El último bocado dulce de la Navidad

La venta de roscones en confiterías crece un 30% y los súpers rozarán el millón de unidades. A la receta tradicional se suman las alternativas veganas y los sin gluten

04 ene 2018 / 22:32 h - Actualizado: 04 ene 2018 / 22:36 h.
"Cabalgata de los Reyes Magos"
  • Los roscones con relleno de nata son los preferidos de los sevillanos, como estos de Pallarés. / Jesús Barrera
    Los roscones con relleno de nata son los preferidos de los sevillanos, como estos de Pallarés. / Jesús Barrera

«He aquí el roscón de Reyes tradición de un gran banquete en el cual hay dos sorpresas para los que tengan suerte. En él hay, muy bien ocultas, un haba y una figura; el que lo vaya a cortar hágalo sin travesura. (...) Si es el haba lo encontrado este postre pagarás, mas si ello es la figura, coronado y Rey serás», cuenta la leyenda del roscón de Reyes, que hoy y mañana será el dulce bocado que ponga punto y final a esta Navidad.

Elaborado a base de harina, leche, levadura, azúcar, mantequilla, huevo, ralladura de limón y agua de azahar es uno de los reyes de las fiestas navideñas. Pastelerías sevillanas de renombre como Pallarés o La Campana son fieles a la tradición y apuestan por los rellenos tradicionales, ya sea de nata, trufa, cabello de ángel, crema pastelera o sin él. Aunque otras también apuestan por la innovación y han incorporado el Ferrero, la almendra o la tarta de queso, en los rellenos según apuntan desde la Federación Andaluza de Pastelería (FAEP). Pero ninguno de ellos es capaz de superar en ventas a un sabor como el de la nata.

Dice el confitero Francisco Pallarés que el roscón es «el único pastel que tiene memoria; para bien o para mal». Tanto es así que existe un ranking editado por la web Sevilla Secreta en la que aparecen las mejores confiterías para comprar este dulce. Una clasificación que lidera Ochoa. Por eso, y porque sólo es un día al año, los días 5 y 6 son unos de los más positivos en ventas de las pastelerías, que tienen que convivir con los roscones de los súpers, aunque esta venta sea «accidental», en opinión de Pallarés. Una idea que comparte el presidente de la FAEP, Francisco Vilches, quien asegura que «la gente en un día concreto –como el de Reyes– intenta comprar algo más artesano». Cada vez más, el consumidor reclama un roscón «donde se eviten las grasas saturadas y aceite de palma, o que lleve nata fresca», sostiene Vilches. De hecho, desde la patronal calculan que este año se ha producido un incremento del 30 por ciento en las ventas.

Las previsiones son igual de halagüeñas para los súpers. La Asociación Española de Distribuidores, Autoservicio y Supermercados (Asedas) calcula que a lo largo de esta campaña se venderán en torno a 972.000 roscones, un 8 por ciento más que hace un año. Los súpers también han innovado este año. Mercadona, por ejemplo, ha incorporado el roscón bombón (cubierto de chocolate) y ha añadido al surtido el roscón sin gluten.

Las alternativas no sólo están en los sabores o en las intolerancias. El roscón de Reyes es tan versátil que hasta los veganos tienen su propia receta. Como la que elabora Marta Grau, de La Mar de Dulces, en el mercado de Las Palmeritas, quien reconoce que el consumo de un dulce como el roscón (vegano) todavía no es tan popular como los menús que elabora a diario. El secreto de su receta está en cambiar el lácteo por leche vegetal (como la de soja) y el huevo por almidón o maicena.

De las saturnales a la corte de Luis XV

Son varias las historias que giran en torno al origen del roscón de Reyes. Algunos apuntan que este dulce ya se tomaba en la antigua Roma durante las saturnales, fiestas en las que las clases sociales se intercambiaban los papeles, hasta el punto de que llegó a ser conocida como la fiesta del esclavo. Durante estos días se elaboraba un dulce a base de dátiles e higos en el que se escondía un haba seca. La persona a la que le tocara se convertiría en el rey de la fiesta y por unas horas gobernaría a su antojo. Otras fuentes sitúan el nacimiento del roscón en la corte francesa, durante el reinado de Luis XV, a quien su pastelero le regaló un dulce similar en el que escondía una joya. Una tradición que se extendería al día de la Epifanía, donde los niños eran los protagonistas durante la fiesta del Rey del Haba. Se dice que a España llegó en el siglo XVIII de la mano de Felipe V, tío del monarca galo.