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El Orgullo consuma su relevo generacional

Los más jóvenes hacen suya las reivindicaciones de una cabalgata que desafió las altas temperaturas registradas en la tarde de ayer y logró hacer visible un año más al colectivo LGTBI

24 jun 2017 / 23:22 h - Actualizado: 25 jun 2017 / 00:40 h.
"Sociedad","Día del orgullo LGTBI"
  • Fin de fiesta de la cabalgata del Orgullo en la Alameda, donde esperaba un concierto de Nancys Rubias. / El Correo
    Fin de fiesta de la cabalgata del Orgullo en la Alameda, donde esperaba un concierto de Nancys Rubias. / El Correo
  • El Orgullo consuma su relevo generacional
  • El Orgullo consuma su relevo generacional
  • La bandera multicolor, símbolo del movimiento LGTBI. / El Correo
    La bandera multicolor, símbolo del movimiento LGTBI. / El Correo
  • El colectivo Defrente desplegó su tradicional bandera. / Rocío Valhondo
    El colectivo Defrente desplegó su tradicional bandera. / Rocío Valhondo

Sofía, de tres años, acude con su madre a su primera manifestación del Orgullo LGTBI. Seguramente no comprende el sentido de cuanto desfila delante de ella, pero se maravilla ante la lluvia de papelillos brillantes, y no para de reír, de saltar y de bailar al son de la música. Está muy lejos de definir su identidad sexual, pero ya, antes de hablar siquiera, está aprendiendo a respetar la de los demás.

Sofía fue ayer la más joven de la manifestación del Orgullo más joven que se recuerda en Sevilla, la confirmación definitiva de que el movimiento LGTBI tiene confirmado un sólido relevo generacional, que ha crecido con unas libertades que sus mayores no tuvieron.

Un numeroso grupo de Sevilla Este, de entre 15 y 18 años –Marta, Mario, Melu, Lucía, Raquel, María, Jose, Virgi– acude a la cita con pancartas hechas en casa. No buscamos amor, buscamos liberación, rezaba una; Respeta nuestra existencia o espera resistencia; decía otra; Nuestro orgullo no se vende al capital. Mi sexualidad no es tu consumo. Ser LGTBI no es un delito. Todos ellos se sienten parte del colectivo, pero, ¿qué sucede con sus amigos heteros? «Algunos querían venir, pero estaban ocupados o no han podido por algún motivo, no hay nada de discriminación», dicen.

Muy jóvenes también, de 18 y 19 años, son Estefanía y Pilar, que ondean su banderín multicolor en las inmediaciones del Puente de los Bomberos, de donde partiría la comitiva. «Somos pareja y queremos que se normalice nuestra situación», proclaman con una gran sonrisa, «en Sevilla y en todo el mundo, donde todavía ser homosexual es motivo de persecución en muchos lugares».

El calor aprieta aún a las ocho de la tarde, y muchos tratan de aliviarlo disparando pistolas de agua, pasándose vasos de refrescos y cerveza, o agitando los abanicos que ha repartido el remolque del partido Ciudadanos, que también regala sombreros con su logo, pues no es ocasión para dejar de hacer un poco de márketing político. El de las Juventudes del PSOE hace lo propio con preservativos, caramelos y confeti. Detrás va la comitiva de Izquierda Unida, con su lema Sin protesta no hay derecho. Al PP este redactor no lo vio, lo que no quiere decir que no estuviera.

Sí sorprende la discreta presencia de un colectivo de Cristianos LGTB, Ichthys, que lleva tres años celebrando el Orgullo, «y aunque algunos grupos, que se supone que deberían ser más solidarios, nos haya abucheado alguna vez, la mayoría nos aplaude», comentan María y Antonio, dos de sus miembros. «Luchamos dentro de la Iglesia para que las cosas cambien. Está claro que el nuevo Papa ha abierto la mano en este sentido, y se hace notar. Estamos seguros de que la actitud hacia los gais no siempre fue así, hay quien sostiene incluso que en la Antigüedad había un sacramento de unión entre personas del mismo sexo», aseguran.

