El siglo del cerebro

Aarón F. Del Olmo explica que las resonancias magnéticas proporcionan información que permite aplicar nuevas técnicas en el tratamiento de la afasia

26 oct 2015 / 21:54 h - Actualizado: 26 oct 2015 / 22:17 h.
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  • El neuropsicólogo Aarón F. Del Olmo impartió su conferencia en el Colegio de Médicos de Sevilla. / José Luis Montero
    El neuropsicólogo Aarón F. Del Olmo impartió su conferencia en el Colegio de Médicos de Sevilla. / José Luis Montero

Si el siglo XX ha sido el siglo de la genética, la actual centuria será «el siglo del cerebro». La afirmación, y el anhelo, es de Aarón F. del Olmo, neuropsicólogo de la Asociación de Rehabilitación y Prevención de Afasia (ARPA) e investigador en neurociencia de la Universidad de Sevilla.

Del Olmo tiene argumentos, y los expone con una analogía: si los telescopios fueron clave para el desarrollo de la astronomía, las máquinas de resonancia magnética multiplican la información que poseemos respecto al cerebro, del que hasta el momento tenemos que reconocer que «sabemos más bien poco».

Esa creciente información debería ayudar al tratamiento de dolencias como la afasia, ámbito en el que trabaja Del Olmo. Validado ya por la medicina el hecho incontestable de que existe una relación entre el cerebro y la conducta, es tarea de la neuropsicología unir esas dos piezas del puzle en los casos en los que se ha producido un daño cerebral que apareja alteraciones conductuales. Porque eso es la afasia: una secuela concreta del daño cerebral, muy prevalente y que supone una gran limitación para el afectado como consecuencia del daño en su capacidad comunicativa.

Del Olmo, que ayer impartió la I conferencia sobre ictus y afasia, nuevos avances en neurorrehabilitación en el Colegio de Médicos de Sevilla, destacó además la vertiente social de la enfermedad, que hace de los afectados «personas encerradas en sí mismas» y acarrea el aislamiento social.

¿Puede rehabilitarse el paciente con afasia? En eso trabaja Del Olmo, que insiste en las dificultades que encuentran los afectados porque se trata de una dolencia «que no acaba de encajar en la sociedad. Provoca dependencia, pero no es extrema», puesto que la dificultad comunicativa suele permitir a quienes la padecen realizar acciones cotidianas con cierta autonomía.

Hay dos factores claves para hablar de que existen posibilidades reales de recuperación. Una, la plasticidad del cerebro. Dos, que se puede entrenar. Con esas armas es posible enfrentarse a los daños derivados de la afasia.

El proceso de recuperación de la afasia se realiza durante las tres fases que siguen al daño cerebral. La fase aguda, que ocupa las dos semanas posteriores al ictus; la fase subaguda, que abarca desde esa tercera semana hasta el año; y la fase crónica, que comienza a partir de ese año inicial. Y aquí tiene mucho que decir Del Olmo.

Porque en este punto, numerosos pacientes abandonan el tratamiento, y eso es un error porque «siempre se puede seguir modificando el cerebro, siempre se puede seguir aprendiendo». Nuevas técnicas, como la estimulación magnética transcraneal y la terapia grupal intensiva, a través del programa Regia, ayudan a que los pacientes mejoren en el largo plazo.

Queda una última pieza que cuadrar. «Hay que luchar contra el aislamiento», resume Del Olmo. Y ahí tiene una enorme importancia la labor de las asociaciones, como ARPA. Hay que hacer ver a los afectados «que hay un mundo fuera. Su camino es muy largo», concede Del Olmo, pero recuerda también que, con ayuda y esfuerzo, siempre se puede mejorar.