Emilio Asián y Manuel Saiz Pardo son dos padres separados que tienen la custodia compartida de sus hijas. Emilio desde un principio y sin tener la sentencia de un juez compartió la custodia con su expareja, aunque con alguna que otra china en el camino. Manuel lo tuvo más difícil, pero después de luchar por lo que más quería ha logrado también tener la custodia compartida. Los dos remarcan con insistencia que «hay que mirar por el bien de las niñas sin pensar en nuestros egoísmos».
Emilio se separó hace un año y desde el pasado 3 de noviembre ya tiene la sentencia de un juez en la que se establece la custodia compartida. De todos modos, según explica, desde un primer momento compartió con su excompañera la custodia. Es más, según explica, «a la pequeña la he criado yo porque era el que estaba en casa. Yo ejercía más de madre y ella de padre».
Recuerda que en un principio su ex «mareó la perdiz», porque al separarnos dijo que no había problemas para la custodia compartida y luego dijo que no. Según indica, ella llegó a poner una demanda de custodia entera, a lo que Emilio replicó que él también la quería. Finalmente, los dos «cedimos y llegamos a un acuerdo con nuestros abogados. Firmamos un convenio que es el que se ha ratificado». Este padre explica con orgullo que el juez les llegó a dar la enhorabuena «por ser lo más coherente para las niñas».
Con este régimen, asegura, las niñas están contentas porque tienen a su padre y a su madre, «además la relación entre nosotros es cordial».
Las pequeñas están una semana con el padre y otra con la madre –de viernes a viernes– y en este tiempo hay tres días de visita para el progenitor que no tiene a sus hijas. Estos días son los domingos de 13.00 horas a 20.00 horas y los martes y jueves de 17.00 horas a 20.00 horas y la entrega y recogida de las niñas se hace en casa del progenitor que en ese momento esté con ellas. Además, asegura, que tanto él como su ex son flexibles y se ajustan a las necesidades del otro sin mayores problemas. A esto se une, según indica, que a las niñas el cambiar de casa les viene bien, «porque al final de semana se cansan de tanta rutina y variar de aires les viene bien».
Indica que el cambio tampoco es un problema, «porque vivimos el uno del otro a 20 minutos andando». A esto se une que las niñas en cada vivienda tienen su propia ropa: «Tienen un doble ropero», comenta. A todas estas ventajas de tener la custodia compartida se añade el de que ahora sus hijas tienen un círculo social mucho más amplio.
Finalmente, Emilio apostilla que es muy importante que él y su excompañera se lleven bien: «Esto es bueno para nuestras hijas y para nosotros».
La historia de Manuel es algo más complicada. Él y su pareja se separaron cuando desconocían que ella estaba embarazada, pero cuando se enteraron de la noticia se reconciliaron. La relación no se alargó en el tiempo y decidieron poner tierra de por medio. En un principio no había problemas entre ellos y Manuel podía ver a la pequeña un fin de semana alterno al mes y varios días en semana durante unas horas, aunque asegura que su ex «quería a la pequeña para ella sola». Aún así, admite que tenían un acuerdo verbal que se fue cumpliendo durante un par de meses, hasta que su excompañera puso un «pleito y no me permitió ver a la niña durante nueve meses». Es más, según rememora con tristeza, la madre de su hija llegó a no cogerle el teléfono cuando él llamaba para preguntar por la niña, «a pesar de que familiares suyos llegaron a mediar, pero no tuvieron éxito».
Ya en el juicio de la custodia compartida el juez se la concedió a los dos y estableció un calendario de visitas progresivo. «Al principio era un fin de semana sí y otro no, de 10.30 a 20.30, pero sin pernocta, y luego se amplió a los lunes y miércoles por la tarde. El régimen se fue ampliando y ahora tengo a mi hija los fines de semana alternos desde el viernes a las 14.00 horas hasta el domingo a las 20.30 horas y los martes desde la salida del colegio hasta el miércoles a las 20.30 horas, con pernocta», señala.
Manuel manifiesta que él ha rehecho su vida, «pero mi hija sabe quien es mi mujer y quien es su madre, una personas a la que nadie puede sustituir». Insiste en que él siempre le habla bien a la niña de su ex «porque el bien de la niña está por encima de todo». Recalca que con la custodia compartida su pequeña tiene a su lado a las dos personas que «más la quieren, a lo que se une que mi hija mantiene el vínculo con las familias de las dos partes».
A pesar de que ahora está encantado con su situación –no descarta más adelante solicitar una ampliación del régimen de visitas– , recuerda con mucha tristeza los nueve meses que estuvo apartado de su pequeña, «porque la justicia es muy lenta. En ese tiempo me perdí muchas cosas de mi hija. Lo que yo he pasado es un mal que no se lo deseo a nadie», concluye.