{¿Qué es exactamente la mediación?

—Es un sistema, un espacio, un encuentro de diálogo entre las partes implicadas en un conflicto para que con ayuda de un tercero vayan saliendo de ese bloqueo comunicacional para encontrarse en las distintas posturas dentro del conflicto. Muchas veces nos posicionamos en una petición pero realmente no sabemos ni qué queremos ni qué necesitamos. Hay que saber llegar a lo profundo del problema, qué quiero, qué necesito y qué quiere y qué necesita la otra parte, que es muy distinto a qué estoy pidiendo.

—¿Qué beneficios tiene este sistema frente a la demanda judicial? —Lo más importante es darse cuenta del poder que tenemos todos de autocomponer, autogestionar las soluciones y resolver definitivamente el conflicto. El litigio termina con una resolución judicial, pero no resuelve el conflicto en el que las partes están inmersas.—Desde hace unos años se habla mucho de mediación, pero ¿estamos preparados en España?

—Regular, porque aunque se está avanzando mucho en cambiar la mentalidad y la cultura, España, por tradición continental europea y por el propio carácter español, tradicionalmente ha estado en una cultura litigiosa. La tradición jurídica en España ha sido básicamente para litigar, así que se trata no solo de cambiar el paradigma de la Administración de Justicia, sino cambiar la cultura de la gente. Y esto es saber que cuando tengo un problema tengo que acostumbrarme a pensar de otra manera. Sabiendo el interés y la necesidad de la otra parte, el conflicto no existe porque el interés del otro puede conectar con el mío.

—¿El cambio tiene trabajarse desde las facultades de Derecho? —En las universidades se está introduciendo asignaturas sobre sistemas alternativos de gestión de conflictos, en los que se ha basado tradicionalmente el mundo anglosajón. Se trata de cambiar el paradigma del sistema público de Justicia y acercarnos a cómo funciona la Justicia anglosajona con la introducción de estos sistemas de solución de conflictos. Las generaciones que salgan en los próximos años tendrán una imagen del ejercicio profesional y del mundo jurídico completamente distinta porque ya no estará focalizado exclusivamente al litigio, sino que habrán aprendido qué es un conflicto, cómo afecta a la comunicación humana, qué habilidades son importantes para gestionarlo y qué estrategias de negociación son importantes.—¿La mediación puede aplicarse a todos los asuntos, incluso para los penales?

—Siempre es muy bueno que se pueda tener un espacio de diálogo y de encuentro por lo menos para rebajar la tensión, la agresividad, y el bloqueo comunicacional, sea cual sea el momento en el que se esté, incluso con el procedimiento ya comenzado. El tema penal como está tocado por el Derecho Público y es materia no dispositiva es un terreno más complejo. Sí es verdad que hay una visión de la justicia penal como justicia restaurativa, con la idea de un espacio de encuentro entre el agresor y la víctima para solucionar el conflicto. La mediación es una herramienta para producir un encuentro sanador entre ambos.

—Los juzgados tienen 100.000 sentencias sin ejecutar. ¿La mediación puede ser una buena solución? —La mediación es una solución siempre, en cualquier fase del procedimiento, incluso en la ejecución porque el gran fracaso del sistema es que las sentencias muchas veces no se pueden ejecutar. Las personas que han obtenido una sentencia favorable se encuentran con que pasan años y años y no pueden hacer efectiva esa sentencia. Al final es un fracaso porque una sentencia favorable no la vas a poder materializar.—¿Y cómo finaliza una mediación?

—Acaba en una solución consensuada y eso lo documentamos es un acuerdo de mediación. No hay nada más justo por encima incluso de una resolución judicial que lo que las partes decidan voluntariamente para terminar su problema. —¿Y dónde acude un ciudadano si quiere iniciar un proceso de mediación?

—Si tengo un problema con una persona se le puede plantear buscar un mediador o directamente se puede ir a un profesional y que este se ponga en contacto con la otra parte. Es muy acertado llevar un procedimiento con dos profesionales en comediación; por ejemplo, un profesional jurídico y otro en psicología, dos profesionales con perfiles que se complementan. Un conflicto tiene un substrato muy profundo de emociones y el campo de la Psicología cobra un papel muy importante.—Con la crisis muchos sectores se han sumado a la mediación ¿es conveniente que el mediador tenga un perfil jurídico?

—La Ley habla que el mediador puede ser cualquier profesional con un perfil universitario. No hace falta porque al final lo que se absorbe son habilidades comunicacionales, técnicas de gestión de conflictos, conocimientos sobre el conflicto y las relaciones humanas. Hay muchos colectivos que están muy implicados con la mediación, más incluso que el mundo jurídico. Unos de los fuertes escollos para un profesional jurídico es la reticencia de muchos abogados de cierto colectivo.—¿Y legislativamente, desde el Gobierno se apoya la mediación o queda mucho camino por andar?

—Ahora se está debatiendo una posible reforma de la Ley de Mediación para introducir una sesión informativa obligatoria previa a la demanda. Lo veo muy conveniente siempre y cuando no se afronte como un trámite procesal que hay que pasar porque sino no hay demanda.—¿Es lo que ocurre en la actualidad con las demandas en lo Laboral?

—Depende mucho del profesional, pero acercar posturas y conseguir una posición intermedia entre trabajador y empresario no es mediación. Eso sería una negociación distributiva, acercar posiciones cediendo cada parte. En un proceso de mediación no tengo que ceder, tengo que enfocar con otra lente.—¿Cómo mediadora cuál ha sido el conflicto más difícil que se ha encontrado?

—Ningún conflicto es igual a otro. Todos los procesos son muy complejos y todas las partes llegan muy bloqueadas y desde una posición de víctima. Es un trabajo lento, requiere varias sesiones y depende mucho de cómo el mediador logra empoderar a las partes y transmitirles la capacidad de encontrarse y buscar la solución a su problema.