Si alguna vez ha tenido la suerte de pasear por la Avenida de los Teatinos todo lo que ahora va a leer le resultará mucho más que familiar. Cierre los ojos –en sentido metafórico, claro está– y coja nuestra mano para iniciar un viaje al epicentro del saber y el sabor popular. Debe tener en cuenta que esta calle es la arteria principal que cruza el corazón de un barrio que a lo largo de su historia ha tenido tantos nombres como gente buena ha pasado por sus viviendas. Al conjunto de edificaciones que lo configuran lo han llamado La República, Santa Genoveva o Nuestra Señora de las Mercedes, entre otros, aunque para el común de los mortales y, no menos importante, para sus vecinos, siempre fue y será el barrio del Tiro de Línea.
Un nombre que no fue escogido al azar, ni mucho menos. Fue, simplemente, oficializar en la nomenclatura lo que de facto ocurría habitualmente en esta zona. Les explico. Estos terrenos, hoy ocupados por bloques de viviendas y casitas bajas, eran utilizados hace algún tiempo por los militares, que realizaban en ellos sus ejercicios de tiro, en los que incluso probaban los cañones que se habían realizado en la Fundición de San Bernardo. Por ser, esta zona fue también lugar de pasto para el ganado durante los días en los que se celebraba la Feria de Sevilla. Aunque de todo eso, como se imaginarán, hace ya muchísimos años.
Las vísperas de la Expo 92 fueron un revulsivo para el nacimiento del barrio que hoy conocemos, cuya privilegiada situación lo ha convertido en un eje de comunicaciones para la ciudad. Para ello fue clave la creación de la ronda de María Auxiliadora y la desaparición de la vía del ferrocarril de Cádiz. Factores decisivos para su definitiva integración en la ciudad, a lo que contribuyen, además, la Avenida de Diego Martínez Barrios y Felipe II.
Pero sin duda su gran tesoro son sus vecinos. Gente humilde, trabajadora y a la que la vida no les ha regalado nada. No es extraño cruzarse con ellos junto al Mercado, el alma del barrio, a las puertas del centro deportivo o muy cerquita del colegio Los Alambres, futuro espacio social para el disfrute de la cultura cuya apertura será el éxito del empuje y el trabajo de las asociaciones de vecinos. Aunque si hay algún lugar al que lleven todos los caminos es a la parroquia de Santa Genoveva, un templo del amor donde las miradas del Señor Cautivo y la Virgen de las Mercedes son el mejor alimento para un barrio necesitado de esperanza y rebosante de vida que ofrecer.
Esta semana nos ha abierto sus puertas un barrio tan entrañable como la hospitalidad de sus vecinos. Gracias es lo menos que podemos darle a María Luisa, incombustible líder vecinal de cuya mano, de cuyo corazón, memoria y trabajo, nos hemos valido para conocer cómo se vive en un barrio que se siente contemporáneo y, a su vez, fiel a las tradiciones de siempre. De su mano hemos conocido a Paco Naranjo, entrenador de estrellas como Fabián o Dani Ceballos y formador de jóvenes como personas y deportistas, la valentía de Antonio Cabeza y sus hermanos en un bar que es parada obligatoria, o cómo José Luis y Daniel, hijos de una generación que lo apostó todo por el comercio de siempre, mantienen vivo el espíritu de las tiendas de barrio.
Vida con mayúsculas en el mercado del Tiro de Línea, el primero cardioprotegido de Sevilla y que cuenta con una nevera solidaria en la que la comida es de todos y para todo el que lo necesite. Un sueño en medio de tanto egoísmo, como el futuro del colegio Los Alambres, ese lugar de encuentro en el que por mover, se mueven hasta las caderas, o al menos se intenta, al ritmo de la danza oriental. Uno de los numerosos talleres que el distrito ofrece a los vecinos como salida a la rutina de cada día.
En el Tiro de Línea todos sus vecinos miran con el corazón. En ellos y en sus sueños se cimienta una fortaleza que no hay tiro que derrumbe porque el tiro ya son ellos, los del Tiro de Línea. La semana que viene nos vemos en el Polígono de San Pablo.