En condiciones infrahumanas en la recogida de naranjas

El Supremo condenó a 15 años de cárcel a los miembros de un clan

24 mar 2017 / 20:47 h - Actualizado: 24 mar 2017 / 21:36 h.
"La trata de seres humanos"
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{«Si no quitas la denuncia te mato. Te voy a sacar el corazón y lo voy a cortar en pedazos». Son las amenazas que recibieron los tres protagonistas de esta historia, que pese a todo no se amedrentaron y siguieron adelante con la denuncia que habían interpuesto a sus captores, un clan rumano, de la misma nacionalidad que ellos, que les había traído a Sevilla bajo la promesa de un trabajo. Sin embargo, todo resultó ser una mentira y las víctimas de este clan acabaron vivienda hacinados, en condiciones infrahumanas, siendo explotados laboralmente por sus compatriotas, quienes ahora están cumpliendo penas de prisión por estos hechos, algunos de ellos incluso de 15 años de cárcel, ya confirmada por el Tribunal Supremo.

Su historia es dura, como la de todas las personas que caen víctimas de estos grupos delictivos. «Nunca se me olvidará porque era Nochebuena», recuerdan fuentes de la Unidad de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (Ucrif), cuando dos de las víctimas lograron escapar de sus captores. Y lo hicieron «aprovechando el estado de embriaguez de los moradores de la casa, que se divertían haciendo cantar y bailar a modo de bufón», al tercero de ellos, explica la sentencia del Alto Tribunal. «Como era Nochebuena estaban celebrando y aprovecharon el despiste para marcharse y llegar a pie hasta Sevilla», indican las fuentes. De hecho, aunque aquella misma madrugada lograron contactar con agentes de Policía Local y de la Guardia Civil, no fueron capaces de trasladarles y explicarles lo que les estaba ocurriendo por el problema del idioma, ya que ninguno de ellos hablaba español. Era la madrugada del 24 al 25 de diciembre cuando un patrullero de la Policía Nacional se encontró a dos hombres «con aspecto muy demacrado», hasta tal punto que les llamó la atención y se acercaron a ellos. Eran las 2.30 horas de la madrugada y para entonces ya llevaban un día entero caminando, desde Olivares, donde habían estado retenidos, hasta del centro de Sevilla capital, en concreto en la calle San Pablo. «La actuación de los compañeros del Hércules fue magnífica y determinante», indican desde la Ucrif. De hecho, gracias a que uno de los agentes sabía hablar inglés y que uno de los chicos lo chapurreaba, pudieron entablar una conversación. La patrulla decidió entonces trasladarlos hasta la Jefatura de Blas Infante, donde se les tomó declaración y narraron por primera vez el calvario que estaban sufriendo desde que habían llegado de Rumanía.

Una cuadra por vivienda

Las tres víctimas tenían en común que en Rumanía vivían como indigentes, situación que fue aprovechada por dos miembros del clan para prometerles un trabajo remunerado que nunca llegaría. Los tres viajaron hasta Sevilla en autobús con la compañía de uno de los miembros del grupo que les captó en su país de origen. Ya en el recorrido hasta España este se quedó con las tarjetas de identidad «con el pretexto de que había que presentarlas en el trayecto y podían perderlas», dice la sentencia, pero ya nunca las recuperarían. Una vez en Sevilla fueron trasladados hasta Olivares en un BMW y alojados en una habitación «ubicada en el patio, fuera de la casa y destinada a cuadra o similar, sin calefacción, con una sola cama sin mantas, sin ventanas y con escasas condiciones de habitabilidad». El clan se negó a devolverles las tarjetas «hasta que saldaran su deuda con ellos» por los gastos de viaje, obligándolos a partir de entonces a la trabajar en la recogida de la naranja, e incluso a robarla, o a pelar cables de cobre. Solo comían una vez al día y siempre las sobras del día anterior y tenían que asumir tareas domésticas a veces tan desagradables como desatascar un inodoro «con las manos, sin guantes».