«En las primarias apoyé a Díaz y ahora digo que es una líder a la que hay que oír»

Entrevista a Ignacio Urquizu, sociológo y diputado socialista en el Congreso de los Diputados. Irrumpió en la ‘cosa política’ en 2015, tras una trayectoria como profesor universitario que le ha labrado un perfil didáctico, de buen conversador y mejor analista. Y con salidas ante cuestiones diversas: desde la crisis socialdemocráta a la transformación de Andalucía

12 mar 2018 / 22:26 h - Actualizado: 13 mar 2018 / 16:55 h.
"Política"
  • Ignacio Urquizu, en su visita a El Correo de Andalucía. / Verónica Escámez
    Ignacio Urquizu, en su visita a El Correo de Andalucía. / Verónica Escámez

El profesor Ignacio Urquizu (Alcañiz, Teruel) tiene a Sevilla como una de sus postas fetiches. Además de impartir un máster en la Olavide, guarda viejos amigos en la urbe hispalense, algunos de ellos con los que ha compartido un encuentro sobre los retos de la socialdemocracia en la agrupación socialista Centro. Hace un alto en su ruta sevillana para charlar sobre política y sociología, un simbiosis que le chifla.

—Empecemos por lo más actual: elecciones en Italia. Más que el resultado, quisiera preguntarle por la situación de la socialdemocracia...

—Es preocupante. Desde hace cinco años existen un conjunto de desafíos a los cuales no estábamos dando la respuestas adecuadas y eso podía generar desconexión entre la ciudadanía y los partidos socialdemócratas. La preocupación es mayor porque como miembro del PSOE sigo pensando que no estamos siendo capaces de conectar con unas mayorías sociales a la hora de plantear estas soluciones.

—¿Esta caída de los partidos socialdemócratas europeos (Italia, Francia, Alemania, Grecia...) puede llegar a España?

—Ya tuvimos un seísmo en el 15 y 16, con resultados electorales del 22 por ciento. En cierta forma ya ha sucedido algo similar a otros países europeos, donde hay una transformación del sistema de partidos con el surgimiento de nuevas formaciones a la izquierda o a la derecha que cogen mucho del electorado tradicional de los partidos tradicionales. Ese fenómeno ya ha llegado a España, aunque se ha mantenido al menos la segunda posición. La tarea que tenemos por delante es revertir este proceso.

—¿Cree que lo obtenido en las elecciones del 15 y del 16 será el suelo del PSOE?

—Soy muy malo haciendo predicciones, con lo que no sé qué pasará en las siguientes. Pero sí creo que el PSOE no va a bajar más, sino que vamos a recuperar confianza y a quién afectará en el futuro es a Podemos, y eso lo dicen ya las encuestas. Las expectativas que generó no se han cumplidos, prometieron un cambio en el país y ese cambio no ha llegado.

—¿Se refiere al hecho de no apoyar (Podemos) la investidura de Sánchez?

—Por supuesto, fue un error de gran magnitud y van a seguir arrastrándolo durante mucho tiempo. En esos momentos la elección era muy clara: cambio o continuidad. Y ellos apostaron por la continuidad. De ahí viene mucha de la desilusión de su electorado.

—¿Y se equivocó Pedro Sánchez pactando antes con Cs?

—Hizo lo que podía hacer. Había unos mandatos del Comité Federal que él siguió. No conseguimos articular esa mayoría de cambio, no sé si una estrategia distinta hubiera tenido éxito, no me siento capaz de contestar esa pregunta.

—Usted que ha escrito sobre la crisis de la socialdemocracia, ¿cuál crees que el líder político español que mejor puede encarnar estos valores?

—Nuestro líder es Pedro Sánchez, y eso es indiscutible, y por tanto, es él. Al respecto de los clásicos, a los que sigo leyendo, me gustan Carlos Solchaga, Javier Solana y Joaquín Almunia, de quién estoy esperando a leerme su último libro. Y, sobre todo, tengo la suerte de contar con la amistad de Rodríguez Zapatero y charlamos mucho sobre los tratados socialdemócratas.

—Hablemos de otro aspecto de la sociología. ¿Se cree las encuestas?

—Me las creo porque soy sociólogo. Me gusta indagar en los datos, bucear en ellos. Lo que ocurre es que se les piden cosas que no pueden dar, que es anticipar el futuro. Sirve para trasladar la foto del presente. Yo no sé muy bien qué pasará cuando lleguen las elecciones, y las encuestas tampoco lo saben. Lo que sí podemos ver son las tendencias y luego la explicación a esos movimientos, y sí podemos decir que existe gran volatilidad, fruto de la crisis política.

—Pues los últimos sondeos ya colocan a Ciudadanos por encima del PSOE, al nivel del PP. Eso mismo ocurrió con Podemos, aunque no se cumplió. ¿Hablamos de una crisis de representación?

—Totalmente. Al final lo que ha sucedido es que hay un porcentaje muy elevado de la sociedad que se encuentra huérfana políticamente hablando, que durante esta crisis política ha llegado a un 55-60 por ciento. Esa horfandad la han llenado buscando nuevas formaciones, y llega un momento que eso se nota en las encuestas. Tiene mucho que ver con el estado de ánimo y falta por saber cómo se traduce en votos. Lo que sí está claro es que el multipartidismo ha llegado para quedarse, porque además las nuevas generaciones son más propicias a cambiar de partido que a tener esos anclajes ideológicos que tenían sus padres y abuelos.

—Hablemos ahora de Andalucía, una región que conoce bien. ¿Cómo valoras su gobierno socialista?

—Los andaluces tienen que estar muy contentos, no solo con Susana Díaz, sino con el PSOE andaluz, que ha sido capaz de transformar esta tierra. Siendo conscientes de dónde se venía, de una situación muy trágica por ser muy castigados por el franquismo. No es tarea fácil transformar todo esto, y el PSOE aquí lo ha sabido hacer, con un gran esfuerzo.

—Pero hábleme de Díaz.

—Hemos charlado en algunas ocasiones, y mi opinión no puede ser más que positiva. En su momento fue público que la apoyé en su empeño de dirigir el PSOE, y ahora creo que sigue siendo una dirigente a escuchar porque dirige la principal autonomía en cuanto a tamaño. En política se pierde o se gana, pero eso no te quita el valor a la hora de aportar.

—Con lo anterior, y como buen conocedor del Congreso de los Diputados, ¿le ve proyección de presidenta del Gobierno?

—Ahora mismo tenemos una tarea común: conseguir que el presidente del Gobierno sea Pedro Sánchez. Lo que venga después, no puedo saberlo.