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El mareo de la marea sanitaria

Dos visiones de la protesta del sector se enfrentan en Sevilla

31 ene 2017 / 08:49 h - Actualizado: 31 ene 2017 / 09:09 h.
"Sanidad","Salud pública","Una sanidad vulnerable"
  • El mareo de la marea sanitaria

Entre un éxito de movilización con 20.000 personas en la calle el día 15 a un agrio enfrentamiento y la expulsión de la Marea Blanca de quien organizó y capitaneó la manifestación en Sevilla, José Barea, el día 17 pasaron 48 horas.

Estas disputas han distraído del objetivo fundamental de quienes participaron en la protesta, un significativo número de sanitarios y, sobre todo, usuarios de la sanidad pública hartos de que los recortes estén deteriorando el servicio, de que las urgencias se colapsen, los puestos de trabajo del personal sanitario no se renueven –y el trabajo se multiplique y sea muy difícil esa atención cuidadosa que debe presidir la praxis sanitaria–...

Las reivindicaciones por las que se salió a la calle el 15 de enero –y por lo que la marea Blanca que encabeza Sebastián Martín Recio hasta el 7 de febrero ha convocado otra manifestación el 28F– tienen que ver con el gasto sanitario en la calificada como Joya de la Corona por la Junta: el gasto por habitante y las camas por cien habitantes sitúan a Andalucía a la cola de España, muy por debajo del País Vasco o de autonomías que han mantenido políticas agresivas contra el sector público, como Madrid; y lo mismo ocurre al contar el número de médicos y enfermeros por mil habitantes: Andalucía vuelve a ser la última comunidad.

Ahora uno de los dos movimientos camina hacia la convocatoria de una gran manifestación el día 28 de febrero, la coordinación de las mareas blancas andaluzas y la suma a la protesta de otras mareas que no se veían en la calle desde los años del 15M, mientras que la otra reclama la falsedad de la asamblea que destituyó a Barea y la legitimidad, aunque ya con muchos menos seguidores en su página de Facebook (Marea Blanca Sevilla, capitaneada por Barea, tiene tres veces menos me gusta que Marea Blanca en Sevilla), y la convocatoria «otro día, no el 28 F» de una nueva manifestación sanitaria sin políticos.

El detonante del enfrentamiento fue el episodio en el que un grupo de personas colocó una pancarta de Vox sobre la cabecera de la manifestación el día 15, cuando Barea daba su discurso tras la marcha, que había sido hasta ese momento pacífica y todo un éxito.

Entre abucheos por el intento de esta fuerza extraparlamentaria de apropiarse de la protesta, alguien se dirigió de forma airada al grupo y les rompió la pancarta con un mástil envuelto en otro símbolo, esta vez la bandera andaluza con una estrella roja.

A partir de ahí, unos han acusado a los otros de traer a la extrema derecha a la Marea Blanca y consentir que les revienten la manifestación; y al revés, de transformar un movimiento apolítico en un apéndice de Podemos. La asamblea del día 17 nombró una directiva rotatoria de cuatro miembros, al frente de la cual estará hasta el 7 de febrero Sebastián Martín Recio, médico durante decenas de años –ya jubilado– y también exalcalde de Carmona por IU. «No quiero ser el Sprimiman de Sevilla, esto es un movimiento democrático y participativo», zanjó.

JOSÉ BAREA, Marea Blanca Sevilla

—¿Por qué se ha dividido la Marea Blanca de Sevilla?

—Me da mucha pena. La cogí, la hice funcionar, hice la manifestación con 20.000 personas e inmediatamente han llegado los políticos de Podemos y se han querido apoderar de ella.

—¿Qué es lo que ocurrió en la asamblea del día 17?

