El privilegio o la tortura del Centro

Radiografía. El Casco Antiguo de Sevilla pone a prueba las bases de la convivencia al confluir más de 60.400 vecinos, 1.500 comercios y otros tantos bares y veladores en sus calles

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
26 abr 2017 / 07:58 h - Actualizado: 26 abr 2017 / 08:12 h.
"Casco Antiguo - Centro","Vivir en el Centro"
  • Dos turistas inmortalizan en sus cámaras la silueta de la Giralda, uno de los monumentos más visitados del centro de Sevilla. / Fotos: Manuel Gómez
    Dos turistas inmortalizan en sus cámaras la silueta de la Giralda, uno de los monumentos más visitados del centro de Sevilla. / Fotos: Manuel Gómez
  • Los veladores de los bares a veces son incompatibles con el derecho al descanso de los vecinos del Casco Antiguo.
    Los veladores de los bares a veces son incompatibles con el derecho al descanso de los vecinos del Casco Antiguo.
  • La confluencia de Tetuán con Rioja suele concentrar a manteros, la competencia desleal del comercio del centro.
    La confluencia de Tetuán con Rioja suele concentrar a manteros, la competencia desleal del comercio del centro.
  • El último brote de botellona en el centro ha sido en la plaza de San Leandro.
    El último brote de botellona en el centro ha sido en la plaza de San Leandro.

Es el quinto distrito menos poblado de Sevilla, con más de 60.400 habitantes, aunque el censo se dispara continuamente por el turismo, la actividad comercial, el ocio diurno y nocturno, y en convocatorias concretas como la Semana Santa o procesiones extraordinarias entre las que se cita, por ejemplo, la reciente del Gran Poder con más de 300.000 personas concentradas en las calles del centro o también mejor dicho Casco Antiguo de Sevilla.

Sus límites los marca el lienzo (invisible en su mayor parte) de la muralla almohade que servía de defensa para la primitiva urbe. Sus calles, sus viviendas y sus vecinos son frutos de los avatares históricos, algunos que otros más desafortunados. Aún así concentra un patrimonio monumental de incalculable valor –Giralda, Catedral, Alcázar, Archivo de Indias...– que marca el día a día de vecinos, comerciantes y empresarios, que no siempre mantienen unas excelentes relaciones al entrar en confrontación los derechos e intereses de cada sector. Una partida difícil de jugar y en la que es clave el respeto a las normas para tener una convivencia en paz.

Hace unos años saltaron las chispas en la Alfalfa. La movida nocturna acabó con la paciencia de los vecinos, en concreto de Benito Pérez Galdós y calles adyacentes. «Es un problema de educación y poca sensibilidad, vendrían muy bien campañas de sensibilización. No todo vale en el Centro Histórico. Los centros históricos de otras ciudades europeas están bastante más cuidados», advierte la representante vecinal de la Alfalfa, Silvia de Carrión. La bloguera y procuradora insiste en que además de ser un distrito poblacional, donde viven personas que tienen derecho al descanso en las horas nocturnas, también es «lo primero que visita el turista al llegar a la ciudad». Razón de más para volcar todos los esfuerzos y controlar «la contaminación acústica que se produce, incluso durante el día». Hace unas semanas los vecinos de la plaza de San Leandro sufrían en sus propias carnes los efectos de la botellona. «La gota que colmó el vaso fue cuando prendieron fuego a un contenedor en la puerta de un bloque de pisos», recuerda el portavoz vecinal Bruno Rivera, que denuncia el vandalismo y otros incivismos que genera el consumo desmesurado de alcohol en la calle.

En este último punto coincide con la presidenta de los vecinos de San Lorenzo. Su queja está más directamente relacionada los dispositivos de limpieza que tienen que recoger de noche lo dejan los que disfrutan del ocio nocturno: «Hacen un ruido insoportable. Además el empleo de barredoras en determinados sitios está levantando el pavimento», indica la portavoz Ana Sosbilla, para quien la limpieza del barrio sigue siendo una asignatura pendiente. «Necesita una actuación integral, sobre todo en el entorno de los contenedores de basura. Es nauseabundo».

