El otro teléfono de la esperanza

Participa Sevilla instaló una línea para las familias que tuvieran problemas habitacionales al llegar al Ayuntamiento. A diario reciben entre 8 y 10 llamadas

11 jun 2016 / 18:42 h - Actualizado: 11 jun 2016 / 19:33 h.
"Participa Sevilla","Desahucios"
  • Eduardo y Cristina Honorato son los encargados de atender las llamadas. / Pepo Herrera
    Eduardo y Cristina Honorato son los encargados de atender las llamadas. / Pepo Herrera

«Cuando estás en una situación así, a punto de perder tu casa y te ves solo, en los movimientos ciudadanos, con gente que pasa por lo mismo que tú, es donde únicamente encuentras apoyo». El que habla es la voz de la experiencia, Eduardo, de 43 años, un «bicho raro» que se dedicaba a la construcción pero que «no ganó nada» y que con la crisis se vio abocado a dejar de pagar su casa. Eso fue en 2009. Hace unos meses que la entregó como dación en pago y vive con su mujer y dos hijos gracias a un alquiler social. Su último trabajo fue el pasado noviembre en el programa municipal Pacas. En resumen, la historia de muchos sevillanos que con más maña que euros salen adelante a diario y también la voz que está al otro lado del teléfono que Participa Sevilla habilitó hace casi un año para atender a gente como Eduardo con emergencias habitacionales.

«Sobre todo los escucho. La gente está muy desesperada, que se desahoguen es fundamental. Una vez pasado el sofocón, les recomiendo que vayan a uno u otro lado en función de su caso. Porque no es lo mismo si tienen una vivienda de Emvisesa o si están ocupado, ¿sabes?», cuenta Eduardo, que ya tenía experiencia previa pues llevaba un teléfono similar en la Plataforma de afectados por la Hipoteca (PAH) Sevilla. «Allí lo cogí porque nadie lo quería. La gente que se encargaba de eso lo soltaba rápido. Se escuchan historias terribles y eso te lo llevas a casa». Sin embargo, este maquinista con un 33 por ciento de discapacidad a causa de un accidente de moto, asegura que es lo mejor que le ha pasado en la vida. «Me hace sentir bien ayudar a los demás», confiesa, «trato de hacerles ver que todo tiene solución menos la muerte». El trabajo altruista que desempeña desde hace un año le recompensa. «Nunca nadie me había dicho que le había salvado la vida. Que alguien te cuente que gracias a que le cogí el teléfono sigue aquí es muy fuerte», dice emocionado.

El teléfono, que habilitó Participa «para ayudar a la gente y también como órdago para que reaccionara el gobierno municipal», recibe muchas llamadas. «Unas 8 o 10 a la semana», explica Eduardo. Aunque también hay quien se presenta en el Ayuntamiento. «Desde la puerta nos avisan cuando viene gente llorando para hablar con el alcalde», asegura la concejal Cristina Honorato, que cifra en «4 o 5» los casos que llegan al grupo municipal.

Cuando suena el teléfono, Eduardo escucha la historia de personas de un perfil de lo más variado. «Son familias que no solo tienen necesidad de vivienda, porque cuando uno llega al punto de no pagar la casa es que antes ha pasado por muchas otras cosas», relata. Es gente de todo tipo pero con un denominador común: «vienen con vergüenza y miedo, muchos con depresión». En su mayoría son mujeres que han sufrido violencia de género y de muchas zonas de la ciudad, «aunque de Los Remedios y Nervión no me ha llamado nadie».

Al principio los problemas eran más de hipoteca, «me hice todo un experto», aunque ahora son más frecuentes «las incidencias relativas al alquiler y la ocupación». Eduardo asegura que lo que hace es dar información. «Les explico que esto no es flor de un día, que es un proceso largo, pero que con la ayuda de otra gente se pueden conseguir cosas». Por eso los manda a la asociación o al punto de información de vivienda y encuentro (PIVE) más cercana o bien que esté especializada en el problema que tenga. «Si es de vivienda los mando al Pumarejo, por ejemplo».

Eso sí, Eduardo asegura que también da toda la información legal al respecto. «Lo primero que hago es preguntarle si ha ido ya a la UTS (Las unidades de trabajo social, es decir, los servicios sociales de toda la vida), si los han baremado ya, si han pedido todos los papeles y si no, los mando a eso también».

Eduardo confía en que es la gente la que puede sacar adelante esta situación. «Trabajando juntos se cambian las cosas. Lo que tratamos de hacer es que las familias encuentren el sitio donde pueden ayudarlas. Lo comparo con una frutería. Si no has comprado nunca te dan la más cara y mala. De lo que se trata es de que vayas con alguien que sepa comprar». Y para garantizar que todo el mundo sale contento con la compra, «siempre saco unos segundos para decir que si tienen algún problema no duden en volver a llamar, que aquí estoy».