El primer número de El Correo salió el 1 de febrero de 1899

El cardenal Spínola fue el primer prelado de España en seguir el camino marcado por el papa León XIII en 1882 sobre el periodismo cristiano

29 ene 2016 / 22:48 h - Actualizado: 29 ene 2016 / 23:10 h.
"Comunicación","Historia","Hemeroteca El Correo"
  • Marcelo Spínola fundó El Correo de Andalucía como diario católico el día 1 de febrero de 1899. Su única consigna para el primer director fue esta: «Ni un solo trabajo, ni una línea, ni una letra de la nueva publicación deje de encaminarse a la defensa de la verdad y la justicia. Antes de faltar a esas normas, que El Correo muera».
    Marcelo Spínola fundó El Correo de Andalucía como diario católico el día 1 de febrero de 1899. Su única consigna para el primer director fue esta: «Ni un solo trabajo, ni una línea, ni una letra de la nueva publicación deje de encaminarse a la defensa de la verdad y la justicia. Antes de faltar a esas normas, que El Correo muera».
  • Primeras páginas de las dos primeras ediciones, mañana y tarde, de El Correo de Andalucía, publicado por primera vez el día 1 de febrero de 1899. / El Correo
    Primeras páginas de las dos primeras ediciones, mañana y tarde, de El Correo de Andalucía, publicado por primera vez el día 1 de febrero de 1899. / El Correo
  • El primer número de El Correo salió el 1 de febrero de 1899

Marcelo Spínola y Maestre (San Fernando, Cádiz, 14 de enero de 1835-Sevilla, 19 de enero de 1906), hoy beato, fue capellán, párroco de San Lorenzo, canónigo hispalense, obispo de Las Hurdes y de Málaga, obispo auxiliar de Sevilla (1881-1884) y arzobispo y cardenal de Sevilla (1895-1906). Don Marcelo, como se le conocía, era una figura señera de la Iglesia en España al que salpicaron el lodo de la política y la maledicencia. Junto con el jesuita padre Francisco Tarín y sor Ángela de la Cruz, fue un personaje clave de la vida sevillana, espiritual y social. Meses antes de su muerte, protagonizó el ejemplar testimonio de amor al pobre con motivo de la hambruna de 1905, saliendo por las calles a pedir limosnas para los hambrientos. Una actitud que fue criticada por parte de la sociedad sevillana...

Marcelo Spínola fue el primer prelado de España en seguir el camino marcado por el santo padre León XIII en 1882 sobre el periodismo católico, ante la ola de anticlericalismo que azotaba a España. La encíclica Cum multa, fechada el 8 de diciembre de 1882, advertía al episcopado español: «Sucede con frecuencia que la autoridad episcopal no es respetada como es debido por los que tratan de encontrar la manera más conveniente de defender la causa católica [...] y hay que huir de la equivocada opinión de los que mezclan y aun identifican la religión con un determinado partido político, hasta el punto de tener poco menos que por disidentes del catolicismo a los que pertenecen a otro partido». «La Iglesia no condena en modo alguno las preferencias políticas con tal de que éstas no sean contrarias a la religión y a la justicia».

Más adelante, en 1890, León XIII volvió a insistir sobre la necesidad de contar con periodistas católicos y periódicos identificados con la doctrina cristiana, en la encíclica Ab apostolici solii de fecha 15 de octubre. De ahí surgió El Correo de Andalucía y su testimonio de fe y esperanza, gracias al esfuerzo desinteresado de una parte de la sociedad local.

SEVILLA, SIGLO XIX

Marcelo Spínola fundó en 1899 el diario católico El Correo de Andalucía y la Asociación de la Buena Prensa, con el propósito de reunir a cuantos periodistas y escritores estuvieran dispuestos a que el recién fundado rotativo fuese el gran medio escrito que los tiempos exigían en Sevilla. Y así fue... Monseñor Spínola, señaló como objetivo que, «para arrancar la popularidad a los periódicos liberales es necesario que nuestro periódico sea el mejor, y debe reunir amenidad, oportunidad, belleza en la forma, brevedad, seriedad e imparcialidad».

