universidades, donde es evidente en el sistema de elección de catedráticos; y también en las empresas públicas e incluso privadas. Es la mejor manera de expulsar el talento, y ha acabado enraizado en la cultura popular, donde se ve hasta normal encontrar trabajo donde los que están dentro deciden quién, cuándo y cómo entra en función de las redes familiares o clientelares».

Faces sostiene que una de las razones por las que faltan profesores de altísimo nivel en las aulas universitarias españolas es que la endogamia pone tales trabas a quienes intentan llegar a pulmón, por su propio esfuerzo... que se van. Y los que se quedan contribuyen a mantener el sistema cerrado porque, como se abra a competir tienen menos oportunidades. Vuelve a poner el ejemplo de la elección de catedráticos entre la gente de la propia universidad. «Son más los profesores que se benefician de la endogamia que los perjudicados», explica, aunque el resultado sea «sumergirse en la mediocridad».

Si poner ejemplos concretos de enchufismo es comprometido, no lo es tanto encontrar ejemplos de buenas prácticas: «las universidades catalanas, que solo te admiten si has pasado tres años en otra universidad y las empresas que compiten internacionalmente».

Barnes fue tajante en su intervención: comenzó expresando que endogamia «es otra manera de llamar al a corrupción, propia de una sociedad cerrada y provinciana» y situó entre las instituciones que más la practican a universidades y hospitales públicos, y los casos más graves en el «ámbito público».

Además puso de relieve el «escasísimo relieve» que tiene en España la figura del conflicto de intereses.

Una de sus recetas contra la endogamia pasaría por vetar la contratación de quien se haya formado en un hospital o una universidad por esa misma institución.

Asimismo, expuso en el debate el problema en los partidos políticos, donde la selección de los líderes se efectúa por cooptación –otra variante de la endogamia–. «Resulta un acto de heroísmo no beneficiarse de las estructuras de endogamia, porque tiene un coste, generalmente laboral».