—Con Podemos hemos trabajado muy bien hasta que ha pasado lo que ha pasado. Quedamos el día 17 para unificar las mareas andaluzas. Me encuentro con señores con panfletos, con una mesa en la que no estoy como portavoz y con la petición de redactar un nuevo manifiesto. Yo ya estaba con la mosca detrás de la oreja. Finalmente se votan nuevos vocales y cuatro portavoces. Ahí me di cuenta de que me la habían jugado entre 18 o 18 entidades de las 95 de la Marea Blanca. El resto no se habían presentado porque no las avisaron. Así que lo dije, como que no me llegó ni citación ni orden del día ni por teléfono ni por correo. Lo hizo Podemos. Así que repetí que la Marea Blanca no aceptaba la votación. Tampoco voté en ningún momento. Antonio Guerrero, de Atención Temprana, repitió que los niños «no entran en política» y yo defendí que en las movilizaciones se lleven globos blancos en vez de banderas. Uno de los nuevos portavoces se unió el domingo [tras la manifestación] y el martes ya era portavoz. Yo digo que ningún político le dice a la Marea Blanca cómo ni cuando manifestarse.

—¿Ahora hay una Marea Blanca de izquierdas y otra de derechas?

—Hay una sin color y otra de Podemos. Yo he trabajado perfectamente con ellos y con Vox.

—¿Vox fue por su cuenta o lo llamaron?

—Yo lo invité a manifestarse, pero no quiero ni a Podemos, ni al PP ni a Vox en la organización de la Marea Blanca. Al lado sí. Detrás nadie. Esta movilización la cogió la federación de asociaciones de vecinos CAIS para buscar lo mejor para una sanidad que está en decadencia. No queremos aprovechar para cargar contra Rajoy o Susana [Díaz], solo una sanidad pública mejor y de calidad.

¿Qué modelo de sanidad reivindica?

—No quiero saber nada de esos partidos políticos. Que sean los profesionales los que organicen la sanidad. No comisarios políticos. Que estén los sindicatos médicos y de enfermeras. Porque si está un político el del partido contrario siempre dirá que está mal.

Le pueden replicar que todo lo que tiene que ver con la gestión es política.

—Si un médico hace funcionar un departamento con sus 30 años de experiencia no lo va a hacer mejor un chiquito de 23 años y con el carné en la boca.

—Hemos hablado de muchos partidos. ¿Y el PSOE?

—Podrá negociar mejor con el PSOE una Marea Blanca apolítica. Podemos y el PP nos han ayudado en temas puntuales, pero ya está. Que esté todo en manos de los usuarios y profesionales, y los políticos en su casita.

¿Qué le pareció el incidente de la pancarta en la manifestación?

—Condeno el pancartazo. Fue abominable y de fascistas. Nadie puede atacar por ideología política a otro. Vox tiene derecho a decir lo que piensa y a estar allí. La plataforma que represento condena lo ocurrido. Vox cometió un fallo, pero no se merecen ser apaleados: también hizo lo mismo el SAT y la CGT. Yo lo vi.

Usted estaba de espaldas y yo en primera fila, y solo sacaron una pancarta por encima de usted los de Vox.

—Atrás no debía de haberse colocado nadie, pero vieron su minuto de gloria...

—¿Se ha puesto en contacto con ustedes la Junta tras la manifestación?

—No. Les enviamos una carta la víspera y otra tras la manifestación, sin respuesta.

—¿Y la próxima manifestación de la Marea Blanca cuándo será?

—No será el 28F. Se manifiestan muchas entidades políticas y no quiero que se mezcle la política con la sanidad. Buscamos fechas y no lo decido yo solo. Y una manifestación es el último recurso. Si se buscan soluciones... ¿para qué manifestarse?

—¿A qué atribuye que la manifestación de Sevilla haya sido la más floja de todas las Mareas Blancas de Andalucía?

—Mi idea era haberla hecho ya en febrero. La organizamos en apenas 15 días, con cero recursos. Espero que para la próxima acudan 40.000 personas.

—¿Se ve el Spiriman de Sevilla?

—No. Llevo mucho tiempo en el movimiento vecinal. Y Spiriman no quiere ser Spiriman, solo lucha para evitar la fusión de dos hospitales.

¿Su marea blanca se coordina con la de Granada?

—No. Somos la Marea Blanca de Sevilla. Solo nos manifestamos el mismo día porque era una manera de... pero no estamos en ese juego.

SEBASTIÁN MARTÍN RECIO, Marea Blanca en Sevilla

—¿Ahora hay dos mareas blancas en Sevilla? ¿Por qué se ha dividido?