En Santa Cruz, el barrio turístico por excelencia, la vida pivota entre el privilegio de contemplar cada mañana la silueta de la Giralda y los problemas de la ocupación de la vía pública. Más que los bares hablamos de las pequeñas tiendas souvenir que hacen del acerado su mejor escaparate: «Rótulos, percheros... Lo sacan todo a la calle. No tienen permiso y no dejan espacio para poder pasar con un carrito de bebé o con una silla de ruedas. Hay que cumplir las ordenanzas municipales», subraya la portavoz María José del Rey, quien lamenta que su zona carezca de un supermercado o tienda donde hacer la compra.

Es la excepción que confirma el cariz comercial del distrito, un referente nacional. Más de 1.500 negocios se reparten por sus calles, con una ocupación al 100% en Puente y Pellón y Tetuán. Otras vías, como Sierpes, se encuentran en estos momentos en un estado de «continuos cambios» en parte debido a la crisis y, también al vencimiento de la ley de renta antigua que en 2015 ha obligado «a cambiar de ubicación o, en el peor, de los casos, a echar definitivamente la persiana» a más de 30 establecimientos, según Enrique Arias, portavoz de la asociación de comerciantes Al Centro. Es el caso, por ejemplo, del conocido Bazar Victoria que pasó del local de Entrecárceles a uno de Francos, o La Cerería El Salvador, que ha tenido dos emplazamientos distintos desde entonces.

La movilidad del centro logra poner de acuerdo a comerciantes y vecinos. Los primeros señalan que la actividad comercial podría ir a más si se reforzara el transporte público que, como subrayan, «es completar la red de Metro». «Habría que lograr un consenso entre todas las administraciones y luchar por construir las líneas 2 y 3 que cruzan el Casco Histórico», defiende Arias y comparten los vecinos de San Lorenzo, Santa Cruz o la Alfalfa. Ellos son los primeros afectados por el «eterno problema» de los aparcamientos. La experiencia del Plan Centro y su derogación no ha puesto sobre la mesa municipal ninguna otra alternativa. Lo peor es que la situación se complica, como apuntan los vecinos: «Cada vez que hay una obra de calles se eliminan las pocas plazas que quedan. Esto va a peor», denuncia la presidenta de Santa Cruz, que insiste en la necesidad de «dejar espacio para la carga y descarga, porque hay vecinos con niños pequeños, mayores o enfermos que hay que llevar en coche y dejar lo más cerca posible de casa».

Otra de las mejoras que proponen vecinos y comercios es la apertura de urinarios públicos en el centro, «como se implantó hace unos años y que han quedado en desuso». Recuerdan que «hay una demanda suficiente» al ser un destino de «grandes afluencias de público» en Semana Santa, Navidad y otras citas del calendario cultural de la ciudad.

Ya sea por la crisis, la competencia feroz de las grandes superficies o la falta de relevo generacional al frente de las tiendas tradicionales, lo cierto es que el comercio del centro está viviendo una época de transformación permanente. «Si el Ayuntamiento y la Junta no hacen nada, vamos hacia ciudades clonadas, donde no se protege al comercio de aquí, el multimarca, mientras avanzan franquicias y comercios banderas que se repiten en todas la ciudades europeas», avisa Tomás González de Aprocom. El gremio muestra además su descontento con algunas decisiones del gobierno de Espadas : «No estamos siendo correctamente tratados. Podemos aceptar cierta reducción de veladores en la Campana pero no su totalidad. No se puede comparar una confitería histórica del siglo XIX con establecimientos de comida rápida. En lugar de 30 policías en la Campana que manden uno durante 30 días a la esquina de Tetuán con Rioja para los manteros, que son competencia desleal de quienes pagamos impuestos». Igual de crítico se muestran con el anuncio de regular los rótulos de los establecimientos para los próximos meses: «Está bien pero para abarcarlo en su conjunto. También la del Metrocentro».