Por otro lado, lo que en su origen empezó como una expresión de colectivos exclusivamente centrados en la causa LGTBI ha ido poco a poco abriendo el círculo. Llamativa es, por ejemplo, la representación del Partido Animalista (PACMA), que su portavoz, Javier, explica en estos términos: «Lo que pedimos aquí es respeto para un colectivo amenazado, injuriado y machacado. No comparamos a animales y personas, reclamamos respeto para todos».

Tampoco falta a la representación de Amnistía Internacional, quien alza consignas: Amar no es un delito, proclama otra, mientras que otra da información valiosa: La homosexualidad sigue siendo delito en 72 países. En 13 se condena con la pena de muerte. O esta, en inglés: Proud to be, proud to love [Orgullosos de ser, orgullosos de amar].

Defrente, una de las cuatro asociaciones –junto con Fundación Triángulo, Adriano Antinoo y Asociación Diversa– que componen la plataforma organizadora, es la encargada de desplegar una gran bandera multicolor que encabezará la marcha. Según Inma, su portavoz, cuentan con un centenar de voluntarios, además de los espontáneos que se les unen. Para ella, el lado festivo del Orgullo es subsidiario. «Tenemos claro que esto es una manifestación, no una cabalgata, comos e dice a menudo», asevera. «Estamos aquí, ante todo, para exigir unos derechos, una igualdad real. Y no pararemos hasta que lo logremos».

En los casi diez años que llevan participando en el «hemos avanzado mucho, consiguiendo leyes, pero queda mucho por andar, porque conforme nos vamos mostrando más libres, hay también nuevos rechazos», dice. «Aquí la gente ve carrozas, disfraces, pero es una manera de mostrarnos, de decir aquí estoy yo, y soy como soy».

Las formas de decir aquí estoy yo y soy como soy son, en efecto, de lo más variadas. Desde los vestuarios más discretos a los que van semidesnudos, acaso cubiertos tan solo por un tanga y unas alas como talluditos ángeles de Murillo, pasando por las hawaianas, los apaches, los roedores, los osos con correajes de cuero... Hay incluso una concurrida carroza de romanos para mayor gloria de Adriano, emperador orgulloso, en su 1900 aniversario. Pero el gran carnaval del Orgullo no deja de remitir a la leyenda de unas camisetas que lucían otros chavales con la leyenda: Sevilla, ciudad de la diversidad sexual.

Porque eso es, de hecho, lo que festeja el Día del Orgullo, más allá de las demandas puntuales de este o aquel colectivo: el derecho a la libertad sexual, que ilumina por igual a gays y heteros, a católicos y a ateos, a votantes del centro derecha y a podemitas, a la pequeña Sofía y a veteranos como Mercedes y Antonia, que vienen a la manifestación para solidarizarse respectivamente con un hijo y un hermano gais, o a José Luis y Miguel, que se definen como «amigas» y, aunque peinan canas, cada año vienen de la Algaba para defender sus derechos, «aunque, por supuesto, sabemos que algún día no hará falta desfilar, porque habremos conseguido lo que nos corresponde», afirman.

Publicidad de discotecas como Ritual, Lux o Lollipop, pero también de Bormujos por la igualdad, en cuya carroza una animadora conversa con las masas. «¿Vas a ir a lo de la Pantoja?», pregunta a uno. «A la cara no, que se me va el maquillaje», dice a otro que le dispara agua. «¡Yo a ti te conozco!», grita a un tercero, hasta que la música parece engullirla.

Lo que suena en el Orgullo no son canciones, son manifiestos. Por aquí ataca Queen con Don’t stop me now. Por allá es Alaska la que pregunta A quién le importa lo que yo haga. Más adelante es Gloria Gaynor la que asegura que It’s raining man. Y todo el mundo coreó con los altavoces aquello de Raffaella Carrá: Para hacer bien el amor hay que venir al Sur/ lo importante es que lo hagas con quien quieras tú...