Pedro Gómez Aparicio, en su Historia del periodismo español, y José María Javierre, en la biografía Don Marcelo de Sevilla, recogen con detalles la fundación de El Correo de Andalucía. Nada menos que catorce diarios se publicaban en Sevilla en 1898, de todas las tendencias ideológicas y algunos abiertamente anticatólicos que recogían el anticlericalismo de la prensa madrileña. Entre éstos destacaban El Tribuno y El Porvenir, liberal y entonces decano de la prensa local. Los otros diarios eran: Diario de Sevilla, carlista: El Español y El Universal, canovistas; El Cronista, de Romero-Robledo; El Orden, de Silvela; La Andalucía y El Progreso, de Sagasta; El Posibilista, de Castelar; El Baluarte, republicano; El Noticiero Sevillano, independiente, y los indefinidos El Eco de Andalucía y La Andalucía Moderna. Abundaban las revistas y semanarios de todos los estilos, sobre todo el satírico.

En este ambiente, en muchos aspectos adverso, nació El Correo de Andalucía el día 1 de febrero de 1899, con una consigna tajante del fundador: «Ni un solo trabajo, ni una línea, ni una letra de la nueva publicación deje de encaminarse a la defensa de la verdad y de la justicia. Antes de faltar a esas normas, que El Correo muera».

[A mediado de los años sesenta del siglo XX, cuando un grupo de sevillanos intentó relanzar el diario fundado por el cardenal Spínola, se puso de manifiesto la imposibilidad de conocer la identidad de las personas que lo hicieron posible con su ayuda desinteresada. Comoquiera que las acciones se compraron a fondo perdido, pues hasta 1918 en que se creó Editorial Sevillana no existía ni siquiera empresa formal, muchas familias no transmitieron en sus testamentos los títulos, ni siquiera dejaron constancia escrita o verbal de su participación en aquella aventura].

LOS PROMOTORES

La víspera de la salida del diario —escribe Javierre— llegaron a la redacción siete mil pesetas enviadas por el padre Tarín. Pedro Gómez Aparicio cita nombres del grupo fundador: el mencionado jesuita padre Tarín y la monja sor Ángela de la Cruz; el canónigo y novelista Juan Francisco Muñoz y Pabón; el dirigente derechista y emprendedor empresario Manuel Rojas Marcos; Luis Abaurre Cuadrado, catedrático universitario; Luis Montoto y Rautenstrauch, escritor; Carlos Cañal y Migolla, futuro ministro conservador; Rafael Sánchez Arraiz, periodista del Diario de Sevilla que sería el primer director del nuevo rotativo.

Hay, sin embargo, decenas de familias sevillanas que contribuyeron a la salida de El Correo de Andalucía, y entre ellas dos que aparecen sólo con el apellido Benjumea, sin añadir el segundo. Es posible que Diego Benjumea Pérez de Seoane fuese uno de esos Benjumea contribuyentes, y el otro su hermano Pablo, pues ambos fueron fundadores de la Liga Católica promovida por el cardenal Spínola, en 1901.

En los años siguientes, también parece posible la vinculación de los hermanos Benjumea Burín, muy especialmente de Joaquín, a la Asociación de la Buena Prensa (1904) en apoyo de El Correo de Andalucía, cuya dirección sería desempeñada entre 1921 y 1925 por su cuñado José de Medina Togores. Este estuvo vinculado a la obra del cardenal Spínola desde el comienzo, ocupando el cargo de redactor-jefe durante varios años, hasta que Ángel Herrera Oria le llevó a Madrid como subdirector de El Debate.

La dirección de El Correo de Andalucía fue desempeñada primero por Rafael Sánchez Arraiz, «hombre de tan acendradas virtudes, que consagró los últimos años de su vida a cuidar a los enfermos del Hospital de la Caridad»; seguido de José de Medina Togores, que antes fue redactor-jefe durante los primeros años de edición y luego director tras el acuerdo entre Editorial Sevillana y La Editorial Católica de Madrid, en 1924, para impulsar el diario sevillano.

Luego ocuparía la dirección en 1925 otra figura señera del periodismo español, Domingo Tejera de Quesada, que dejaría el cargo para dirigir el diario tradicionalista La Unión, tarea en la que protagonizaría durante la II República páginas históricas del periodismo de combate. Fue sustituido por José Pemartín y Sanjuán por poco tiempo, hasta la incorporación de Jesús Pabón y Suárez de Urbina, catedrático, historiador y político, figura de la derecha española durante los años treinta y que murió de director de la Real Academia de la Historia, a quien seguiría en la dirección del periódico José Montoto y González de la Hoyuela hasta finales de los años sesenta.