«Hasta aquí mi amistad con el Yebra»

Amelia Molina, una de las afectadas por la intoxicación y diagnosticada con salmonelosis, relata desde su ingreso hospitalario la terrible experiencia: «Lo peor, el estado emocional por el destete forzoso de mi hija»

27 nov 2015 / 11:32 h - Actualizado: 27 nov 2015 / 12:13 h.
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  • El bar Yebra.
    El bar Yebra.

«Si alguien me cuenta lo mal que te puedes encontrar por culpa de esta bacteria, no lo creería». Así relata Amelia Molina su experiencia por la intoxicación sufrida tras comer el pasado viernes en el conocido bar Yebra, en la zona de la avenida Cruz Roja «unas malditas cocochas sobre libro de jamón y queso con salsa de huevo líquido». Y es que las investigaciones apuntan a unos huevos de corral como posible casusa del suceso.

Amelia es una de los afectados -ocho, según la Consejería de Salud, aunque podrían ser más- por la intoxicación,y a la que tras los cultivos le han confirmado el diagnóstico de salmonelosis. Esta joven permanece ingresada desde el pasado domingo 22 de noviembre, después de haber sufrido dos desmayos en casa «con uno casi me abro la frente en el cuarto de baño, totalmente deshidratada y con unos valores en las analíticas alarmantes», explica.

Amelia es cliente habitual del Yebra «para nosotros un templo gastronómico», asegura, y por eso, el pasado viernes se dirigió al local, al mediodía, tras dar de mamar a su hija, «por última vez». Ha sido precisamente el «destete forzoso» de la pequeña lo que más ha afectado a la joven: «El estado en el que me encuentro es horrible: diarrea constante, vómitos, dolor muscular, dolor de cabeza, espasmos abdominales y lo peor, el estado emocional causado por el destete forzoso de mi hija».

«He tenido que dejar de darle el pecho a mi hija y eso es muy grave. Está hermosísima, criada a pecho exclusivamente y gracias a una mala praxis o mala compra de alimentos, o suciedad en la cocina, me han arrebatado unos momentos con mi niña que me hacían o nos hacían inmensamente felices. No quiere el biberón y está pasándolo regular», añade Amelia.

«Y hasta aquí mi amistad con el Yebra», añade Molina en otro momento de su relato que concluye: «En fin que es lo que hay. Que me ha tocado, pero no hay derecho. Y ojalá no le pase a nadie más».