—Tras la asamblea del día 17 Pepe Baena pierde una votación y decide irse con la contraseña de Facebook. Nosotros nos hemos visto forzados a abrir la página Marea Blanca en Sevilla, pero desde el primer día le superamos en seguidores. En la asamblea ocurrió que se eligieron democráticamente portavoces rotatorios. Después se votó quiénes serían esos cuatro portavoces. Yo obtuve 34 y él nueve. Barea entonces decide no reconocer la asamblea con la trampa vulgar de acusar a todos los demás de una conspiración de la izquierda radical. Cuando se va alguien lo acusa de provenir de la extrema derecha, lo que no desmiente.

—¿La Marea Blanca se ha politizado?

—La Marea Blanca es un movimiento social en defensa de la sanidad pública, que necesita políticas determinadas que se destruyen con los recortes. La respuesta a esos recortes también es política. Otra cosa es que la Marea Blanca esté dominada por los partidos. Ninguno de los cuatro líderes somos responsables de ningún partido, pero tenemos nuestras ideas. Las mías, de IU. Y aspiramos a cambiar las políticas sanitarias. La política no tiene por qué ser mala por sí misma. Lo son determinadas formas de aplicar la política.

—Le pregunto por la polémica con la pancarta de Vox...

—Vinieron de la mano de Baena. Ni siquiera fui consciente en las asambleas previas a la manifestación del día 15 de que allí estaba Vox.

—¿ Y lo de la pancarta?

—No lo vi. Pero si intentaron acaparar ellos la imagen de la manifestación no era adecuado, crearon tensión y malestar. Si alguien les rompió la pancarta me parece mal. Porque la extrema derecha debe saber que la democracia respeta a todo el mundo, no como ellos.

—¿Qué modelo de gestión sanitaria quiere la Marea Blanca? ¿Qué espacio tendrían los políticos en la sanidad?

—Todos los gestores son políticos... porque intervienen en la política sanitaria. Otra cosa es que sean de libre designación figuras como el director de un hospital o de distrito. Debe haber un concepto de gestión vinculado a la publicidad, mérito y capacidad. Debe haber criterios profesionales, pero además participación y democracia. No vamos a cambiar enchufados por tecnócratas.

—¿Ha habido algún contacto con la Junta de Andalucía tras la manifestación del 15 de enero?

—Ninguno. Estamos pendientes de su respuesta. Hemos pedido una entrevista al consejero de Salud [Aquilino Alonso] y, si en estos momentos le interesa la sanidad pública, está abierta también a la presidenta de la Junta, Susana Díaz.

—¿A qué atribuye el pinchazo –en comparación con otras capitales– de participación en la manifestación de Sevilla el día 15?

—La reunión para preparar la manifestación se produjo en Los Bermejales el día 7. Organizar una manifestación en menos de 10 días es todo un éxito.

—¿Quiere ser el Spiriman de Sevilla?

—No tenemos que ver con ese modelo de convocatoria. Somos un movimiento social, colectivo y coordinado, democrático. No hay un líder carismático. Yo solo lidero algo hasta la asamblea del 7 de febrero.

—¿Y la próxima movilización de la Marea Blanca?

—Uno de los puntos de esa asamblea será preparar una movilización para el 28F. No está aún concretada. Queremos que acuda cada cual con su identidad, y que concite pa presencia de muchas mareas: la verde, la blanca, los afectados por los desahucios, las marchas de la dignidad o las plataformas de pensionistas, cada una con sus problemas y uno común para todos: la crisis y la salida neoliberal.

—¿Están los partidos invitados?

—Quien pretenda que una manifestación democrática quiera reprimir a quien acude va a contracorriente. Queremos que se expresa toda la diversidad, no ir con tijeras de podar cortando banderas. Yo no veto a ningún político que se sume a defender la sanidad pública y universal con gestión digna y democrática. Solo no caben los filofascistas.

—¿Actúan en coordinación con la Marea Blanca de Granada?

—De momento no hay coordinación, sino concomitancia por las propuestas comunes que tienen que ver con la sanidad pública. No existe un órgano de coordinación aún, pero lo habrá. La Marea de Granada está dispuesta a una coordinadora andaluza. Y es que un problema de la sanidad andaluza requiere una respuesta andaluza.