Sin bordados, sin joyas sin coronas relucientes... Ataviadas con la extrema y exquisita sencillez de las mujeres hebreas de los tiempos del Galileo. Así amanecen este Miércoles de Ceniza las dolorosas sevillanas en los altares, pregonando la llegada de un nuevo tiempo litúrgico, la Cuaresma, preparatorio de la celebración de la Pascua. En el Arco, con el singular tocado de lamé de seda de plata y aro de estrellas. En la capilla de los Marineros, con manto verde y corona de espinas entre las manos, pegada al pecho. Las Esperanzas se convierten estos días el mejor anuncio de la Cuaresma.