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El Reino de León reconquista Sevilla

El desfile de pendones, enseñas medievales y signo identitario, marca el punto álgido de las jornadas de exaltación de León

28 ene 2017 / 21:09 h - Actualizado: 30 ene 2017 / 21:28 h.
"Tradiciones"
  • Los pendones avanzan entre la multitud en la Avenida de la Constitución. / Manuel Gómez
    Los pendones avanzan entre la multitud en la Avenida de la Constitución. / Manuel Gómez
  • Todo a punto en la Puerta de Jerez. / Manuel Gómez
    Todo a punto en la Puerta de Jerez. / Manuel Gómez
  • Bailes tradicionales con relevo generacional incluido. / Manuel Gómez
    Bailes tradicionales con relevo generacional incluido. / Manuel Gómez

Fotogénica como es, la Avenida de la Constitución acoge con naturalidad el desfile de pendones del Reino de León. A un lado de la comitiva, con la fachada de la catedral de Sevilla como telón de la comitiva, es fácil pensar en su paso junto a la seo leonesa, merecida enseña del gótico castellano. Y casi vecina del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, inesperado y estupendo. Que, aunque sea otra historia, sirve para explicar lo mucho que en Sevilla queda por conocer de una provincia situada a 600 kilómetros largos y unos cuantos grados centígrados menos.

Porque a ver, ¿cuántos de los sevillanos y turistas que ven el desfile, y se hacen fotos, y bailan con la música tradicional, saben lo que están viendo?

Para remediarlo anda por allí el presidente de la Asociación de Pendones del Reino de León, Luis Bandera, que hace un primer resumen. «Estos eran los estandartes que se utilizaban en la Reconquista. De tal manera que el rojo, el púrpura, es el Reino de León, y el verde, las batallas ganadas al Islam», aclara. Tenían un sentido práctico: «Servían para que la gente se agrupara. En la reconquista no había un ejército regular, y ¿qué pasaba? Que acababa la batalla y no sabía cada uno dónde estaba. Y se ideó este tema para que todo el mundo fuera debajo de su pendón, del pendón de su concejo». Acaba Bandera con una puntualización: «Tiene tres elementos fundamentales, significa tres cosas claves: la fuerza, la unidad de la gente y el equilibrio».

–¿El equilibrio?

–Claro, porque si no se te cae.

Ese riesgo no existe para Antonio, pujador veterano de Jiménez de Jamuz, pedanía del pueblo leonés de Santa Elena que no llega a los mil habitantes y que, si hay que hacerle caso a la revista Time, cuenta entre sus escasa calles con el restaurante que sirve la mejor carne de buey del mundo: la bodega El Capricho.

A lo que íbamos.

Antonio explica que el pujador es quien soporta el pendón, con su buena faja y sus manos, pero más que repartir el mérito, directamente se lo otorga a su acompañante, tranquilo y sonriente, que sujeta una cuerda que cae desde lo más alto del pendón: el remero. «Todo depende del remero», reitera Antonio, «el mérito es suyo», y repite algo parecido a lo que dijo Luis Bandera, aquello del equilibrio: sin él, el pendón se caería. Incluso los que han traído hasta aquí, que son cuenta pequeñitos, de entre cinco y diez metros de alto. Su peso, por añadir datos, oscila entre los 25 y los 60 kilos.

Antonio se ha convertido en asiduo de las salidas de la asociación de pendones. Habla de manera especial de un desfile en Barcelona, que recuerda multitudinario. «Si cada persona nos hubiera dado un céntimo aquel día no estaría yo hoy aquí», evoca como quien habla de ganar la Primitiva.

Esta tarde en Sevilla el desfile no es multitudinario, pero sí que avanza entre un gran número de personas, una mayoría de las cuales dedica al menos un ratito a contemplar una estampa inusual en la ciudad. Pendones, gigantes, cabezudos y mucho turista oriental que se hace fotos. Sería bueno saber cómo las van a explicar de vuelta a su país.

El caso es que el desfile, relajado y festivo, es el acto central de las Jornadas de Exaltación de León 2017 y atrae el interés de los paseantes allá por donde pasa.

Para ellos, un poco más de información, cortesía del secretario de la asociación, Antonio Barreñada. «A diferencia de una bandera, que con que reproduzcas los colores tiene el mismo elemento, el pendón es en sí una especie de tótem», que además sirve para reivindicar un legado histórico tanto como «un deseo de futuro».

Un futuro que desde ya pasa por la presencia de mujeres pujadoras, y jóvenes, como Ana, que recibe la ayuda de Carlos a punto ya de echar a andar con el pendón. ¿Esto es normal? «Bueno, cada vez hay más mujeres», aclara uno. «Nos han picado», remata la otra, y se ponen en marcha.

–¿De dónde sois?

-De Villiguer.

Y la señora más mayor del grupo, ágil de piernas, se da la vuelta y mira el cuaderno: «¿Lo has escrito bien? A ver, pon otra ele. Así, Villiguer». No hay más que hablar.