«En este país la conciliación es ese cuento chino que nos creímos»

Laura Baena, publicista y fundadora del Club de Malasmadres, una comunidad emocional 3.0 donde la conciliación es una de las principales inquietudes de sus seguidoras. De ahí surge la Asociación Yo No Renuncio con el objetivo de analizar y aportar soluciones

05 abr 2017 / 23:06 h - Actualizado: 06 abr 2017 / 14:08 h.
"Entrevista","Conciliación"
  • Laura Baena fundadora del Club Malasmadres y Yo No Renuncio. / El Correo
    Laura Baena fundadora del Club Malasmadres y Yo No Renuncio. / El Correo

Yo no Renuncio? ¿A qué no está dispuesta a renunciar?

—No estoy dispuesta a renunciar a ver crecer a mis hijas ni tampoco a mi carrera profesional.

—Cuál es el objetivo de esta asociación y por qué surgió?

—El Club de Malasmadres nace con el objetivo de desmitificar la maternidad, romper el mito de la madre perfecta y se convierte en una comunidad emocional, donde madres de nuestra generación comparten inquietudes. Una de estas preocupaciones principales es la falta de conciliación, la realidad de que en este país la conciliación es ese cuento chino que nos creímos. La sociedad nos empuja a la renuncia y al abandono de la profesión; a llegar a todo, a ser superwoman, pero a la vez nos aleja del mercado laboral. Durante dos años hemos trabajado en visibilizar el problema de la conciliación, en concienciar de la necesidad de trabajar para construir una sociedad con futuro, donde la maternidad no sea el verdadero techo de cristal de la mujer. En 2015 lanzamos nuestro primer estudio Concilia 13F que demuestra que el 80 por ciento de las mujeres madres profesionales en España no pueden conciliar. Después de dos años analizando, trabajando con empresas y escuchando a la calle, decidimos constituir la Asociación Yo No Renuncio por la Conciliación, para seguir investigando, escuchando y buscando soluciones que debemos tener en cuenta los tres agentes sociales implicados: familias, empresas y Estado.

—No hace mucho presentaron los resultados del informe Somos Equipo ¿cuáles han sido los resultados más llamativos?

—El estudio Somos Equipo pone en entredicho la corresponsabilidad en el hogar. En la renuncia de la mujer además de las barreras externas, que son las que dependen de las medidas de conciliación que implanten las empresas y las leyes, existen las barreras internas que dependen de la corresponsabilidad: de la implicación del hombre en los cuidados doméstico-familiares. Estas barreras impiden que las mujeres asciendan laboralmente, reduzcan la brecha salarial y puedan luchar por una verdadera igualdad. En Somos Equipo, realizado a partir de una encuesta on line a 24.000 personas mayores de 21 años, rompemos tres mitos asentados en esta sociedad patriarcal y que damos por hecho impidiendo que avancemos. El primero: las mujeres cuando son madres se alejan del mercado laboral para cuidar de sus hijos. No nos alejamos, nos empujan a ello, a la renuncia, el 58 por ciento lo hace. Segundo: el hombre ayuda. No es suficiente. La mujer madre asume la carga de las tareas visibles pero también de las invisibles que son aquellas que suponen una carga mental no cuantificable. El 54 por ciento se encarga de estas tareas. Y el tercero: los hombres ganan más y por ello son las mujeres las encargadas de las tareas doméstico-familiares. No, aún en el caso de que la mujer aporte más cuantía económica al hogar, sigue siendo la principal responsables de las tareas invisibles. Es así en el 51 por ciento de los casos.

—¿Entonces estamos aún muy lejos de una auténtica corresponsabilidad?

—La corresponsabilidad está lejos de ser una realidad. La mujer ha salido a trabajar fuera, pero el hombre no ha entrado a trabajar en casa. Hasta que este cambio no se produzca, difícilmente podremos caminar hacia una igualdad real en materia de género.

—Con estos datos, ¿podemos decir que en España existe la verdadera conciliación?

—En España no existe una verdadera conciliación. Las mujeres somos penalizadas laboralmente por ser madres y estamos atrapadas en medidas de conciliación obsoletas como la reducción de jornada. Debemos apostar por un cambio que viene definido por tres caminos fundamentales: concienciación social de líderes de empresas, cambio en el sistema educativo, para educar a los más pequeños en el cambio de roles, y en corresponsabilidad. Implicación del hombre en el cuidado doméstico-familiar con medidas como los permisos de maternidad y paternidad igualitarios e intransferibles. Jornadas continuas con flexibilidad horaria. Hablar menos de horarios de entrada y salida estancos y más de flexibilidad bien entendida. Alejarnos de la cultura de calentar el asiento, del presentismo laboral y abogar por el trabajo por objetivos y la responsabilidad compartida.

—¿Por qué cuesta tanto conciliar? ¿Qué nos falta?.

—Nos falta crear una coalición empresas, familias y Estado para trabajar en pro de un Plan Nacional de Conciliación, con leyes que se conviertan en palancas de cambio social. Es un problema de todos y hay que entender la conciliación como un derecho, más allá de si tienes hijos o no. Conciliar para vivir, conciliar con tu vida personal.

—¿Existe voluntad política? ¿Y empresarial?

—Hay voluntad, pero falta trabajar en la misma dirección, con un Plan Nacional que incluya medidas que calen en la sociedad. De esta voluntad compartida, lanzamos el año pasado nuestra petición en change.org que tiene más de 300.000 firmas y fue aprobada por las Cortes de Valencia por unanimidad de todos los partidos políticos e incluida en los presupuestos hace unos meses. Valencia es ejemplo de si se quiere, se puede. Trabajamos con los partidos políticos y las empresas de la mano. Las que lo tienen más complicado son las pymes que carecen de recursos humanos y económicos para poder poner en marcha planes de igualdad, medidas de conciliación? De ahí la necesidad del impulso gubernamental y de instituciones.

—Usted es publicista y madre de dos hijas. ¿Ha tenido que renunciar? ¿Qué alternativas ha tenido que buscar para poder combinar todas las facetas de su vida?

—Claro que he tenido que renunciar. En la sociedad actual Todas las mujeres madres tenemos que renunciar, somos una generación engañada por mensajes como: «llegarás donde quieras llegar» o «serás lo que quieras ser». Nos creíamos iguales en oportunidades y derechos hasta que llega la maternidad y se convierte en nuestra principal barrera. En ese momento intentas conciliar durmiendo menos, comiendo menos y viviendo menos, pero al final te caes, te das cuenta de que esa capa de superwoman no vuela y renuncias. Yo renuncié al mundo de la publicidad. No lo vi como una renuncia, sino como una necesidad. La necesidad de buscar un plan B para ver crecer a mi primera hija. Mi Plan B fue emprender, ser creativa freelance y más tarde encaminar mi profesión hacia esta lucha social que lidero desde el Club de Malasmadres por la necesidad de un cambio de modelo social de maternidad y el objetivo de conseguir una conciliación real, adaptada a todos desde la Asociación Yo No Renuncio. Tenemos que admitir la renuncia, tenemos que hablar de ello para luchar unidas.

—¿Confía en que sus hijas no tengan que plantearse todas estas cuestiones si algún día deciden ser madres?

—Ese objetivo es el que da sentido para mí y para muchas mujeres para seguir luchando por ello. Sé que somos una generación puente, que tenemos esta responsabilidad social y que soñamos con que ellas no tengan que plantearse a qué renunciar y puedan por fin elegir.